CAPITULO 42

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Laura

Desde que tengo memoria los hospitales siempre han sido el lugar en el que menos me gusta estar. La mayor parte de mi infancia me la pase entrando y saliendo debido a un problema respiratorio que tenía.

Mis padres siempre me lo echaban en cara de que gastaban mucho en mis medicamentos y en internarme. Resulto que tenía un problema en mi nariz, el hueso estaba ladeado y eso provocaba que no pasara el aire correctamente. A regañadientes mis padres pagaron la operación, aunque las curaciones también eran caras y eso también fue un punto de quiebre.

Estar dentro de uno me recordaba todo eso, incluso las noches que pase sola porque me decían que tenían que irse a descansar y que no podían estar al pendiente de mi por siempre. Le tenía un poco de miedo y rencor a los hospitales.

Fue por eso que le pedí a Javi que se quedara conmigo, que durmiera a mi lado para poder abrazarlo y asegurarme que no me iba a dejar, que no se iba a ir. Y una manera de sentirlo más cerca fue tocar al vivo su piel, no sé en qué momento lo hice, pero mi mano quedó dentro de su camisa, cosa que no le molestó.

No tenía ropa para irme, así que mientras firmaba la alta, Javier fue hasta el departamento para llevarme una muda cómoda. Mi ropa al fin.

El aprovecho y se cambió también, regresando ahora con un pantalón de mezclilla azul oscuro, una camisa negra y encima de todo, su chamarra negra de cuero favorita. No había día que no se la viera puesta.

No me sentía mal, pero acepte todas las ayudas que Javier me ofrecía, lo único que si no acepte es que me llevara cargando al auto, no tenía nada grabe, pero entendía su preocupación. Así estaba yo el día que me avisaron que estaba hospitalizado.

El camino fue tranquilo y ahora si podía imaginarme en la playa, tomada de la mano de Javier sin el miedo a que nos descubrieran. Íbamos a poder empezar una vida aquí o en cualquier otro lugar que quisiéramos. Amarnos libremente después de tanto.

—¿Quieres que te sirva algo de comer?— fue lo primero que preguntó al entrar a su departamento, todo estaba igual que cuando nos fuimos.

—¿No habías venido verdad?— ignore su pregunta y en cambio hice otra.

—No me atrevía a pisarla, me iba a recordar mucho a ti. Y no sabía si lo iba a soportar colibrí— se acercó.

—Nunca me dijiste porque me dices colibrí— decidí cambiar de tema, ya no iba a volver a tomarlo porque veía el daño que le hacía recordar.

Sonrió, me tomó de la mano y me llevó hasta el sillón, en donde se sentó y yo encima de su regazo con las piernas a su lado izquierdo.

—Mi padre me contó que los colibrís son muy difíciles de encontrar— acercó su nariz a mi cuello —Y que si ves uno trae suerte porque no todos tienen ese privilegio— eso lo había escuchado en algún lugar —O porque significa algo especial, como la visita de alguien importante o un mensaje de alguien especial, una señal— beso mi cuello —Y tu para mi eres todo eso, todo lo que el colibrí representa lo eres— lo mire a los ojos esta vez. Nunca me iba a cansar de mirar sus ojos cafés de cachorro. Que desde el primer momento en el que los vi, se volvieron mi color favorito —Doy gracias a cualquier ser que nos esté viendo que llegaste a mi vida para salvarme, para llenarme de vida y de amor; tú eras esa visita de alguien especial, que vino a robarme cuerpo, corazón y alma. Y que no me arrepiento de habértela entregado. Tu eres el colibrí que mi vida necesitaba y lo sigues siendo; y lo vas a ser toda mi vida—

Logró sacarme un par de lágrimas, siempre me gusto ese apodo, pero nunca supe que significara tanto para él y ahora entiendo y veo que él también fue mi colibrí que necesitaba. Fue ese mensaje que mi alma necesitaba.

Under Fire ---- Javier Peña // (Pedro Pascal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora