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—Ahora eres la reina —dijo Alicent a Quimera, su hermana mayor.
—Eso parece —dijo esta mientras se quitaba los alfileres del cabello deshaciendo el elaborado peinado que había lucido en la ceremonia de su boda y en el banquete posterior a esta.
—¿No estás emocionada? Tus hijos serán herederos.
—La heredera es Rhaenyra —sentenció Quimera.
—Hasta que le des un varón al rey. Hermana sabes cómo funciona...
—Alicent. Podrían cortarte la lengua por eso que dices. Rhaenyra es la heredera y sus hijos serán reyes también.
—Pero padre dice...
—Padre... Padre delira... No hagas caso a sus ocurrencias.
—¿Y si Rhaenyra no tuviera hijos? —preguntó Alicent. —Si no se desposara con ningún hombre...
—¿Qué?
—Olvídalo...
—¿Por qué lo dices?
—Olvídalo, a propósito... He visto como te miraba la princesa Rhaenys durante la ceremonia y la cena.
—No sé de qué me hablas.
—Creo que no le caes bien.
—No soy una Targaryen.
—Pero eres la reina.
—Alicent...
—Deben guardarte respeto...
—No me lo han faltado en ningún momento... No nos guardan alta estima. Pero es que no nos conocen...
—¿Crees que nos querrían si lo hicieran?
—Alicent. Eres perfecta.
—Lo dices porque eres mi hermana...
—No, eres estupenda y Rhaenyra te quiere mucho. No necesitas la aprobación de esos buitres de la corte. Olvídalos. Que miren lo que quieran.
—Tienes razón. Eres la reina.
—Y tú la princesa.
—¿Soy una princesa?
—Mhm, la princesa más bella. No dejes que padre te llene la cabeza de ideas, los Targaryen no nos odian solo no hemos tenido tiempo de estrechar lazos. Es normal...
—Gracias...
—Tranquila —dijo la mayor acariciando el pelo de su hermana pequeña.
—Alicent... Perdón. Mi reina. No sabía que estabais aquí —dijo Rhaenyra entrando a la habitación de Alicent y viendo a Quimera junto a su hermana.
—Tranquila, sigo siendo Quimera —dijo la ahora reina. —Voy a mis aposentos...
—Mi rei... Quimera —dijo Rhaenyra.
—¿Sí?
—¿Podría vuestra hermana Alicent volar conmigo mañana? —preguntó Rhaenyra. Y Quimera se quedó en silencio unos segundos.
—¿La dejarás caer? —preguntó a Rhaenyra.
—No, claro que no.
—Entonces no veo por qué no. Tened cuidado.
—Gracias alteza —dijo Rhaenyra y Quimera la miró ladeando la cabeza. —Quimera. Perdón. Gracias Quimera —sonrió Rhaenyra.

La reina le dedicó una sonrisa y se marchó. Antes de llegar a sus aposentos andó por el castillo aún en su vestido de bodas y con su corona puesta aunque con su cabello suelto, paró cuando se encontró con el príncipe Daemon en el trono.

—¿Es el puesto que esperáis ocupar? —dijo Quimera desde la puerta.
—Os habéis adelantado —dijo Daemon haciéndole un gesto para que se acercara. Quimera cerró las puertas y andó hasta él.
—Yo no ocuparé jamás ese lugar. Soy la mujer del rey, una consorte, una segundona... —dijo Quimera cerca de él. Daemon la tomó por la cintura haciendo que se sentara a horcajadas sobre él.
—¿Me darás tu virtud en tu noche de bodas con mi hermano? —preguntó riendo y mordiendo su cuello.
—¿Mi qué? —rió Quimera. Y Daemon la besó profundamente.

Quimera se levantó el vestido y hábilmente Daemon se bajó los pantalones.
—¿Estás lista? —preguntó él sin dejar de besarla con deseo.
—Desde que te vi en el trono, rubito —dijo ella contra sus labios sabiendo lo mucho que molestaba a Daemon ese apodo.

Entonces este hizo que ella se bajara sobre su pene soltando un profundo gemido al penetrarla. Ella gimió del mismo modo al notarlo dentro hasta la empuñadura.

Daemon colocó las manos en la cintura de esta y la ayudó a subir y bajar en su pene para posteriormente sacar los pechos de la reina de su corsé y llevarlos a su boca.

Tras varias estocadas ambos gimieron llegando juntos al orgasmo.
—Pasa la noche conmigo...
—No puedo. Tu hermano me reclamará en cuanto se despierte en medio de la noche. Debo estar en mis aposentos por si van a buscarme.
—Mi hermano está borracho. No se despertará.
—Me gustaría... pero no puedo —dijo Quimera besándolo. —En cambio tú... Podrías pasar al mío e irte por el pasadizo que está junto a mi armario...

Daemon la levantó dejando los pies de la reina enrollados en su cintura y la besó.

—Sabes como llegar —sonrió Quimera bajándose de él y marchándose tras colocarse bien el vestido.

Cuando la reina llegó a sus aposentos Daemon ya estaba en ellos.
—Que rapidez... —dijo Quimera al verlo. Daemon la tomó por la cintura y la dejó caer en la cama.
—Es por una buena causa —dijo Daemon besando profundamente a la reina mientras le arrebataba por completo el vestido y ella hacía lo mismo con la ropa del príncipe.

Ambos despertaron en la mañana por unos toques en la puerta de la reina.
—Hermana ¿estás aquí? —se escuchó con la voz de Alicent.
—Mierda —susurró Quimera. —Vete, vete —dijo cogiendo la ropa de daemon desperdigada y entregándosela. —Corre —este le dio un beso a la reina y se marchó por el pasadizo.
—Alicent, querida. Pasa —dijo Quimera tras ponerse su vestido para dormir.
—¿Qué tal la noche? —preguntó la hermana pequeña.
—No me he acostado con el rey —declaró la mayor.
—¿Ah no?
—Estaría demasiado cansado. Me daré un baño. ¿Necesitas algo?
—Voy a volar con Rhaenyra.
—Tened cuidado —Dino Quimera abrazando a Alicent. —Te quiero.
—Y yo —dijo Alicent con una sonrisa. Quimera besó la cabeza de su hermana y posteriormente permitió que esta se marchara.

—Ya puedes salir, sé que no te has ido —dijo Quimera a Daemon abriendo la puerta del pasadizo y viéndolo tras ella.
—Podríamos compartir ese baño —dijo él.
—Si insistes... —dijo ella cerrando con llave la puerta de sus aposentos de nuevo y subiendo a la cintura de Daemon mientras este la besaba.
—Aunque primero deberíamos... —dijo sin dejar de besar a la reina quitando el vestido de seda de esta.
—Sí... pienso lo mismo —dijo ella en un gemido cayendo en la cama.

Rápidamente Daemon volvía a estar dentro de ella haciéndola gemir. Suerte que las paredes eran gruesas y no permitían que muchos sonidos se escaparan de aquella habitación.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora