El castaño de cabello revoltoso color chocolate, ojos rojos y piel palida se encontraba más que perdido, perdido entre sus pensamientos, buscando miles de manera de como encontrarla. Ya iban siendo dos veces que se escapaba de entre sus manos, y no pero menos importante, Marcus había sido llevado sin mucha gracia lejos de ellos. «¿Porqué a él si, pero conmigo no?»pensó molesto.
—Demetri ya ha vuelto por décima vez con las manos vacías, su don no funciona Aro. —sisea molesto el rubio de ojos rojos, totalmente molesto.
—No somos lo suficiente fuertes para hacerla quedar con nosotros. —murmura no tan feliz al admitirlo— Debemos romper los lazos con Athenodora y Sulpicia.
—Deberíamos, pero si le hacemos caso. Estaríamos exponiendonos a peligros—expone Caius reticente a la idea.
—Ella expresó claramente que sabe lo que hicimos con ellas, entiendo sin haberle tomado la mano que no quiere ser el segundo plato. Es comprensible.—comenta Aro, recordando lo que había dicho el día en que volvió a escaparse de ellos.
—Iremos a solucionar el tema, pero no por ella y no lo expondremos públicamente, no hasta que ella tome su lugar como nuestra Reina. —propone Caius, mientras se acaricia su barba corta, aún molesto por ser obligado a dejar su aventura con Athenodora.
—Vayamos cuanto antes. —dijo Aro sin esperar más tiempo.
[...]
En cuanto llegaron a las torres; Sulpicia, la mujer de cabellos negros hasta la altura de su clavícula, escudriñandolos con sus ojos y labios rojizos, y Athenodora, la mujer rubia de ojos rojos y tez palida, se extrañaron al ver a sus esposos venir con caras serias. Más aún cuando sus narices se arrugaron al olerlas, era como si ya anunciaran malas noticias.
—Mis Reyes, un placer verlos. —dijo la mujer rubia de cabellera que le llegaba hasta los hombros con respeto, acercándose a su esposo pero él retrocedió un paso, dañandola—¿Caius... Qué pasa?
—Aro, ¿Qué está pasando? —pregunta Sulpicia extrañada, sin poder entender porque también la mirada de su esposo estaba tan turbia y distante, que de costumbre. Se acerca a tomar su mano y es cuando horrorizada se suelta de él.— ¿Cómo es posible? ¡Me niego a dar mi trono y título de Reina!
Athenodora incómoda y dolida, busca una explicación en el rubio.
—Díganos sin rodeos.
—Encontramos a nuestra compañera. Pediremos nuestro divorcio hoy, para que pronto suba a su debido lugar a reinar con nosotros. —respondió neutral y serio Caius.
—¡Prometieron que nosotras seríamos vuestras compañeras, no nos pueden eliminar de sus vidas así como así! Llevamos siglos juntos.—reclama la mujer de cabellos negros hasta la altura de su clavícula, escudriñandolos con sus ojos y labios rojizos.
—¡Silencio! No olvides que somos sus Reyes. Estoy intentando llevar por la paz esta conversación, por cortesía—gruñe Aro con molestia.
—No puedes echar por la borda todos nuestros años juntos, Aro. Por favor...—suplica Sulpicia con la ponzoña en los ojos, mientras cae al suelo ante el desinterés de su esposo.
—Gracias por todos estos años de maravillosa compañía, pero si os comportan ambas, les daré la libertad que tanto habéis deseado en siglos. —expresa Aro comprensivo, pero igualmente sin demostrar cariño hacia esa rubia que tanto tiempo fue su esposa publicamente.
Aro se encontraba muy avergonzado de haberla creado, por culpa de esta aventura egoísta suya su compañera se muestra tan reacia a permanecer con ellos, y aquello hace arder la garganta. Al punto que alimentarse ya no es tan gratificante como antes.
—Los papeles de divorcio llegarán pronto. Asegurense de firmarlas, o de lo contario dejaremos la cordialidad de lado y ambas pagaran por llevarnos la contra. No disponemos de paciencia...—expresó Caius mientras se suelta bruscamente de Athenodora como si le quemara la piel el contacto de otras.
«Esa maldita mujer, ¿Qué ha hecho conmigo?»se quejó amargamente.
Ambas mujeres vieron como ambos las miraban con aquellas atormentadas miradas pero aún mas tan enfurecidos que daba tanto miedo que fueran a pagar por ello. Esos dos hombres eran bestias con quiénes los desobedecían.
Ninguna esperaba ese trato, pero tampoco pudieron reclamar un poco más, debido a que ambos se marcharon del Castillo. Habían escuchado perfectamente, que en cuánto firmaran el divorcio solo de ser confirmado por ellos les otorgarían la libertad que tanto ansiaban desde la muerte de la pobre esposa de Marcus, Didyme.
—Estaba tan segura que era su compañera... No me lo puedo creer...—susurra Sulpicia tan dolida y perdida.
—Ambos son unos idiotas, se arrepentirán de tratarnos así. Daremos lo que exigen pero no van a salirse con la suya tan campantemente. —sisea enojada la vampira de ojos rojos y cabello negro.—Ojala esa mujer sea tan horrible que nadie la llegue a aceptar como su Reina, los maldigo.
Ambas mujeres tan dolidas se sentían, si bien iban a pedir la libertad para salir del castillo o de las torres, pero no era de esta forma como lo deseaban obtener, no de esta forma tan humillante. Esos malditos lo pagarían, estaba segura de eso o dejaría de llamarse Athenodora.
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Mis Reyes - Vulturi
Fanfiction[Especial Halloween 2023.] THE KINGS VULTURI. La Catrina sabe donde pertenece, sin embargo siempre se ha sentido incompleta. En un año se escapó del mundo de los muertos, se sabe que regresó con la compañía de tres Reyes del mundo humano, pero no er...