🎃 Capítulo 28

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La marea los había envuelto, el oxigeno era nulo al grado que parecía rasgar su piel, sin embargo, ninguno se estaba quemando por lo que dejaron de gritar para mirarse mutuamente. Viendo estupefactos como estaban engullidos por calenduras de color naranja pero centelleantes de color dorado, como si fueran imposibles de ser carcomidos por aquella marea rojiza flameante.

-¿Qué esta pasando...?-susurró Caius con el pavor estancado en la garganta.

-Ella... Ella está aquí -susurró Marcus con su voz hecho un hilo de emoción apanicada.

Se notaba perfectamente que ambos habían tenido la peor impresión del mundo al haber sido arrojados directamente a aquellas aguas rojas. El miedo se había estancado en sus cuerdas vocales, y en sus rojos con los ojos bien abiertos.

En cuánto, pudieron tocar suelo firme, sus cuerpos cedieron de senton por el horror de sus vidas apunto de terminar sin siquiera hacer algo para combatir la maldad pura de las acciones de aquel Dios, el custodio que protegía a su compañera era mucho más poderoso que su propia existencia y poderío, lo debieron aprender por su propia piel.

-Nunca más vuelvas a hacer esta maldita broma. -se escuchó retumbar en el cálido infierno.

-No me alces la voz. Sabes que no les haría daño, sé cuán importantes son para ti -gruñó Hades al estar siendo arrinconado por las manos esqueleticas de la mujer que tenía las cuencas de los ojos flameantes, el ambiente estaba custodiado por dos animales bastantes irreales que la protegían del hombre.

Un lobo del tamaño de un elefante con alas tan magistrales y mágicas se encontraba sentado en el lado izquierdo de la Catrina mirando tan amenazante al hombre, y otro animal espíritu xoloitzcuintle de la raza de un tigre se encontraba sentado cerc...

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Un lobo del tamaño de un elefante con alas tan magistrales y mágicas se encontraba sentado en el lado izquierdo de la Catrina mirando tan amenazante al hombre, y otro animal espíritu xoloitzcuintle de la raza de un tigre se encontraba sentado cerca de ellos, con las alas resguardadas a un lado de los reyes. Ambas criaturas medían una altura prominente e inigualable, ambas criaturas eran los guardianes espirituales de la Catrina Laice, que sólo salían cuando ella no estaba tan cuerda como para socializar.

-Laice... Te estás pasando...-gruñe molesto tras sentir la molestia y dolor en su garganta al sentir que el agarre no afloja.

-No deberías haberla provocado para empezar. Vosotros los hombres humanos nunca aprenden el arte correcto de comunicarse con las hembras de nuestro mundo. -intervino una voz gatuna y severa.

-¿Qué tan mal has estado...? -susurró sorprendido Hades al ver que ella no tenía ninguna intención de ceder a la molestia y seriedad del asunto, dejando que su animal espiritual interviniera, siendo así que con un solo toque e intentando liberarse grita de dolor tras caer de rodillas con el tacto con aquel cuerpo místico que representa ser Catrina.

Los dos Reyes se sorprenden al verlo caer de rodillas, mientras que la mujer que los tenía tan perdidos y necesitados de su atención solo estaba perdida en la ira y molestia.

-Si realmente buscas otra cosa de mi, solo hubieras enviado a Hermes el mensaje. Y si realmente deseas comunicarte conmigo, ¡Usa el viaje sombra! ¡Odio cuando me hacen molestar, más cuando estoy así de inestable! Si ves alguna vez que estoy mal, acércate... No veo que seas invalido para no hacerlo, si ves que estoy callada y no hablo, háblame aunque te mande a la mierda luego. ¡Pero nunca más llegues al extremo como lo has hecho hoy! Sé muy bien que odias a Perséfone cuando te hace estas cosas, ¡Porqué mierdas me haces a mi lo que no quieres que hagan los demás!-gritó y exigió tan molesta ante la falta de comprensión.

Hades no podía negarlo. Se había dejado llevar por la necesidad de hacerlo sufrir antes de enfocarse en el estado mental de su propio corazón, después de todo, si ella se volvía indomable... El después buscaría crear caos en el mundo y eso solo llamaría la atención innecesaria de Zeus.

Por lo que siseando de dolor al ver como su corazón ardia en rabia, amargura e ira por la impotencia del carácter asqueroso y avaricioso que uno de sus compañeros posee la volvía inestable por lo que, solo empezaba a autodestruirse por recuerdos del amargo pasado mortal. Encontrando una frase a su desgracia: "es el karma de haber nacido y existido."

-Esta bien, esta bien, ya comprendí.

Adolorido trató de recomponerse pero nunca había sentido tal folor en su cuerpo al quererla traer a la realidad, este tema si que era mas delicado de lo que creía antes ser, esto no era para nada común. Debía llevar esta situación con mucha mas delicadeza de la que deseaba tratar, porque el dolor de huesos que le había causado el toque era del muertos mordiendo con hambre la piel.

Mis Reyes - VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora