🎃 Capítulo 13

520 50 0
                                    

Aro, Marcus y Caius se encontraban en el patio privado del Castillo donde solo se podía concebir los sonidos de la naturaleza, apreciando la calmada noche. La posición de los tres reyes en la banca era extraña, del lado izquierdo se encontraba sentado Aro, del lado derecho Caius mientras que en el suelo, en una butaca baja de madera estaba Marcus y a sus lados en butacas similares Jane a su izquierda y derecha Alec, todos envueltos entorno a la figura del medio, osea la Catrina Laice.

—Este silencio es tan hermoso... Más agradable con vuestras compañías.—admitió Laice mucho más calmada.

—No tan hermoso como mis ojos atesoran ver en estos momentos —alagó Aro mientras la observa.

Alec y Jane sonríen ligeramente al ver tan romántico a su amo. Nunca lo habían visto así, no era desagradable de ver, sin duda eran dichosos.

—Antes de que entremos en la etapa de alagos, me encantaría salir de este nudo de confunciones, hermano. —intervino Marcus mientras que se veía las intenciones de Aro en cortejar a su compañera compartida.

Aro lo miró molesto, casi gruñó pero sabía que tenía razón pero la molestia por no sentir ningún cambio emocional en el rostro de su compañera lo hacía sentir la necesidad de alagarla mucho hasta conseguir aunque sea una reacción afectiva. Suspiró conteniendo su molestia.

—Tienes razón, hay muchas preguntas y respuestas que escuchar. —murmura a regañadientes Aro.

—¿Podrás contestarnos verdad? También podrás preguntarnos todo lo que desees, mi preciosa reina. —pregunta con respeto y consideración Caius, al verla perdida con la vista al cielo disfrutando de la corriente fresca de la noche que acariciaba su cabello oscuro y tétrico.

—Mis planes hace un buen rato se salieron del ajuste planeado. No supongo molestia alguna si ya salimos totalmente de mi zona de confort. —predispuso la Catrina Laice una calmada reacción ante la pregunta.— Me parece lo más adecuado a realizar en estos momentos.

—Perfecto. ¿Cómo es que tienes hilo blanco atado a mis niños? Aún no nos hemos casado —bromea Aro, aplaudiendo y llamando la atención de su querida compañera.

—Supongo es el instinto maternal. Siempre me pasa a donde vaya, no hay forma de evitar el apego. —expresa Laice mientras se encurva hacia Jane y Alec, tocando sus mejillas con cada mano. Dejando una dulce caricia protectora y tranquilizante en ambos— Son fieles y tranquilos, mantienen la compostura, ¿Quién no los querría?

Los mencionados se sintieron sumamente apenados, nunca nadie los había visto de esa manera. Sus amos solo se encontraban orgullosos de sus dondes agraciados pero no de tal forma como la Reina los tenía presentes.

—Ya veo... Espero que estos lazos avisen con anticipación para no caer en estos sentimientos confusos. —comunica Marcus al entenderla.

—No todo en esta vida podrán manejar a su antojo, deberían saberlo más que otro por los milenios que han vivido, mis reyes. —expresa Laice con una mirada divertida.

Aro celoso de que él pudiera cautivarla, toma su mano como para llamar su atención sin embargo, nota como frunce su nariz en incomodidad.

—¿Por que no te dejaste ver antes de intervenir? Sabes? Nos hemos sentido horribles estas semanas sin ti. —murmura molesto Aro.

—Hago lo que me complazca hacer. Además no iba a interrumpir sus sesiones de juicios como si fuera la Reina inglesa, me gusta el respeto y así como hoy he respetado me gustaría que vosotros cultivaran lo mismo en un próximo tiempo. Mis juicios no son para nada faciles como los suyos. —contempla sus respuesta incomoda, quitando su mano izquierda del agarra de Aro— No fuerces algo que no doy.

—¡Pero no es justo!—gruñó como si fuera un berrinche de un niño.

Caius suspira al ver la vergüenza ajena que causa su hermano.

—Aro, estás avergonzandome. Mejor cállate. —gruñe impaciente mientras mira intensamente a su compañera pensando en como llamar su atención.

La catrina Laice voltea su rostro hacia él, y levanta una ceja mirandolo con sospecha, sintiendo una extraña sensación picar su alma.

—¿Por qué no estas actuando como un poseso? Esto es tan raro para ti como para mí, ¿Qué deseas de mi?—pregunta Laice curiosa.

Caius se quedó sorprendido por llamar su atención con solo retener su impulso de tomarla sin su permiso. Entendiendo que su mejor camino era levantar incredulidad en ella para atraer su atención hacia él.

—No me voy a enojar con cómo me has hecho quedar frente a todos, porque ya estoy contento con lo que acabo de recibir. —satisfecho contestó suspirando con una alegría que no compartiría con ninguno más.

La Catrina lo quedó viendo como si le hubiera salido un tercer ojo. Chasquea la lengua contra su paladar y suspira.

—No entendí ni madres.

Ni ellos la entendieron con esa frase dicha, sin duda alguna, les costaría comunicarse debido a los lenguajes que poseían entre los tres.

—¿Nos podríamos retirar?—pregunta Jane algo incómoda.

Alec apoyó la moción de su hermana. Verlos tan incómodos y siendo el sujeta velas en esa situación les estaba dando acidez, necesitaban ir a vagar y escapar de cualquier represalia.

—Pueden retirarse...—aceptó Aro.

—Espero tengan muy buena noche, jóvenes. —añade armoniosamente Laice, mientras se despide de ellos con un gesto de manos.

Jane y Alec tranquilos se retiraron tras una reverencia hacia ella.

—No sé que es peor, que a veces parece que no me toleras o los celos que tengo de tu atención en ellos. —gruñó Aro.

—Sin duda los celos idiotas ante los mocosos, ella no nos cambiaría por ellos... ¿Verdad?—pregunta Caius.

La Catrina los mira y sonríe al sentirse parte del momento, era extraño no sentirse fuera de lugar.

—¿Se puede acaso cambiar la opción de ser compañeros?—preguntó con una inocencia fingida.

Logrando que los tres la miren nerviosos, sin embargo, no pasa ni tres segundo que luego la misma les dedica una sonrisa cálida.

—Eso fue una broma. Estas bromeando....—afirmó Marcus asombrado al verla así.

—Así parece.

—¿Porqué parece que es algo nuevo para ti?—pregunta Caius.

—Por que nunca me he sentido tan bien estando cerca de tres hombres, ni mucho menos sintiendome viva.

—¿Cómo?—preguntó extrañado Aro.

—Hace mucho tiempo que no comparto existencia con hombres guapos y con ingenios del demonio, ni mucho menos es que sea expresiva. —contesta Laice con sencillez.

—Entonces... ¿Nos estás diciendo que traemos a la vida...?—pregunta algo confundido Caius.

—Eso supongo.

Caius y Aro, se sintieron importantes tras la afirmación. Pero Marcus supo que ella no afirmaría en voz alta al cien por siento, porque se la notaba orgullosa y rencorosa a dar reconocimiento al orgullo varonil.

Mis Reyes - VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora