Muñeca de cristal.

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Gracias a tu ausencia, tu ausencia que no tuvo la culpa pero sí el peso de mi tristeza, hoy quiero cerrar los ojos.

De hecho hace mucho, no estaba lista para admitirlo.

Te odio tanto por no poder ser feliz ¿qué te cuesta? Sólo tienes que sonreír y disfrutar las cosas, ¿es tan difícil?

Sí, es lo más duro, podría intentar pararme de la silla donde me he sumergido, pero no puedo.

Ya no.

No tengo fuerza para aquello, para levantarme y fingir que por mi mente no han pasado suficientes formas de acabar con aquello.

No siempre estoy triste, suelo reír aún.

Tengo miedo de que un día ya no sonría.

Pero lo cierto es que me queda mucho, muchos caminos y puas que sobrepasar.

No sé si pueda llegar a ese punto.

Porque los 365 días del año se han hecho pesados, y es que en la última semana ya ni siquiera lo evito. Llorar se ha vuelto en un refugio, cerrar los ojos, humedecer mi rostro de sal y dejar que la marea me lleve con ella, a un lugar donde nadie se atreve entrar, por eso pasan de largo.

Odio las risas, sus risas, todos pueden continuar con normalidad mientras yo parezco hundirme.

¿Por qué no me han dado salvavidas? ¿Por qué no puedo flotar?
Me estoy ahogando.

Y es cuando el corazón vuelve a su ritmo, vuelve a latir, una, dos, seis veces...Todo se detiene y el bombea.

¿Fui estúpida al amarte? Eso me empezó a presionar una daga que no tenía, me hiciste una abertura que poco a poco se hace más grande, ya no hay cura, como si fuera una enfermedad mortal...Me estoy muriendo entonces.

¿Crees que es fácil? ¿Te has hundido? ¿En qué sentido? ¿Cómo alguien puede atreverse a mencionar que el agua que llena tus pulmones se puede escupir si así lo quieres? Si esa misma agua que lleno mis pulmones esta en cada esquina esperando para llenarme otra vez.

Nunca fui fuerte, es verdad, pero es que tampoco quería serlo.

Yo quería cobijarme, respirar a la vez...

A cambio de aquello he conseguido dejar caer las gotas saladas sin expresión, me he vaciado tanto que ya no tengo que más expresar.

Desearía obtener ayuda, una mano...Pero cada mano es más débil que otra, cada una de ellas se cansa, al fin y al cabo son manos.

¿Pero por qué no la tengo? La mano que te saca de la sumisión del agua no existe.

Las últimas veces, el lago es tan grande que después de dejar que la ciudad se inunde ya no siento nada, mi rostro inexpresivo se refleja en la mirada del otro preguntándose como parecía estar sufriendo hace poco y ahora, de repente, parecer no estar sintiendo nada, y es que me voy a secar, un día ya no sentiré nada, un día el vacío en el pecho se hará más grande para tirarme la cabeza y meterme en el.

Un día no muy lejano si la palabra comenzando por "t" persiste...es el sufrimiento el que hará que todo se apague, que mis ojos se cierren y cuando abran ya no haya una fuga.

No estarán goteando debido a que ya han soltado todo, debido a pasan por una sequía después de una tormenta sin frenos.

Sin frenos me lanzó al abismo, no soy delicada, ni suave.

Aunque lo intento, intento no derrumbarme con imprudencia, pero ya no es posible, no cuando harías todo para hacer un grito libre de expresión del cansancio.

Odio que el cansancio parezca tirar de mi cabello y manejarme cual muñeca de cristal que hoy en día cualquiera puede quebrar.

Ojos que me miraban con desprecio se han llegado a preocupar por mi, pues es que he sobrepasado los límites de la salud. La muñeca de cristal se ha roto.

Y no hay como repararla. Está rota.

La tristeza se ha vuelto en sufrimiento y el sufrimiento en enfermedad.

¿Sabían que cada que una mujer llora se rompe una pequeña vena de su corazón?

El corazón de la muñeca de cristal se ha quedado sin venas.

No existen.

Ya no volverán, están marchitas.

Te odio, me odio.

-Rouse.

LAS CARTAS DE AMOR QUE NUNCA SE ENVIARONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora