The other woman.

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Aquella otra mujer, cómo alguien puede rebajar tantos sentimientos de una persona para pasarla a segundo plano.

Soy la otra mujer, la que dice "te amo, pero no eres mío".

Mis sentimientos tuvieron que ser guardados en un baúl para nunca más ser abiertos, tuve que ocultarme tras las rejas de la vergüenza al no poder ser contada como la primera persona.

¿Por qué nadie puede amarme con la misma fuerza que amo? ¿Nadie quiere ser amado con fuerza? Para muchos fui yo quien mintió, pero esa no es la parte que contiene más veracidad de la historia, pues yo siempre dije la verdad, incluso cuando te dije sin que escucharas, que te amaba, te amo y te amaré, al menos desde la sombra.

Sombra que oculta la noche, cuando lloro, sombra que oculta mi corazón cuando se esconde ante la llegada de un nuevo amor, y es que mi frágil cuerpo no soportaría ser destrozado con otras palabras de amor que realmente son mentiras.

¿Cómo la gente puede disfrazarse con esa gran palabra? Palabra que pesa, la mentira, todos hemos dicho alguna vez pero lo peor del caso, no es eso. Es la razón de mis mentiras.

Mis ojos, tuvieron que ser inundados con lágrimas que me quemaban el rostro por ser la segunda, la segunda siempre.

La otra mujer, aquella mujer que la sociedad muchas veces entre libros y novelas dramáticas, se encargo de tachar de mala. No soy mala.

¿Acaso puedo poseer maldad por querer amor? Entonces todos somos malos en un mundo que la gente quiere pintar de bueno.

Y es qué, ¿a quién queremos engañar?

El amor nunca fue de rosas, ni mariposas, tampoco ese estilo de belleza renaciendo que muchos se encargaron de hacernos creer. El amor es negro, porque todos somos ciegos cuando se apodera de nuestro cuerpo, el amor es gris porque los días no paran de llover al no recibir respuesta de la razón de nuestros pensamientos, días hablando de rostros que se mojaron por dicha palabra, el amor es rojo, y no por los corazones de febrero, rojo porque a veces parece que nos estamos desangrando de amor.

Quienes conocen el amor tal vez no sean quienes lo viven, los que conocen el amor tal vez sean los que sufren.

Amor, eso lleva a hacerme la otra mujer, porque el autoestima que muchas veces nos piden tener al borde del cielo, esta ahí, en el borde, pero no del cielo, sino de un abismo.

Soy la otra mujer por querer ser la primera y no la segunda. Y por amar tanto que dicho cometido no se hiciera real.

Tal vez me amaron tan poco que tuve que conformarme con ser la segunda, tal vez a eso me acostumbré.

¿No es cruel?

Es demasiado cruel para un ser humano que apenas y ha experimentado el amor, y es que no diga que sea malo, pero pobre aquel que haya confundido atención con amor. Eso sí que es malo.

Soy la otra mujer por el sentimiento de no querer el abandono. Porque nadie quiere ser abandonado por una persona que desea tanto como desea la felicidad, y es que tal vez la felicidad es sinónimo de esa persona.

¿Es que no les arde el alma ser reflejados en este espejo que estoy plasmando entre letras que se van a perder?

Duele, no es dolor.

Es sufrimiento.

Soy la otra mujer porque por más que me duela suelo no dejar que otros lo vean, suelo ocultarme de la lupa del otro. Soy más que eso y aún así me encuentro en esas cuatro palabras, aún así me encuentro derramando lágrimas y pronunciando palabras desentendidas por la persona que amo.

O amé.

A veces ser la otra mujer hace un nudo en tu corazón, nudo que se conecta con el alma y la mente, y que nadie más sería capaz de desprender.

A veces ser la otra mujer lleva un peso mental, porque sé sabe que uno no es la otra mujer, uno no merece dicho pronombre.

Pero...aún así me encuentro aquí.

Tal vez algún día llegue alguien que valga la pena. Y aunque llegara no importaría porque soy la otra mujer.

-Rouse

LAS CARTAS DE AMOR QUE NUNCA SE ENVIARON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora