Incertidumbre

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Son lágrimas o es despecho hecho agua.

Porque desde tu partida que yo mismo forcé, me has dejado en la incertidumbre.

En la duda constante de cuándo tu regreso me atormentará los días o los hará más bellos.

Pero me estaría mintiendo, los días no han sido bellos desde hace al menos un siglo, siglo porque así se siente el tiempo cuando duele.

Las noches son hermosas, hermosas porque están envenenadas de pensamientos intrusivos, queriendo ahogarme con preguntas que no puedo responder.

Yo toleré lo intolerable por ti y aún así tu lucha es una falencia, algo invisible, inexistente.

Espere como la luna espera el sol, pero nunca amaneció.

Fuiste como un peligro, una lata de soda, dulce y refrescante, para cuando la sed que en este caso era mi necesidad de sentir amor, ataca, intenté abrirla, metiendo mi piel para liberar el "cariño" que conservaba la lata.

Que en este caso eras tú.

Y al abrirla una parte de mi mano se quedó atrapada, pues la pestaña de la lata se rompió y yo me corté con ella.

Sangré y lloré intentando sacar mis dedos mientras el filo oxidado llenaba mis entrañas, tú eras esa lata.

Yo buscaba abrirla, esperando recibir el fresco de la brisa en un día de sol y me quemé, recibiendo fuego.

Eres la lata porque a pesar de saber que me hace tanto daño, intento abrirla, intento escapar de ti pero solo consigo hacerme más daño, arrancarme la piel.

Llevarte mis partes.

Todo esto solo significa que intento soltarte después de tanto tiempo.

Porque sigo estando atrapado en el filo de tu presencia.

Me has infectado.

Vivo en la incertidumbre que me dejas con tus últimas palabras, sin saber, sin poder descubrir en ellas qué quisiste decir.

Si aún guardas amor por mi.

Me intento convencer de que me quieres, intento remediar en noches de insomnio todo lo que tú no curaste en la vivencia de los días.

Yo sólo, con un cerebro perturbado y un corazón roto, el alma en pedazos, curando, en escenarios que no ocurrieron, ocurren ni ocurrirán, tú daño.

Una vez me dijiste que querías volver a nuestro mundo.

Eso no es jodidamente posible.

Eso no existe.

¿Sabes por qué? Porque aquel que conociste no soy yo, aquel era la inocencia hecha alegría, esperando recibir lo que daba.

Y hoy, ni siquiera creo que merezca lo que cualquier océano (persona) desee darme.

Y eso en nuestro mundo, nunca pasó.

En nuestro mundo yo era plutón, y te fuiste a jupiter porque me consideraste tan insuficiente que olvidaste mi presencia.

Por meses, estuve a tu espalda, resistiendo tus pasos sobre un planeta.

Planeta que tal vez tenga más desventajas que yo pero eso no importaba, porque cuando rompes el cristal, no puedes pretender repararlo con pega.

Me dejas en la incertidumbre todos los días porque me pregunto por qué vienes y vas.

Eras el viento de la duda, me empujabas con fuerza, me dejabas caer, y luego aspirabas a con la misma brisa levantarme.

Eso puedo aguantarlo, pero no lo resistí tantas veces, lo mismo, una y otra vez, podiendo respirar...

Perdón.

Una y otra vez...

Manipulación.

Una y otra vez...

Victimización.

Una y otra vez...

Dolor.

El dolor en palabras de individuos rebuscando el amor que nunca tuvieron: es pasajero, pero es que se equivocan.

Se equivocan si creen que la tierra de la duda que sembraste en mi es dolor.

No, es sufrimiento.

Me quisiste sembrar, las plantas florecieron, luego me dejaste en sequía, me quemaste y finalmente dejaste caer la tormenta.

Pero cuando querías volver era muy tarde, yo ya había muerto.

Mi causa de muerte no está escrita pero está reflejada en los trescientos días que tuve que soportar el peso en la espalda.

Intento tomar chocolate para sacarte de mi gusto, parece que los primeros días el sabor es dulce y de repente el sentimiento amargo me llena...

Me derrumbo.

Me dejaste sabor a incertidumbre, a preguntas que no llevan a ningún final.

A finales que no existen.

Sonrío, ¿qué más puedo hacer?

Pretendo, pues no me sale mentir.

Y te odio, pero no sé odiar.

Desearía no saber amar. Y desearía también poderte olvidar.

-Rouse.

LAS CARTAS DE AMOR QUE NUNCA SE ENVIARONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora