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Quimera se colocó frente a Aegon mientras esté comenzaba andar a través de los caballeros que elevaban sus espadas. Al llegar hasta la reina, el septón supremo colocó a Aegon la corona del conquistador y comenzó a declarar que era el legítimo heredero.

—Miente —dijo Quimera alto y claro. —Aegon Targaryen no es hijo mío. No es más que un bastardo de Viserys y mi hermana Alicent. Mi marido jamás quiso coronarlo y mi lealtad como debería ser la vuestra está con la legítima heredera, Rhaenyra Targaryen.

El lugar quedó en un silencio absoluto. Otto era incapaz de creer lo que acababa de oír. Aegon, miraba inquieto. Cuando procesó lo que su hija acababa de declarar, Otto se acercó a Quimera y la tomó del brazo con fuerza, entonces las puertas de pozo dragón salieron despedidas por los aires y un rugido firmemente reconocible para Quimera la hizo poder respirar por fin. Dos grandes fauces emergieron del humo y el polvo que se había dispersado por la rotura de las gigantescas puertas y dos grandes patas se anclaron al suelo. Las escamas carmesí a través del polvo confirmaron lo que Quimera ya sabía.

La reina, con la respiración agitada, divisó entonces la figura de Rhaenys sobre Meleys. La dragona acercó sus fauces a Otto y este soltó a su hija de inmediato mientras Meleys soltaba un fuerte rugido.

Rhaenys asintió con la cabeza mientras miraba a Quimera y esta aprovechó para correr hasta uno de los costados de Meleys y trepar por este hasta llegar a la mano de Rhaenys. La cual estaba extendida para sostener a la reina. Quimera se colocó tras ella y se sostuvo con fuerza, entonces la dragona se giró y abandonó el lugar echando a volar rápidamente.

Quimera apretó la cintura de Rhaenys y apoyo la cabeza en la espalda de está comenzando a llorar con su corazón golpeando contra su pecho y la respiración agitada.
—¿Estás bien? —preguntó Rhaenys.
—Sí... —musitó Quimera. —Creí que no vendríais. Creí que Harrold no lo había logrado... Creí que no ibais a arriesgaros así por mí.
—Jamás te dejaré, Quimera —dijo Rhaenys apretando la mano que esta tenía en su abdomen.

Llegaron a la costa, donde Quimera vio a Caraxes y a Daemon sonriendo desde este.

Al ver a la reina sana sobre Meleys, tomaron dumbo a Rocadragón. La reina se pudo percatar de que el barco que había dispuesto para proteger a los leales había zarpado con éxito.

El camino a Rocadragón fue rápido pues Meleys se ocupó de ello.
Nada más llegar, Rhaenys bajó de Meleys y ayudó a Quimera a hacerlo. Esta abrazó a Rhaenys con fuerza antes de besarla.

—Me alegra que estes bien —dijo Rhaenys retirando con sus dedos las lágrimas de las mejillas de Quimera.
—Creí que iba a morir. Antes de que entrarás destapé la bastardía de los hijos de Alicent ante el pueblo. Creí que iban a matarme.
—Siento no haber llegado antes.
—Llegaste Justo a tiempo.
—Luke vino a Marcaderiva en Arrax y nos avisó. De no ser por él no sé cuándo nos habríamos enterado.
—Luke es un gran príncipe.

Caraxes fue el segundo en llegar, Daemon bajó de él y abrazó a Quimera con fuerza.

—Jamás vuelvas a hacer una cosa así —advirtió el príncipe.
—Estoy bien —dijo Quimera al separarse.
—¡Quimera! —gritó Luke apareciendo al principio de la pasarela donde descendían los dragones. El joven de catorce años corrió hasta la reina y la abrazó con todas sus fuerzas. —Creí que ibas a morir —dijo asustado.
—Estoy bien. Y ya me han contado que ha sido gracias a ti y a la rapidez con la que avisaste a Daemon y a Rhaenys. Gracias.
—Solo quería que estuvieras bien.
—Lo estoy. Te lo prometo —dijo la reina sonriente.

Los cuatro entraron encontrándose con Rhaenyra y sus hijos y el Lord comandante.

Todos saludaron a la reina y esta dio el pésame por la muerte de Viserys y contó a todos lo que había ocurrido.

—Lord Comandante —dijo Quimera. —Os debo la vida. Cumplisteis con lo que os pedí sin fallo alguno. Los verdes vendrán a por nosotros. Debemos planear cómo actuar.
—Después de que descanses —dijo Rhaenys.
—Estamos de acuerdo en algo —declaró Daemon.
—No puedo descansar ahora —dijo Quimera.
—Debes —dijo Rhaenys.
—¿Se sabe algo de Corlys? —preguntó Quimera.
—Su fiebre ha menguado, lo llevan a Marcaderiva. Laena se ha comprometido a cuidar de su padre. —dijo Rhaenys.
—¿Tienes que irte? —preguntó Quimera.
—No voy a irme ahora, si a Rhaenyra no le importa que me quede...
—Estáis en vuestra casa —dijo Rhaenyra. —Niños id a practicar con la espada o visitar a vuestras primas...

Los jóvenes asintieron y Lord Harwin Strong llegó.
—Mi reina, acaban de avisarme. Estaba supervisando la guardia —dijo este.
—Harwin. No os preocupéis —dijo Quimera.
—Le alegro de que estéis bien.
—Y yo, gracias —sonrió Quimera. —Viene un barco, Lord Caswell ha reclutado a los leales que se niegan a hincar la rodilla ante Aegon. No quería que murieran. Sé que Otto los habría mandado a ejecutar. Ser Erryk también viene. Y trae la corona de tu padre —dijo esto último a Rhaenyra.
—Quimera, ¿has comido desde la cena? —preguntó Rhaenys y esta negó.

La princesa miró a Rhaenyra, posteriormente a Daemon y a continuación tiró Quimera hasta el comedor.
—Estoy bien —dijo Quimera.
—Debes comer algo. Mañana nos encargaremos de política.
—Gracias por ir a por mí.
—No hay nada en el mundo que me hubiera impedido hacerlo. Estaba preocupada, discutía con  Daemon sobre cuánto lo estaba. Dos dias sin un Cuervo...
—Intenté mandar dos. Uno a Marcaderiva y otro aquí... Los mataron... Durante un momento creí que también me matarían a mí. Mi padre no conoce límites...
—Me alegro de que estés bien —dijo Rhaenys. —Más que de cualquier otra cosa.

Quimera se acercó más a Rhaenys y tomó su brazo apoyando la cabeza en su hombro. Ambas quedaron en silencio durante un rato hasta que sirvieron la comida que la princesa había pedido para la reina.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora