CAPITULO 39

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Laura

El cuerpo me dolía, no sabía que estaba pasando y lo peor de todo es que no recordaba muchas cosas después de que Oliver saliera corriendo de la mansión.

Estaba atada de pies y manos; y solo con mi ropa interior puesta —¿Qué mierda hago aquí?— susurré.

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Seguía mordiendo mi piel como un maldito enfermo, yo me movía bajo el tratando de quitarlo de encima. Un movimiento en falso de su parte permitió que mi rodilla quedara a la altura de su entrepierna. Con un golpe logre que dejara de hacer fuerza en mis brazos y cayendo al piso aferrándose a mi vestido.

Lo que provocó que rasgara la tela de este, en donde el transmisor estaba colocado. Sus expresión de temor a ser atrapado fue muy evidente.

Por su reacción, quería decir que no creía que estuviera trabajando con la DEA o que estuviéramos planeando capturarlo esa noche.

—No van a lograr atraparme— mencionó con esfuerzo, levantándose del piso con la mano en su parte intima debido al golpe.

—Ya lo hicimos guapo— le guiñe un ojo. El respiraba ruidosamente, sus fosas nasales se expendían cada de exhalaba.

—No vas a salir limpia de esto...— llevó su mano a su espalda, pero en ese movimiento, un pitido invadió la habitación. En la parte superior de la ventana se había encendido un contador que iba hacia atrás.

La maldita cuenta regresiva de 2 minutos.

Oliver también lo miró, y después sacó su mano desde la espalda sin nada y miró el reloj —Esto es una puta broma— murmuró. No sé cómo tuvo el maldito valor de saltar por la ventana estando en un segundo piso.

—"Lobo" está escapando— llamé a Javier por el transmisor mirando por la ventana. —Javier— volví a llamar viendo como Oliver corría en la dirección en la que se encontraban ellos, y al no recibir respuesta, estaba dispuesta a salir de ahí, pero antes de dar media vuelta recibí un golpe certero en la cabeza que me dejó en el suelo.

Antes de cerrar los ojos por completo, mire el contador con 1:30 minutos  y después de eso todo negro. Nada.

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Ahora despierto en este cuarto oscuro, en el que entra solo un poco de luz gracias a una rendija que hay en la parte superior de una de las paredes.

No sé qué es lo que está pasando y porque estoy aquí. Por más movimiento que hago, las ataduras no ceden de ninguna manera. Las muñecas y tobillos ya me dolían, más de lo que alguna vez lo hicieron.

Unos ruidos vienen del exterior, que son como pasos. Levantó la vista y veo una puerta justo enfrente de mí, cosa que no había notado hasta el momento.

Entro en pánico porque, así como estoy no soy capaz de defenderme. Y no sé qué imbécil me haya hecho esto.

La puerta se abre de poco a poco, y por ella entra un hombre que no reconozco a primera vista, se ve que lleva una pequeña bandeja con algo encima.

La luz me permite ver su cabello canoso y la barba de candado que tiene en el rostro, asumo quien puede ser por los rasgos y lo confirmo cuando el halo de luz le da directamente en la cara.

Richard Harrison.

—Buenos días muñeca— el enfermo me sonríe de lado a lado. Se acerca y me toca las piernas con la mano, recorriendo desde la planta de mis pies hasta mi cintura.

Under Fire ---- Javier Peña // (Pedro Pascal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora