Capítulo 20

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Ah... Mon...espera... —Sam gemía bajo, mientras Mon lamía su cuello, rodeándola por la espalda, una de sus manos apretaba uno de los pechos de la pelinegra y con la otra recorría y acariciaba su abdomen. — Ah...

Mira... tu cuerpo está reaccionando... — la ojimiel comenzó a tocar los pezones ya despiertos de Sam con ambas manos, haciendo que se estremeciera y provocando en ella gemidos roncos que fascinaban a la joven. — Me encanta... ChamCham... tu cuerpo es maravilloso — de nuevo acariciaba su abdomen, bajando lentamente, entrando poco a poco en el short de la pelinegra.

Mon... Mon, espera, esto es un poco... — Sam pidió con voz temblorosa, deteniendo su mano, impidiendo que la tocara.

¿Qué sucede? ¿No lo estoy haciendo bien? — Mon temía que su inexperiencia fuera la razón por la que Sam no quería que siguiera.

No, no es eso... es solo que... — ver a la pelinegra claramente sonrojada y tímida, como nunca antes, le hizo saber que era algo a lo que no estaba acostumbrada.

Por favor, permíteme complacerte como lo haces tú conmigo. Nos pertenecemos una a la otra, ¿No? — se miraron a los ojos y Mon supo que la pelinegra le dejaría hacer con ella lo que quisiera.

Ah... Mon... — los gemidos de Sam fueron subiendo de volumen poco a poco. Estaba sentada en la alfombra, sosteniéndose lo mejor que podía, mientras la ojimiel seguía en su espalda, besando y lamiendo su cuello. La mano derecha de la joven estaba en su centro, moviéndose lentamente en forma circular y con la otra mano sostenía y apretaba uno de los pezones de la pelinegra. — Tus dedos son muy ricos, mi amor — dijo entre jadeos, dejándose llevar por el placer.

Quiero saber cómo te gusta que te toque, qué punto y que ángulo es tu debilidad, quiero devolverte todo el placer que tú me has dado — Mon introdujo más sus largos dedos, ocasionando que Sam se arqueara y gritara deliciosamente. — Mira esto cariño... Mira qué mojada estás — la joven sacó sus dedos de la entrepierna de la pelinegra y acto seguido los llevó a su boca, lamiéndolos y chupándolos, causando más excitación en Sam. Ni en sus mejores sueños habría imaginado ver a la ojimiel hacer eso, de manera tan sexy y provocativa. — Y es tan dulce también... — acercó sus dedos a la boca de la cirujana, haciendo que esta los lamiera, compartiendo así sus fluidos, para después perderse en un beso desesperado.

Mon... te amo...

Te amo — correspondió con una dulce sonrisa, quitándole lentamente la playera y recostándola en la alfombra de la sala. — Hay tanto que adorar cuando se trata de tu cuerpo — Mon la veía con adoración, ver a Sam así de vulnerable, pero sin dejar su sensualidad, la hacía arder en deseo por tocarla y probarla más. — Tu piel tan suave... brillando con el sudor... — comenzó a recorrer el pecho de la pelinegra con su dedo índice. — Aquí... es donde está tu corazón — apretó su pecho izquierdo y bajó a lamer su pezón.

Aah... Mmm, Mon... — Sam se arqueó cuando la ojimiel lamió y mordió suavemente su piel, bajando por su abdomen, abriéndose paso hasta su cadera.

Quiero acariciar cada centímetro de tu cuerpo. Por favor, déjame probarte... — dijo quitándole el short y la ropa interior, dejando a la pelinegra completamente desnuda y a expensas de ella. Tímida y sonrojada, excitada y vulnerable. — La expresión que tienes en este momento, ChamCham... es tan tentadora, nunca me cansaría de verla.

La joven abrió las piernas de Sam y bajó a su centro para probarla por primera vez, bebiendo su excitación, haciendo gemir y sufrir de placer a esa pelinegra que tantas veces la llevó a ella al clímax.

𝐔𝐧 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝐥𝐚𝐭𝐢𝐝𝐨 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora