CAPITULO 4

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Javier

Llegué a Miami al día siguiente; estaba acostumbrado a moverme de un lugar a otro; pero esta vez sentía algo extraño en todo; no tenía respuesta a que era.

Solo podría ser la despedida tan rápida que le di a mi padre. Él no entendió nada de lo que le dije, porque se suponía que iba a estar unos meses más. Eso era lo que le había dicho cuando llegue por sorpresa al rancho.

A pesar de todo, no opuso resistencia en que me fuera. Nunca lo hacía, agradecía que entendiera mi trabajo. Le prometí que cuando regresara, me iba a hacer cargo de todo como él siempre quiso.

Al llegar al edificio donde me iba a quedar, supuse que la forma en la que nos iban a hospedar iba a ser la misma que en Colombia; todos los agentes de la DEA reunidos en un mismo lugar. Al parecer no les preocupo ni importó los ataques que recibimos anteriormente para cambiar esa forma de ahorrar dinero.

Intenté tranquilizarme pensando en que donde ahora estaba era Miami y no Colombia; sin embargo, después de analizar y recordar lo que había dicho, me tragué mis palabras.

Si en Miami había un cártel que manejaba casi toda la ciudad, corría el mismo peligro.

Con el paso de los días; traté de acoplarme a la nueva vida que llevaría en adelante, por lo menos hasta que acabaran con el caso. Me puse en contacto con Murphy, me mencionó que el llegaría ese día en la noche, pues tenía problemas familiares que resolver con su esposa y su hija. No era fácil para ellos separarse, pero debían hacerlo por un bien mayor.

Ellas lo alcanzarían un par de semanas después. Debían arreglar los asuntos escolares de la niña.

Me fascinaba hacerle burla sobre esas situaciones; pero por dentro sabía que yo deseaba eso; por lo menos discutir con quien amara.

Cosa que no iba a pasar.

Después de la llamada, salí para hacer unas compras y cuando regresé al edificio, mientras sacaba las llaves del pantalón, escuché una voz conocida a mi espalda. —Javier Peña, cuanto tiempo sin verte—

Gire para encontrarme con una mujer esbelta, que llevaba un vestido azul entallado, pegado al cuerpo y que no le llegaba ni a la rodilla. Estaba parada junto a una maleta negra que sostenía con la mano izquierda y en la otra, sostenía un cigarro a punto de acabarse.

—Amina Said— salude sonriendo forzadamente, gire de nuevo a la puerta, esta vez logrando abrirla. No tenía planeado mantener una larga conversación con ella —No sabía que estabas aquí— entré y caminé directo a mi departamento. Sentía sus pasos detrás de mí, además del sonido de las ruedas de la maleta rodar.

—Jack me llamó, al parecer me necesita. Al igual que a ti— no paró de seguirme y justo se detuvo cuando llegué a la puerta de mi casa. Sentía su mirada fija en mí, mirando todo lo que hacía —¿No te veo desde cuándo?— se preguntó a sí misma —Desde que... que el cártel de Cali cayó, ¿o no?—

—Algo así— respondí cortante.

Conocía las intenciones de Amina, había sucedido algo entre nosotros dos mientras trabajamos en conjunto para acabar con el cártel; fue una sola noche en la que ambos estábamos bebidos. Pero eso fue suficiente para provocar que Amina se tratara de acercar de otra manera.

—Si me permites, estoy cansado y mañana tenemos reunión— me despedí. No quería involúcrame con nadie, y mucho menos con ella.

—Te ves estresado, Javi. ¿No te gustaría algo de ayuda para aliviar eso? Soy una buena compañía— se recargó en el umbral de la puerta esperando recibir una confirmación, pero, recibió solo una sonrisa falsa.

Under Fire ---- Javier Peña // (Pedro Pascal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora