28

160 38 8
                                    

Narra Jughead adulto.

Recuerdo ese día como el peor de mi vida.

Papá me llevó a la cocina. Me dio una galleta, y mientras la comía, coloreamos juntos.

En ese momento él solo hacía tiempo para pensar como iba a decirme semejante noticia.

Lo hizo bien, solo que no hay forma de decirle eso a un niño y que no reaccione de la peor manera posible.

-Campeón -dijo sentandome en la mesa, con mis dos pies apoyados en sus piernas-

Tomó mis manos y me miró a los ojos.

-Mami estaba muy enferma, y se la tuvieron que llevar al hospital.

-¿Quiénes?

-Un vecino la vio y la ayudó. La llevaron en una ambulancia, y la tuvieron internada.

Aún no entiendo porqué no nos llamaron en ese preciso instante.

-¿Podemos ir a verla?

-Escucha, muchacho. A veces, cuando una persona está muy enferma, y ya cumplió todas sus misiones en la tierra...se tiene que ir. Ellos se van al cielo, y no vuelven más, porque su tiempo aquí ya terminó.

-¿Mami murió?

Él asintió con la cabeza.

-Lo siento mucho, Jug.

Recuerdo como mis ojos se llenaron de tantas lágrimas que empecé a ver borroso. Papá me abrazó, y yo me derrumbé en sus brazos.

-Mami -sollocé- quiero a mami.

-Lo sé -dijo con la voz quebrantada- lo sé, mi amor.

Me quedé en sus brazos por dos horas. No nos movimos. No dejé de llorar.

No nos separamos cuando pasado ese tiempo, Alice entró a la cocina con Betty de la mano.

-¿Podemos ayudar?

-¡No! -exclamé en un grito desgarrado- ¡Vete!

-Tranquilo, Jug -papá murmuró- Tranquilo, muchacho.

Mi llanto no disminuía. Solo parecía aumentar.

Alice salió, y Betty la siguió. Yo aún no comprendía.

-Mami.

Se hizo de noche. Papá se levanto conmigo en sus brazos. Llenó un vaso de plástico de leche y subió las escaleras a mi cuarto, para acostarse en mi cama, conmigo en sus brazos.

-¿Vas a querer cenar?

-No -sollocé- quiero a mami.

-Lo sé, mi amor. Lo sé.

No recuerdo bien cuando, pero me dormí llorando. Y desperté diez minutos después, sintiendo el corazón de papá latir en su pecho.

Intenté dormir de nuevo pero el mismo ciclo se repetía. Cada vez que despertaba, rompía en llanto de nuevo, y me volvía a dormir por diez minutos, o menos.

A la madrugada, desperté y me estiré para tomar el vaso azul. Bebí un poco de leche,y comencé a sentir mi respiración normalizarse un poco.

-¿Necesitas algo, campeón? ¿Agua?

Asentí volviendo a abrazarlo.

-¿Quieres acompañarme a buscarla?

Asentí.

Me llevó con él a la cocina. Me iba a servir agua en un vaso normal, pero señalé con el dedo mi vaso entrenador. Él no me cuestionó, solo lo tomó y lo llenó de agua para dármelo.

-¿Quieres intentar dormir?

-Sí -susurré-

-Muy bien, mi amor.

Nos acostamos de nuevo en mi cama. Esta vez se metió bajo las sabanas, y cerré los ojos en su pecho.

-Te amo, muchacho. Estoy aquí ¿Sí?

Solo pude abrazarlo más fuerte. Me acomodé en la humedad de mis propias lágrimas y cerré los ojos.

No dormí esa noche, pero papá tampoco. En ningún momento dejó de acariciar mi cabello.

Yo ni siquiera entendía lo que estaba sucediendo. Pero ahora lo hago.

Mi mamá se murió de sobredosis.

No solo bebía.

Esto no lo supe en ese entonces, pero ahora que lo sé, todo tiene mucho más sentido.

Cuando era pequeño, lo único que hacía sentido en mi cabeza, era lo injusto que era que yo jamás iba a volver a abrazar a mi mamá.

𝑾𝒉𝒆𝒏 𝑰 𝑮𝒓𝒐𝒘 𝑼𝒑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora