🎃 Capítulo 24

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Gracias a la ayuda de sus queridos Jane y Alec, Aro pudo llegar a la biblioteca, el golpe duro que había dado la Catrina hacia él no solo lo afectó ligeramente fisicamente sino que emocionalmente, sentía como su piel empezaba a cristalizarse por la falta de su amor. Las voces de Caius se escucharon sonar desde muy lejos cuando se cumplieron seis horas, siendo las dos y media de la madrugada; Marcus venía con semblante serio, escuchando a su hermano, ambos habían sentido el lazo arder y eso no era algo que esperaban, hasta el mismo percibió como tembló el lazo de compañera al estar con el hilo que conectaba con Aro.

—Juro solemnemente que si ha hecho todo lo contrario, ¡No va a quedar ileso!—se expresó Caius impaciente y molesto. Ante el presentimiento.

—Yo no me pondré.

Marcus podía ser civilizado, calmado y paciente pero todo tenía un límite.

Caius sonrió con malicia, orgullo y ansiedad, si era lo que imaginaba no iba a desaprovechar la oportunidad de desmembrarlo, lo bueno de esto era que su compañera no lo sentiría a menos que estuviera sobre la tierra.

Demetri y Afton abrieron la puerta para sus reyes, anunciando la preocupación en los rostros de Jane y Alec hacia su amo. Pero aún así Aro no parece reaccionar, solo parece estar ido y decaído.

—Aro Vulturi.

Al mencionarlo tan serio y determinante, su instinto por naturaleza lo hizo levantar el rostro, sus ojos se encontraban con peores ojeras de las que se recordaba.

—Hermanos... Ella hizo algo atroz, no pude pasarlo por encima, yo... No pude.—admitió resentido ante lo ocurrido.

—¿Atroz? Por lo que veo, tu eres el que causa caos en nuestra ausencia. —sisea venenosamente Caius.

—Ella no nos castigaría como pareces acusarla, ella siempre tiene sus motivos justificados con la cruda verdad. —defendió fielmente Marcus a su compañera, con el poco tiempo que había compartido con ella, podía admitir que la conocía lo necesario.

—¡Ella quiere demasiado de mi, no podré cambiar lo que soy! Le pedí que ella haga también sacrificios como quiere que hagamos pero... Pero me dijo que ya los hizo, ¡Pero no los hizo frente a nosotros para que sea justo!—gruñe Aro tan molesto y dolido.

Marcus con su aspecto bárbaro se va acercando incomodo a como la hace ver como enemiga en cada palabra que dice su querido hermano, ahora no tan querido que digamos.

Caius no esperó a mas y lo tomó por el cuello, arrojando a un lado la silla de la gran mesa larga de la biblioteca, haciendo un estruendo en el lugar.

—¿De qué la acusas específicamente?—sisea molesto Caius, la paciencia se le agotaba muy fácil.

—Su sacrificio ya lo hizo. Dio la natalidad por la condición de poder estar con nosotros. Dio algo que nos pertenecía tambien decidir, ¡Podríamos haber tenido una descendencia poderosa que causara el respeto que nos merecemos, hermanos!—se quejó histérico mientras trataba de alejarse de Caius quién cada vez apretaba más el agarre del cuello proximo.

—Da rabia si... Pero ya sé porqué se ha enojado tanto. Porque imagino que si fue así, ¿No?— sisea cada vez mas amenazante Caius mostrando sus colmillos que tienen ganas de romperlo.

—Al expresarle mi disconformidad, ella... Ella me mostró esa perturbadora cara y ese terrorífico carácter, me dijo algo como:... "El día que dejes esa avaricia que te carcome e intoxica el alma estancada, será el día que nos volveremos a ver. No mereces ningun día conmigo" Fue tan frivola conmigo, se supone que soy su compañero... Pero me dejó y el espejo se oscureció tras su marcha. —admite recordando ese momento perturbador.

Marcus hizo crugir sus nudillos.

Caius no lo soportó y sentenció tras arrancar el brazo derecho de Aro.

—Nadie se involucre en esta discusión, el que lo haga, considerese extinguido. —gruñó tan fuerte y determinante que los que estaban detrás de las puertas cerradas de la biblioteca, todos temblaron ante el mal carácter del Rey Caius en esta oportunidad.

—Quien sea fiel a Aro, cuidese, porque este escarmiento es más que justo. No lo mataremos pero busquen a Carlisle, que no se entere de la existencia de nuestra compañera o el castigo será peor —advierte Marcus mientras se acerca Aro quién se queja de dolor siseando ante su brazo derecho perdido— Solo tu eres el responsable de este escarmiento, nadie sale ileso tras molestar a nuestra compañera aún cuando seas un hermano, un rey o el mismo compañero suyo.

Aro tembló de horror al ver las caras siniestras de esos vampiros a los que considera hermanos, horror del dolor que le estaban inflingiendo y dolor incrementando entre cada parte de su brazo, piernas, muslos, tobillos y pies se desmembrados sin ninguna consideración. Dolía respirar, dolía intentar moverse, dolía siquiera intentar moverse hacia sus partes rotas esto era demasiado para lo que creían que fueran capaz de hacer, los había subestimado durante tantos siglos.

Pero muy en el fondo está orgulloso, su compañera está en buenas manos, la protegerían excelente contra los suyos. Sin embargo, él se estaba perdiendo entre la sensación de dolor que lo azotaba siendo mil veces peor que el don de Jane, ya que este dolor de estar incapacitado de movilidad se juntaba con la sentencia frivola del rechazo de la compañera compartida.

—Piedad... Hermanos... —gimió Aro.

—¿Serás mejor de lo que eres por y para ella? Dejarás tus actitudes pateticas a un lado cuando ella sea parte de nuestra vida, si no juras y prometes cambiar para mejor... No dejaré que siquiera sanes un poco, no hasta que Carlisle llegue a reconstruirte —advierte Caius.

—No estarás mas solo cerca suyo. Solo haces estupideces, tendrás prohibido hablar si no pides permiso, adoptarás la sumisión porque te lo mereces, yo si quiero humillarte —admite Marcus mientras agarra la cabeza de su hermano, viendo el miedo abriendo totalmente los ojos— ¿Que dices?

—L-lo haré... Lo haré... —suplica con temor de ser desconectado.

—No he escuchado que lo jures —tararea divertido y cínico, Caius.

Marcus empezó a hacer ligera presión en el cuello, se escuchaba el ruido tan estremecedor de estar separandose el cuerpo y el cuello, haciendo presión en el miedo y la decisión de Aro.

—¡Lo juro! Juro solemnemente hacer todo lo que propongáis si así lograré el perdón de nuestra compañera —gritó tan angustiado y adolorido que en cuanto no sintió mas dolor, se perdió en la oscuridad.

Marcus hizo una mueca al haberse pasado con el estirón, tener entre sus manos la cabeza de Aro había sido un sueño pero no esperaba realizarlo como tal.

—Ups... Creo que se me pasó un poco el resentimiento hacia él.

—Meh, se lo merecía. Ni culpa sientas. —expresa mas relajado y satisfecho Caius, al menos ver a Aro siendo un muñeco desmembrado era sin duda una linda fotografía que permanecería felizmente en su memoria.

Siendo así como en cuánto ambos Reyes escucharon la ansiedad de Alec y Jane tras la puerta, se lo abrieron, dejandolos pasar.

—Tienen prohibido conectarlo o ayudarlo en la sanación. Cuiden su estado de salud pero solo cuando Carlisle llegue tienen permitido revivirlo —sentenció Marcus.

Jane miraba con ojos cristalizados a lo que es su padre, igual que Alec, asintiendo cohibidos por la letalidad y horrible castigo que habían infringido a su Rey y padre.

Mis Reyes - VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora