Capítulo 28

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No me es extraño sentirme vacía por dentro. Es como si hubiera perdido todo sentido de propósito y dirección en la vida. Solo dos cosas me han estado manteniendo hasta ahora: Mi trabajo y las responsabilidades que vienen con él.

Doctora... Doctora, despierte.

Sam escuchaba una voz en el fondo de su mente, pero no lograba hacer caso a lo que le pedía, se sentía pesada, mientras seguía escuchando cómo la llamaban.

Doctora Anantrakul, necesita irse a casa — de nuevo, la mujer intentaba despertar a la cirujana.

Ah... Mis disculpas, ¿Qué hora es? — Sam respondió por fin, luego de abrir poco a poco los ojos y darse cuenta de que se había quedado dormida en la silla de su oficina.

¡Muy tarde como para que aún esté aquí! Honestamente, sería mejor si va a casa a dormir — una vez más, Char intentaba convencer a la pelinegra de ir a descansar apropiadamente. — ¡Han pasado semanas desde que salió del hospital, doctora! ¡Semanas!

¡Estoy bien, estoy bien! Tuve que amanecerme... Hablando de ello, supongo que iré a refrescarme con una ducha... — intentó sonar relajada para convencer a la interna, que tenía días insistiendo con lo mismo.

¿Le gustaría tomar un café después? — preguntó soltando un suspiro, al ver que de nueva cuenta, la pelinegra no se iría del hospital.

Sí, por favor. Me servirá mucho, gracias.

Muy bien, lo traeré en un momento.

Casa... Mi hogar era ella... No sabes cuánto deseo estar ahí.

Una y otra vez mi rutina me lleva a detenerme en su habitación, ya ni siquiera es un acto que hago a conciencia, mis pies me guían hasta aquí y no me doy cuenta de ello hasta que la veo. De nuevo con la mirada perdida en la ventana, sin sonreír, sin su brillo tan singular, y lo que más extraño, esa sonrisa que inmediatamente iluminaba el espacio y calentaba mi corazón.

Sam caminaba por los pasillos del hospital, una vez más, en dirección a la habitación de Mon, habitación a la cual nunca se atrevió a entrar durante ese par de semanas posteriores a su separación con ella. Gracias a Aon, sabía sobre su proceso de recuperación y le alegraba saber que la joven había respondido tan bien a su cirugía, sin tener ningún tipo de complicaciones.

Espera... Es la habitación de Mon... ¿Por qué están...

La pelinegra se sorprendió al ver cómo un par de enfermeras ordenaban el lugar y se deshacían de la ropa de cama.

Disculpen... ¿Saben a dónde fue la paciente que estaba en esta habitación?

Ah... Le dieron permiso para ir a casa y terminar su recuperación allá — respondió una de ellas a la pregunta de la cirujana.

Se acaba de ir esta mañana — agregó su compañera.

¿Fue a casa?

Sin pensarlo, Sam salió corriendo del lugar.

Mantengo una plegaria silenciosa en mi corazón... de que ella todavía estará ahí esperando...

A los pocos minutos, ya se encontraba en su departamento, esperando con todo su corazón ver a Mon ahí, recibiéndola con una hermosa y cálida sonrisa como siempre y, cuando finalmente entró por esa puerta...

Nadie...

Sam recorrió el departamento solo para confirmar que estaba completamente desocupado, ya no quedaba nada de la ojimiel ahí, como si nunca hubieran compartido techo y un sin fin de momentos juntas, amándose la una a la otra, entregándose al amor que sentían. Solo sentía el vacío.

𝐔𝐧 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝐥𝐚𝐭𝐢𝐝𝐨 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora