🎃 Capítulo 9

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—Cada uno hizo sus vidas inmortales como se les dio la real gana, y así como lo hicieron, yo haré lo mismo. Estamos en abril, tendrán un siglo para ganarse mi confianza aunque no garantizo que nos veamos a menudo. —expone tirando sus cartas a la mesa.

—¿Es decir...?—pregunta Caius sin haber comprendido a qué se refería.

—Crearon esposas para su imagen y semejanza para sentar cabeza, poder y seriedad en la sociedad que gobiernan. Enjaulando injustamente a sus reclamadas mujeres en torres y sin libertad condicional, además de eso, a menudo traen al caos a espíritus y almas sobre mis hombros con cada día que cruzo al mundo mortal. —expone a detalle dicha síntesis expuesta antes.— Con cada acción trajeron consecuencias visibles, por consiguiente, he tomado la decisión de respetar a sus ex-esposas con tiempo controlado para coexistir a priori en relación al lazo de compañeros que nos une actualmente.

—¡Patrañas! Eres nuestra compañera, esas mujeres solo fueron para saciar nuestras necesidades, no hay necesidad que brindarles tanto respeto.—gruñe Caius totalmente inconforme.

—Entiendo que estes dolida, pero... ¿Por qué nos castigas con un siglo para enmendar nuestros errores?—pregunta consternado Aro.

—Hermanos míos no os confundáis, ella no está dolida, no nos conoce y mucho de lo que pueda sentir no lo siente, aquí. Por lo que, recomiendo que aceptemos esta carta como un paso a nuestra felicidad compartida.—expresa Marcus con aquella pacífica actitud.

—Exactamente. Mis honorarios para visitar el mundo terrenal se basa en llevar a quiénes necesiten al descanso, claramente volvemos a la tierra en uno o dos días festivos, pero fuera de ello no puedo coexistir más de ello. Tengo un mundo el cuál liderar la mayor parte de tiempo infinito. —expone seriamente la Catrina Laice.

—El punto que expones es justo y probablemente no lo estabamos viendo como tal; eres Reina del otro mundo, nosotros Reyes de este mundo sobrenatural. Ningún lado puede desatender sus obligaciones como si se pudiera relevar acciones a terceros, esto no es una empresa humana. —reflexiona Aro cayendo en cuenta.

Caius molesto la toma de la muñeca, no queriendo que se marche y los deje de nuevo solos, a la deriva.

—¿Por qué complicas todo? ¿Es acaso que no nos deseas como nosotros a ti?—gruñe bastante impaciente e inquieto de tan siquiera los tuviera más que presente en su vida.

La mujer de cuencas negras y vacías los mira perdida, tarda bastante en contestar, tanto que aflige a más de uno de los Reyes.

—Los tengo presente como personas interesantes en mi visión, sin embargo, no los conozco como para tener la necesidad de exponer sentimientos humanos, soy bastante frivola y me cuesta expresarme, así que... Supongo que en algún momento tendré esa sensación que los hace sentirse así por mi, espero... —expresa con cierta incomodidad reflejada tras una mueca.

—Y nosotros nos hacíamos ver como Reyes sin sentimientos... ¡Que puta ironía!—expresa con cierta gracia Aro.

—¿No que los Reyes debían ser educados y no... Malhablantes?—pregunta con cierta intriga incrédula, la Catrina Laice.

—Los supera esta situación como no tienes idea, los amos nunca la han tenido tan complicado como lo has expuesto. —expresó Alec, bastante sorprendido por las palabras dichas por su amo Aro.

—Vaya, ¿Debo tomarlo como un alago?—pregunta aún más perdida.

Caius gruñe y Aro la observa con una diversión genuina.

—Te diviertes a nuestra costa.

—Ustedes se entrometen en mi trabajo a mi costa, es lo de menos, ¿No les parece?—contesta sarcástica.

—Entonces, no hay manera de hacerte cambiar de idea y quedarte a vivir con nosotros, ¿Verdad?—pregunta Aro para confirmar nada más, lo obvio.

—Vendré cada vez que pueda.

—¿Volverás a llevar a Marcus, contigo?—pregunta Caius mientras la toma del menton a la mujer, aunque le causara aún escalofrios el rostro tétrico, le encanta manipularla y tenerla entre sus manos. Le gustaba tocarla.

Sin embargo, la mano de la mujer con un solo chasquido alejó la mano de su mentón, encarando con desafío y fortaleza al Rey de cabellos rubios.

—No creo que sufran con un Rey menos. Se alegra mas conmigo.

—¡Eso es injusticia! Llévame a mi, si tanto quieres separarnos.—gruñe Caius celoso de su atención.

—No te perdono que hayas castigado a esa ex-esposa a ser inmortal, ni mucho menos voy a incumplir mi palabra. Esperarán un siglo, por respeto a vuestros matrimonios de siglos, respetando a la mujer por sobre toda las cosas. Ya sus castigos las esperan en mi hogar, de eso yo me ocupo. —admite mientras se levanta del sillon, camina por la torre hasta quedar en el marco de la ventana del mismo lugar.

—No es justo que te lo lleves a él, ¿En qué lo diferencia de entre nosotros dos? Acaso él ya ha sido castigado?—pregunta Aro tratando de sonsacar alguna información más.

—Didyme yace siendo torturada en el infierno, enloqueció frente a Marcus y... La verdad que prefiero llevarmelo o sabrás lo que no deseo que sepas aún. —expresa misteriosamente la Catrina.

Aro frunce el ceño, Caius la mira mucho más indignado.

—Mejor es que me quede. Trataré de mantenerme lejos, y respetar tu decisión, Madam Laice. —ofrece Marcus tras la molestia de sus queridos hermanos de soberanía.

—Te prohibo buscar información de mi, en Marcus. O no volverán a verme en dos siglos. —advierte hacia Aro.

—¿Porqué no quieres que lo vea? Dime el motivo y te respetaré. —replica Aro.

—No es tiempo que sus existencias sean perturbadas por Hades. Prefiero perturbar sus existencias personalmente por mi cuenta. —expresa totalmente posesiva.

Aro, Caius y Marcus sin poder evitarlo la vieron muy sexy, dejando salir un ronroneo por la dicha incondicional.

—Mientras mas tiempo estes, más el lazo será visible. Quédate, Laice.—suplican Aro y Caius.

—No está en mis manos esa posibilidad. En fin, nos veremos en otra oportunidad, queridos Reyes.

Los tres gruñeron, queriendo agarrarla antes de que se volviera a escapar. Pero tarde fue, porque el mismo viento que antes percibieron la engulló y se perdió de entre sus vistas tras no poder mantener los ojos abiertos por la ventisca, dejando más sensibles a los tres Reyes.

Mis Reyes - VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora