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Jughead.

Dios.

Betty se veía tan hermosa cepillando su cabello mojado frente al espejo de su tocador blanco. Su pijama rosa de mandarinas era la cosa más adorable del mundo y verla bostezar mientras sus ojos cansados se miraban en el reflejo me daban ganas de abrazarla y no soltarla jamás.

Mía.

Era mía.

-Juggie -dijo con la voz cansada- ¿Me terminas de peinar? Tengo mucho sueño, no puedo.

-Claro, bebé.

Me acerqué y tomé el peine gris para desenredar su cabello con delicadeza. Ella cerró sus ojos y respiró profundo.

-¿Crees que papá se de cuenta si duermes conmigo?

-Sí, mi amor. Papá aún te da beso de buenas noches, es obvio.

-¿A tí no?

-No, linda. Lo dejó de hacer cuando cumplí doce y le dije que me avergonzaba que me bese y me abrace frente a otra gente.

-Eso fue feo.

Me encogí de hombros y dejé el peine para vesar su cabeza.

-Descansa, bonita. Te amo.

-Yo te amo a tí.

Besé sus labios suavemente y me fuí a mi cuarto a acostarme, cerrando la puerta y apagando la luz.

No pasaron ni diez minutos.

-Mi amor, te vas a meter en problemas.

-Quiero abracitos -dijo con un puchero en sus labios-

Suspiré ayudándola a meterse bajo las sábanas.

-Buenas noches, hermosa.

-Buenas noches, Juggie.

Betty se durmió casi instantáneamente. Yo estaba a punto, cuando la puerta de mi cuarto se abrió lentamente.

-Jughead -Alice suspiró- estás jugando con fuego.

-No fui yo. Ella vino y sabes que no sé cómo decirle que no cuando me hace ojitos.

Ella rió silenciosamente.

-Está bien. Pero deja la puerta abierta y no se queden dormidos mañana.

-¿Y papá?

-Yo hablaré con tu papá.

-¿En serio?

-Claro. Descansa, cariño.

Le devolví la sonrisa y cerré los ojos.

Las mañanas en casa no suelen ser tan serenas.

-Buenos días -dije entrando a la cocina, en donde papá y Alice desayunaban-

-Buenos días -ella respondió-

Miré a mi padre, y él leía un periódico con una expresión neutra sin intención de levantar la mirada.

-Dije buen-

-Se lo que dijiste. No me hagas decir lo que te quiero decir, Jughead.

-FP...-la rubia murmuró-

-No.

Alice bajó la mirada al suelo y su hija entró a la cocina.

-Buenos días -dijo en un tono cansado-

-Buenos días, hermosa -respondí antes de que pudiera darse cuenta de la tensión que había- ¿Qué quieres desayunar?

-Cereal. ¿Lo preparas tú?

Asentí con la cabeza y besé su frente.

-Claro, bebé.

Ella se sentó junto a papá y lo miró por unos segundos.

-¿Y tú qué tienes?

Papá la miró y sin cambiar ni un milimetro su expresión, volvió al periodico una vez más.

-¿Estás enojado?

Él, de nuevo, no respondió.

-Papá.

Dejé el tazón de cereal frente a ella y besé su mejilla.

-Come, princesa.

-Pero papá -dijo tallándose un ojo-

-Papá está idiota -escupí mirandolo con enojo y hasta un poco de asco-

-No hables así de tu padre, Jughead -Alice me interrumpió-

-Que no se comporte así si no quiere que diga eso.

Papá cerró su periodico dejándolo en la mesa, se levantó y salió de la cocina sin decir una palabra.

-Oh, no mi amor. Tranquila -la madre de Betty se acercó a ella para acariciar su cabello- no llores.

-¿Por qué no me habla?

-Está enojado porque dejé que duerman juntos anoche.

-Pero no hice nada malo -dijo en un hilo de voz- y no me habla.

Quiero golpear a mi padre.

-Mi amor, se le va a pasar. Es normal, la gente se enoja.

-No -negó con la cabeza- papá no.

Reí y besé su mejilla secando las lágrimas de su rostro.

-Sí que lo hace. Solo que nunca contigo. Pero vas a ver que en un rato se va a calmar.

Betty abrazó a su mamá, y ella suspiró acariciando su cabello.

-¿No se va a ir?

Algo dentro mío se estrujió. Lo odio por hacerle esto.

-No, mi amor. Tu papá te ama. A veces nos enojamos con la gente que amamos, apuesto a que siempre te enojas con Jughead.

-No -negó con la cabeza- nunca.

-Bueno...pero quizá te enojas conmigo.

Ella asintió.

-Siempre.

-¿Ves? Va a estar bien. Hablaré con él.

Oh no, yo hablaré con él.

𝑾𝒉𝒆𝒏 𝑰 𝑮𝒓𝒐𝒘 𝑼𝒑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora