Deseos.

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Ao'nung

Durante la boda de Tsireya y Lo'ak, pasaron desde cosas muy buenas como su unión en la caleta de los ancestros, hasta cosas muy malas, como lo que le hizo la escoria de Yu'sey a Kiri.

Aunque no quisiera, aún recuerdo aquel sentimiento en mi estomago al escucharla gritar, peor aún, cuando llegue a la orilla y Yu'sey estaba encima de ella, poniendo sus asquerosas manos en su cuerpo, sentí como si las entrañas se me retorcieran, como si el calor del fuego se instalara en mi cabeza, todo empeoro cuando después de que ella siguiera gritando, le diera una cachetada, acompañada de un puñetazo en el pómulo.

Como es que se atrevía a hacerle eso a una mujer, peor aún, a mi mujer, si bien en ese momento todavía no nos casábamos, tenía la certeza de que eso era, mi mujer, mi prometida y ahora mi esposa, verla tan vulnerable, me hizo recordar el día en el que Neteyam murió, cuando Kiri parecía un alma en pena, sensible a todo y todos.

Si bien, sé que ella sabe pelear, también sé que ella es temerosa de muchas cosas, las amenazas la paralizan, por eso me prometí cuidarla con mi vida desde el momento en el que Ma'ki y los demás la dejaron inconsciente, así que cuando la ví entre las garras de aquel hombre que no hizo nada bueno en su vida más que morir, Yu'sey, no me contuve.

Desdé los días de las primeras canciones, mis ancestros siempre fueron de la idea de que las mujeres son y eran lo más valioso que exista, a una mujer de mis ancestros, fue tocada sin su consentimiento, por un hombre de la aldea, cuando su esposo se enteró de ello, junto a toda la aldea en una de las cuevas de la isla, para ahí, exhibir al acosador, y, después acabar con su vida, imponiendo la regla de que los hombres o remedos de hombres que se atrevieran a hacer ello, serían asesinados a sangre fría como se debía.

Con el tiempo, se fue esparciendo esa nueva ley, hasta que todas las aldeas lo supieron y estuvieron de acuerdo, por eso fue que muchos dejaron de hacerlo, por miedo a ser asesinados, o más bien, las mujeres se encargaron de educar y llevar por el camino del bien a sus hijos para que jamás tocaran a una mujer sin su consentimiento, pero, al parecer a Yu'sey no se le enseño, o más bien, pienso que llevo a Kiri a un lugar apartado para hacerle las peores aberraciones, y después, acabar con su vida, de solo pensarlo, siento un escalofrío en la espalda.

Desdé que eso paso no eh dejado de pensar en que hubiera sido de Kiri si no llegaba, la idea no me deja, no puedo simplemente imaginarme.

Kiri: Buenos días. - Se dio la vuelta y sonrió, la noche anterior habíamos dormido juntos después de nuestra boda, obvio solo dormimos, no la presionaría a hacer algo que no quiera, menos ahora que acababa de pasar lo de aquel eclipse.

Ao'nung: Hola bonita, buenos día. - Ver sus ojos abiertos era recordatorio de que había logrado salvarla.

Kiri: Vaya, creo que alguien amaneció romántico. - Alzo una ceja.

Ao'nung: Con semejante hermosura de ESPOSA, como no serlo. - Ahora era mi esposa, ni yo lo creía.

Kiri: Entiendo, esposo. - Río un poco. - Oye, que pasa, que tienes. - Supongo que noto como la veía, el sentimiento o los pensamientos que me causaban esa noche no me dejaban.

Ao'nung: Eh, no, nada, estoy bien. - Mentí.

Kiri: Ao'nung, sé que te conozco lo suficiente para decir que por tu mente pasan muchas cosas, pero, hay una que te atormenta. - Su ternura me hizo sonreír.

Ao'nung: Tienes razón, me conoces lo suficiente, por eso no te puedo negar que hay algo que me está consumiendo. - Aparte la mirada a la pequeña ventana de donde dormíamos, me levanté y abrí la tela que la cerraba.

EMUNÁ/ KIRI Y AONUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora