Ya sé ha acabado una historia.
Porque arrancaste mis capítulos de la tuya.
No me extrañas.
Porque nunca lo has hecho.
Me ofendes con tu rechazo sobre la ausencia de mi odio.
Porque sino te enamoras sin odiar, no estás realmente enamorado.
Amarme para él no es una opción, ni siquiera posibilidad.
Ya no me ama.
Todos los días me levanto, despierto triste, duermo con aquella tristeza como si de vivir con lagrimas se tratará la vida.
Como si fuera mi culpa que tu amor ya no es mío, ¿alguna vez lo fue?
A veces me pregunto cómo la gente es capaz de apagar la música de su corazón, de no bailar el amor.
De no sentir más velocidad descontrolada en sus latidos.
De dejarme en imprudencia sin girar el reloj para mover el peso de la arena.
Ya no me ama.
Paso mis días con el pecho fruncido y las manos cansadas, se cansan del deseo de tocar a alguien que no desea ser tocado.
No por mi tragedia aferrada a tu desinterés.
Sino por mi alma, medianamente reconstruida en días de sol, y enteramente rota al caer de la fría tiniebla.
Pues es que no puedo admitir que ya no me ama.
No puedo olvidar el amor que marcha en tu maleta.
Porque olvidar no es cosa de cualquier estación de paso.
Que trae el invierno y pinta la cabeza de blanco para luego derretirse y volver al principio del ciclo.
Pero olvidar es una cura, sin aquella enfermariamos.
¿Pero cómo obligó a la mente a no perseguir el recuerdo con olas saladas?
¿Cómo seco el mar con un pañuelo?
¿Cómo se apagan los ojos cuando ya no me ama?
Muero, pero ya hace mucho que no lato.
Siempre me estoy muriendo.
Nunca muerta.
Paseo para olvidarme de tú existencia, paseo sin ni siquiera moverme de la imagen de nosotros.
No paseo, ¿cómo puedo hacerlo si ni siquiera salgo de que ya no me ama?
Ya no me ama.
Y es que no lo hará, porque cuando apagas y enciendes una luz, sucesivamente, sin parar, en algún punto de su patética vida dejará de funcionar.
¿Eso le paso a nuestro amor?
O es que siempre lo imaginé, o es que nunca existió.
No me mientas en la cara diciendo que nunca me amaste. Porque lo hiciste.
Escucha bien mis palabras...
Ya no me ama.
Aquellas letras juntas relatan lo contemporáneo de mi desesperada situación por detener tu marcha.
Mi añoro por hacer que tus pies no armen una línea en el mapa.
Una línea que frente a la mía, es paralela.
Siempre hemos sido eso, matemáticas.
Un problema para resolver.
Ya no me ama.
En la soledad antigua...
Porque me he vuelto tan vieja en la inundación de tus palabras falsas.
En la cicatriz que me has dejado.
Cicatriz que nunca sana.
Observo tus días, como si fuera un paisaje, tus días viven la vida, el sol aparece, la lluvia hidrata el falo de tu jardín, lo moja, el sol te besa, la brisa te abraza.
Otra mujer te acompaña.
Mis días sobreviven, la lluvia no viene a mojarme, el sol solo a quemarme y la brisa parece empujarme cada vez más lejos.
Mi jardín se ha marchitado.
Mi jardín no renacerá, porque mi cuerpo no acepta que algún otro libro conserve la llave entre el pie de sus páginas.
Y todo porque ya no me ama.
Me oscurece la idea de las falencias de mi vida.
Los huecos que has dejado.
Los vacíos que no se llenan.
Ya no me ama.
Le pido al universo un desamparado auxilio.
Una ayuda, una que parece perderse en el tráfico de la afligida ciudad de nadie que me has convertido.
Ahora, pretendo hacer poesía con letras huecas, sin sentido, sin coherencia.
Soy una galaxia en vano y un planeta oculto.
Soy una estrella sin luz, apagada.
Soy todo lo inesperado, lo desechado.
Y lo que soy se debe a tu existencia.
Todo lo que no soy también se lo debo a esa existencia.
Por eso quiero que al bañarme, la tristeza se vaya con el agua sucia del dolor.
Y él vuelva.
Pero es que ya no me ama.
-Rouse
ESTÁS LEYENDO
LAS CARTAS DE AMOR QUE NUNCA SE ENVIARON
PoesíaSon trece las cartas que nunca se enviaron, y que están presentes en la memoria para aquellos a los que fueron escritas, un dolor, un amor, una historia plasmada en letras que su humilde escritora espera que ustedes puedan entender, puedan sentir. M...