Reloj

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Observo el reloj del celular, una, dos, tres, cuatro, cinco veces.

¿Ha cambiado algo? No.

¿Hay algo nuevo? Tal vez haya...

No, no hay nada.

Ansío que pasen lo minutos como si aquello cambiará el hecho de que no hay nada nuevo.

Intento meterme en la eufonía del reloj, en sus segundos y los momentos que hay entre lo oculto del tiempo.

Pero no cambiará nada, no cambia el vacío profundo de mi alma y la soledad antigua que migra en mis ojos cuando deciden llorar.

No cambia la significación de mi soledad y la envidia de vidas que no son mías.

¿Por qué no acabo con el reloj? Porque no tengo razones. Porque las palabras de una lista no escrita, no están, jamás se han dicho, nunca han ocurrido.

Ansío el pasado como los transeúntes del ciclo de la existencia desean el futuro, ellos dicen que el cambio está ahí pero estoy cansada.

El reloj suena una y otra vez.

Estoy exhausta de escuchar palabras melodiosas que buscan indicar que todo será mejor.

Está en el futuro dicen.

Pero no, yo aspiro por el pasado, por hacer que no me abandonarás.

Hay personas que perviven en la costumbre de la monotonía, ellos no se preocupan por quienes vienen y van, tal vaivén de las olas.

Yo sí, conozco personas, con la consciencia exigiéndome saber cuando me abandonarán, cuando se cansarán de mi.

Cuando dejo caer las gotas de la lluvia que no es lluvia, sino agua de la ducha miserable, que me acompaña en silencio entre pensamientos que no deben ser pensados, me pregunto si la vida es así.

La mente se ocupa cuando el cuerpo está ocupado...

¿Pero cuando no, qué hacen? Soy la infeliz o la vida ya padece de infelicidad.

Parece ser que lo hago mal, eso me dijiste, eso se grabó, como disco de los noventa, que en cualquier momento puede sonar una y otra vez, a pesar de que ya esté rayado.

Los seres humanos quieren fingir que no existe la monotonía si así no lo quieres.

No es posible.

Ya existimos en la rutina, somos mortales.

Y aunque no lo fuéramos también tendríamos alguna otra rutina, no morir.

Pero hay algo que logra un sentimiento, que no se compara con nada en esta invalidez de capsula rota en la que vivimos.

El amor.

¿Qué haces cuando el amor te abandona?

Extrañas, yo extraño recuerdos, queriendo dar tantas vueltas al reloj, lo suficiente para hacerlo vómitar y finalmente volver.

Volver ahí, contigo, con el amor, con el corazón recogido y las palabras intactas.

Con las miradas cruzadas y las promesas en la incertidumbre de las acciones.

Dándote el don de hacerme creer que no me abandonarás.

El reloj sigue, da su continuación una y otra vez pero yo me estancó, una y otra vez.

No hago nada, nada que no sea deber.

Anhelo un cambio, alguien nuevo.

¿Para qué?

¿Para ser echada al suelo como un caramelo, del cual solo queda el papel?

Duele, arde, recibir amor por tan poquito tiempo y luego, cuando lo tienes frente a tus ojos querer devorarlo con impaciencia porque piensas que se acabará.

Como un perro, que no ha probado el aroma a hogar, no, el perro ya se acostumbró a ser atropellado una y otra vez, y luego buscar afecto. Todos sabemos que pasa con esos perros callejeros.

Yo soy la callejera del amor.

La desplazada del cariño.

Y la escasa de felicidad.

¿Contemplo el reloj o eso quiero creer?

¿Contemplo la ventana o eso quiero creer?

Realmente me dedico a esperar que algo altere mi vida, algo.

Alguien que no me abandone.

Pero les digo, que es inevitable escarbar a otro humano y no recordar miradas pasadas que te deterioraron, porque al final todos tienen ojos.

Al final no es el reloj y la desdicha de una existencia no bendita.

Es que soy incapaz de no aburrir, de no ser abandonada.

Por eso cuando la única persona hecha raíz en mi casa me asecha y dice que algún día se irá por orden del reloj..

Yo la miro, y le digo que ese mismo día tambien me iré, rompiendo mi reloj.

Porque eso siempre quise decir.

-Rouse.

LAS CARTAS DE AMOR QUE NUNCA SE ENVIARONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora