🎃 Capítulo 14

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Aquella noche solo constaba de cuatro horas restantes, no tenían mucho tiempo para volver a sus tronos y esperar que el día pasara como la rutina diaria. Pero ahora estaban en que aún tenían muchas dudas por ser respondidas por su compañera, por lo que los tres querían disfrutar el tiempo a lado de su compañera por más tiempo, por más que ya debieran ir a comer nuevamente.

—¿Y qué comes estando en el mundo mortal? —pregunta Aro, debido a que anteriormente le había ignorado a dicha pregunta, dejándolo con la duda.

—Puedo ingerir comida humana, fuego fatuo o bien, pan de muerto, pan de melón, son pocas cosas que me agradan comer más no tengo la mera necesidad de alimentarme. No tengo ni hambre ni sed, solo existo. —contesta Laice.

—Vaya, eso nos deja como malos anfitriones. —comenta en broma Caius.

—Por mi ni os estreséis. —responde Laice totalmente curiosa por el tono de voz en que lo dijo.

—Deseo preguntar algo pero me temo a que te lo tomes como una molestia, más no lo es. —expresa Aro, nervioso.

—¡No va ser! ¿Aro estás nervioso? Joder, como nos tiene esta mujer. —exclama Caius totalmente divertido e incrédulo ante la mirada de Aro.

—Nos tiene embrujados en su encanto. No te lo niego, querido hermano. —admite Marcus totalmente sincero.

Laice se queda con un sentimiento de satisfacción al escuchar dichos comentarios por lo que no puede evitar sonreír sin entender su motivo del todo.

—A cualquier le daría nervios no saber como reacciona tu mujer. —gruñe Aro, protegiéndose su reputación y reacción.

—Así mismo me siento yo con ustedes. No los conozco, y he venido para ello. Para darles una oportunidad de conocerme, porque las primeras veces que nos vimos solo salimos más disgustados que a gusto. —contesta Laice, siendo más comunicativa.

Aro se queda saciado y sin haber preguntado, por lo que su nerviosismo pasa a segundo plano.

—¿Entonces te quedarás por mas tiempo hoy?—pregunta intrigado.

—Hmmm... Hoy ya no. Debo hacer unas últimas cosas pero veré la forma de volver por un poco más de tiempo más no lo prometo ser puntual —responde pensativa al no saber, cuanto tiempo pasaría por el infierno.

—Entiendo.

Marcus habló por los dos hermanos que se quedaron con un sentimiento sólido de amargura al sentir que no la volverían a tener por un tiempo.

—¿Y si traes un poco de tu trabajo a nuestro castillo? Podríamos compartir mutuamente tiempo juntos así —propuso Caius necesitado de su compañía un poco mas de tiempo.

La Catrina se quedó pensando, si bien ella podía traer su espejo-vortice para pasar de un mundo a otro pero eso suponía explicar a Zeus y otros dioses su motivo, lo cual aún no estaba del todo nutrida en la información que su vida estaba adquiriendo, como enfrentarse al juzgado.

—Lo pensaré. Debo mover muchas cosas para conseguirlo. —contesta vagamente como si no supiera como lograrlo, y era así pero no del todo.

—¿Qué es lo que te preocupa Madam Laice?—pregunta Marcus.

Laice lo mira extrañada al sentirse desnuda ante la mirada atenta del barbaro hombre.

—¿Tanto se nota?—pregunta con tanta inocencia que los reyes se sienten borrachos por ella.

—Es que tu mirada oscura se torna turbia en cuánto dudas. _explica Marcus, como si las palabras no pudieran explicar completamente lo que lograse ver en ella.

—Es asombroso saber que Marcus es más sensible a la conexión contigo que tu con nosotros —murmura maravillado Aro.

—¿Qué es lo que habéis hecho en cuanto desaparecieron aquel tiempo atrás? Osea, cuando lo secuestraste. —comentó Caius intrigado.

—Aún no es tiempo que lo sepan.

—¿Cómo que no?—gruñó Caius.

—¿Y cuándo lo será?—preguntó Aro.

—Cuando les tenga mas confianza. Un día no basta para conseguirlo. —sentencia con tanta seguridad, que los hace sentir mucha impotencia.

—¿Y cómo nos podríamos ganar tu confianza si solo vienes de vez en cuando?—pregunta con tanta impotencia Caius, levantándose molesto del banco.

—Hermano ten paciencia, tiempo tenemos mucho...—intervino Marcus.

—¡Pero no me gusta! No es justo.—expresó Caius totalmente impaciente.

—Todo comienza al compartir tiempo, dicen que cuando más corto es el tiempo, más se aprende a valorar el segundo. —murmura como si su actitud fuera a pasar a un segundo plano. Y así era tras ver como del suelo a unos metros se abría una grieta.

—Pero... —murmura con una molestia ahogada Aro, tras verla levantarse y dejarlos alejados un poco de ella. La toma de la muñeca evitando que se pierda de su vista tal cual como el querubin lo hizo— ¿A dónde vas?

—Ya la hora terminó. Debo volver.

—No... No, por favor. —sisearon Caius y Aro con dolor al ver de reojo un reloj colgado cerca de ellos, el tiempo había pasado volando.

—Nos volveremos a ver... Por favor, suéltame, mi Rey... —murmura con cierta aflicción la Catrina.

Aro se niega pero en cuanto nota la mano libre sobre su mejilla, suspira y se regocija en esa caricia, lentamente va aflojando el agarre.

—Si es que posees una forma para vernos aunque sea un momento, haznos saber. —pide Aro, mientras la suelta mimado por la caricia.

—Laice, que sepas que no quiero que te vayas y no quiero dejarte ir.—advierte Caius con total determinación.

—¿Pero...?—pregunta Laice como si sintiera que no fue dicha toda la frase.

—Pero te dejo ir, porque quiero verte volver, para robarte un beso como este. —gruñe mientras la atrapa entre sus brazos y la besa tan pasional, que ronronea ante el deleite fusión de estremecimiento mutuo. Robando el aire a su compañera.

Quién queda temblorosa ante su tacto, sin embargo, no dijo nada antes de que los vampiros parpadearan por el viento cálido que obligó que cerraran sus ojos y tras ellos, ninguno de los tres la vio de nuevo. Porque Laice se había metido tras ese caluroso viento hacia la grieta directo al infierno, alterada y nerviosa por sentir los latidos de su corazón repercutir en su cuerpo.

Los tres habían quedado satisfechos al saber que un beso impredecible podrían colocarla nerviosa. Por lo que quedaron ansiosos para poder comprobarlo por sus propios metodos, la próxima vez que la vieran.

Mis Reyes - VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora