🎃 Capítulo 21

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2005, Volterra Italia.

Aro estaba siendo castigado con el silencio gélido, hablaba cuando era necesario con sus hermanos y estos solo se la pasaban hablando con su compañera mientras él se encontraba en otra recámara. Caius le había prohibido acercarse al espejo, tras ver mejor como se había comportado frente a su compañera al perser los estribos por la forma en la que iba a perder el poder sobre la raza, lo hizo sentir un estúpido sin corazón.

Y no fue fácil aceptarlo, tuvo que pasar aislado de sus hermanos, lidiar con la mirada decepcionada de sus armas letales: Jane y Alec. Escucharlos hablar con ella en otra habitación y que ella ni siquiera tuviera la intención de dirigirle la palabras, lo dejaban más que claro que lo había cagado.

Desde el octubre hasta noviembre del año anterior, es decir 2004, no tuvieron noticias de ella ni de su presencia siquiera, según los rumores e investigación de Demetri la pudo ver por México, trabajando y festejando el día de los muertos. Como toda una Reina cuidando de los suyos y compartiendo tiempo con los humanos.

Aquello sin duda, les había dolido, que aunque ella estuviera muerta, tenía un afecto increíble y cariñoso hacia los humanos vivos o muertos, y que no la pudieran ver alegrarse estando cerca de ellos, era la peor y cruel realidad.

Si tan solo el mequetrefe este no la hubiera lastimado, quizás... Estaríamos acompañandola en sus días festivos... O de trabajo...—gruñó Caius molesto aquella vez.

—Ya tendremos oportunidad... Solo hace falta que el tiempo nos perdone su idiotez —comentó Marcus pareciendo parcial pero sin duda se notaba la molestia de la ausencia de la compañera.

Aro mes tras mes pudo entender un poco que tener todo el poder, realmente no lo hacía tan satisfecho o feliz como creía serlo. Sintiéndose cada día más perdido sin verla, sin saber de ella, sin siquiera tener el honor de tocarla y todo porque había sido un bocaza; sintiendose deplorable decidió llamar a Demetri para investigar su ubicación exacta pero se demoró tanto en reflexionar sus actos que para cuando su guardia regresó, este solo pudo decir malas noticias para él.

Perdone mi amo... No encuentro más el rastro de la Reina, me temo que ya no vaga por nuestro mundo... Lo lamento mucho —expresó avergonzado Demetri tras no poder ofrecerle lo que ansiaba.

Todos vieron como la noticia había afectado a su soberano, mucho más de lo que imaginaban. Caius estaba contento de verlo tan desdichado, según él se lo merecía con todas las letras del abecedario, mientras que para Marcus solo se dedicaba a limpiar el vidrio del espejo, esperando que la Catrina se dejara ver.

Pero eso no sucedió.

Enero del año 2005, llegó y un nuevo año consigo, un año dónde no sabían cuando la volverían a ver o si siquiera ella los fuera a extrañar. Esperaban ansiosos y perdidos a que su hermano Aro viera que si no se retractaba de sus palabras, ella no vendría abiertamente a compartir tiempo con ellos.

Si debía dar amor, debía ser uno para todos y todos para todo. Y su presencia si no era bienvenida, ella no iba a perder el tiempo a lidiar con personas o criaturas carentes de criterio justo o razonamiento lógico.

—¡Ya basta! Me cansé. —gruñó un día Caius, perdiendo los estribos agarró a Aro del cuello de la ropa y lo encaró contra el librero.— No podemos seguir estancados por tu inutilidad, Aro. La contactarás, pedirás y suplicarás su presencia por lo que más quieras, potque ya no soporto este vacío en mi pecho. La necesitamos...

Aro asustado y sorprendido por la bárbara forma de comunicarse lo hizo caer en cuenta, que no era el único que se estaba volviendo loco y ausente sin ella, cayendo en la apariencia desgastada y triste de sus hermanos. Cada día en vez de ser mejor soberano, de cuidar de los suyos y avanzar solo se estaba petrificando como una víctima.

—Caius...—trató de intervenir Marcus, intentando detener el confrontamiento.

—¡No! El debe saberlo. Si no la buscas, no vendrá a ser feliz estando juntos como debe ser. ¡Llamala, buscala, pide perdón y por supuesto, si es necesario nunca más vuelvas a meter la pata de esta manera!—gruñe Caius arrojandolo al suelo con desden, molesto con Marcus por tener tanta condescendencia hacia el idiota.

—No se como hacerlo... Ni siquiera está entre nuestro mundo, ¿Cómo quieres que lo haga?—siseó dolido y perdido, avergonzado de ser un débil mas para el aquelarre en estos momentos.

—Pues, no te cuesta nada ir a ver el espejo, tocarlo y hablarle como se merece. Porque el año pasado, seis meses atrás la trataste como una basura como si ella no fuera nuestra vida, nuestro ancla y felicidad en esta inmortal existencia. Asi que, deja de ser un fracasado y lucha pot conseguir su atención, porque solo a ti te está esperando... —contesta molesto.

Ellos podían hablar con ella tanto como pudieran, pero no era lo mismo verla através del espejo y no tenerla presente, olfatear su aroma delicioso y por sobre todo verla reaccionar a la cercanía de alguno de los dos.

Esto debía solucionar si o si, a la de ya.

Ni un segundo más, sufriendo por culpa de uno. Porqué ya habían aprendido que si uno lo cagaba, todos lo sufrían.

Si ella es la compañera que les tocó compartir, deberán aprender a saberla cuidar y respetar para que ella pudiera darles lo mejor del mundo estando solo a su lado.

No con este concreto absurdo y distante trato que Aro se había ganado a pulso.

Mis Reyes - VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora