🎃 Capítulo 22

350 30 2
                                    

Esa noche, a unas cinco horas atrás del encaramiento de Caius, Aro se había sentado frente al espejo antiguo con la mente en blanco, sin saber que hacer o como comenzar para que fuera escuchado por ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esa noche, a unas cinco horas atrás del encaramiento de Caius, Aro se había sentado frente al espejo antiguo con la mente en blanco, sin saber que hacer o como comenzar para que fuera escuchado por ella.

«Estoy tan perdido, ni siquiera me ayudan los bastardos. "Arréglalo tu, sólo tu sabrás como", ¿Cómo voy a saberlo?»pensó molesto Aro.

Se miró unas cuántas veces al espejo, acomodándose el cabello y su ropa, limpiando hasta las pelusas inexistentes, Alec y Jane se encontraban mirando totalmente divertidos la escena, ya que nunca antes habían visto a su líder un manojo de nervios.

Marcus y Caius habían decidido ir a cazar, preferían estar fuera, a sentirse avergonzados por la forma tan idiota de ser en Aro hacia ella.

—Bien... Yo esto... ¿Alo?—pregunta nervioso mirando como si estuviera buscando algo en particular entre el reflejo de su rostro en el espejo.

Se sintió idiota, y mucho más cuando se empezaba a inquietar, por lo que fastidiado y avergonzado posó su mano en el espejo, pensando en como podía ella escucharlo.

—Yo... Esto... No se como comunicarme contigo, ni mucho menos como saber si siquiera podrás escucharme pero... Si de algo funciona este espejo, quiero creer que te lleguen mis palabras aunque sea...—dice torpemente Aro. Se estironea ligeramente el copete con nerviosismo, pero resopla.— Catrina Laice, sé que lo arruiné al atacarte aquella vez, no me tomé con la mente fría la cuestión que estaba expresando de la forma más tranquila que tenías de decir que iba a perder mi reinado. Sé que no debí siquiera considerar en atacarte, pero debes entender que este reinado es todo en lo que he estado trabajo por siglos...

Aro miraba el espejo y nada. No podía verla, sintiéndose más ridículo al estar viéndose tan deplorable y desaparado en el espejo, recostó su frente sobre el vidrio y susurró:

—No sé como decirlo correctamente, pero... Te extraño bastante, en este tiempo me he dado cuenta de lo vacío que es todo lo que me rodea si ya no estás caminando en mi vida. Si es que se le puede decir vida a esto...claro —explica sintiéndose aún ridículo.

El espejo empezó a mostrar un ligero brillo y un fresco gélido emanar de él, como si fuera parte mágica, una onda de gota reflejó el despacho de su compañera, mientras ella parecía mirarlo con recelo.

—¡Laice! Tu... ¿Tu en verdad me escuchas verdad?—suplicó con ilusión al verla aparecer.

Sin embargo, no recibió algun signo de que ella hablaría, solo lo miraba con aquellas cuencas vacías e iluminadas, mientras jugaba con una pluma entintada pero volvió a observar los papeles en la mesa.

—Laice... Por favor, mi Reina, habla conmigo... Ya suficiente es verte y no tenerte. —pidió padeciendo dolor.

Se escucha perfectamente el chasquido de una lengua contra el paladar, pero ella no poseía dicha posibilidad de realizar tal cuestión.

—¿Realmente qué es lo que necesitas de mi, Rey Aro?—pregunta con seriedad.

Es allí cuando Aro pudo percibir la sentencia, si no elegía bien las palabras que le diría, tal vez todo lo que deseaba a su lado se le sería arrebatado por su inexperiencia con el amor.

«¿Habrá algún Dios o persona capaz de ayudarlo en su decisión de acciones o selección de palabras?»pensó desamparado, tragando saliva sin necesitarlo, para mirarlo decidido pero temeroso, pero eso no lo mostraría.

[...]

A) Aro deberá arrodillarse para que las palabras que han salido por su boca, sean creíbles.

B) Jane y Alec le salvan el trasero a su amo, interviniendo.

C) La Catrina Laice da su veredicto final, lo toma o lo deja.

¡Estaré esperando sus decisiones!
¡nos vemos en el próximo capítulo!

Mis Reyes - VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora