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Tras una semana de torneos se celebró la ceremonia. Criston Cole había sido reprendido y sancionado por su conducta y se le había preguntado el por qué de su acto a lo que él contestó que fue la respuesta a una provocación.

Quimera habló con Laenor y Joffrey y los tres estuvieron de acuerdo en que lo más prudente sería que este último residiera en Marcaderiva para evitar cualquier tipo de problema.

—Alteza —dijo Rhaenys llegando hasta ella en uno de los balcones de la fortaleza.
—Rhaenys —dijo Quimera girándose con una sonrisa. —¿Necesitáis algo?
—No, solo pasaba por aquí y os he visto. Se dice que habéis diseñado cuidadosamente los jardines traseros.
—¿Los habéis visto?
—No he tenido ocasión.
—Acompañadme entonces. Me gustaría que me dierais vuestra opinión —sonrió Quimera andando junto a Rhaenys.
—Dudo que mi opinión deba importaros.
—Lo hace, es de las pocas en este lugar... Tenéis algo diferente.
—Vos también. Y a propósito... Quería agradeceros una vez más lo que hicisteis por mi hijo y... Joffrey.
—Y una vez más os diré que no tenéis nada que agradecer. Laenor es un chico estupendo y Joffrey era inocente.
—¿Se sabe por qué Ser Criston Cole actuó de esa manera?
—Algo sobre su honor, no ha sido conciso ni claro...
—Los hombres y sus vergas nunca dejarán de sorprenderme —se quejó Rhaenys.
—No podría estar más de acuerdo.
—También quería preguntaros algo —dijo Rhaenys mientras ambas llegaban a los jardines.
—Preguntad.
—Daemon. He visto vuestra cercanía...
—Es de los pocos amigos que tengo en la corte, por no decir el único —rió levemente Quimera.
—Se está acercando a Laena. Es mutuo. Es mi hija y...
—Daemon es... impredecible. Pero vi su acercamiento a vuestra hija en el banquete. Hablé con él.
—¿Hablasteis con él?
—Le tengo mucho aprecio, ha sido mi único apoyo aquí. De no ser por él habría muerto en el parto de mi único embarazo.
—Dicen que os metió la mano y sacó al bebé pero creí que eran rumores.
—Fue cierto. Daemon puede ser despreciable si se lo propone, él lo sabe y yo también. Pero es leal cuando quiere a alguien, aunque sea una amistad. Laena estará segura, os lo prometo. Me ocuparé de ello personalmente si es necesario.
—Gracias. No tenéis porqué.
—Aprecio a Laena. La conozco desde que era niña. Con Laenor he tenido la oportunidad de estrechar más lazos pero aún así.
—Agradezco que os preocupéis por mis hijos. Me quedo tranquila sabiendo que alguien con tanta relevancia en la corte vela por su bienestar. Marcaderiva está cerca pero... A veces pareces mil océanos de distancia.
—Puedo imaginarlo. No debéis preocuparos, hago lo que está en mi mano por ellos, al igual que por mi hermana o Rhaenyra.
—Tenéis un corazón rebosante, todos en la corte lo dicen —declaró Rhaenys mientras ambas atravesaban los largos pasillos de setos en flor que la reina había diseñado y los jardineros reales habían hecho realidad. —Esto es precioso.
—Gracias, princesa —dijo Quimera andando junto a ella. —Decidme, qué más se dice de mí en la corte —sonrió la reina tomando el brazo de Rhaenys para seguir andando junto a ella. Acto que sorprendió a la princesa, por el modo tan tierno y natural en el que la reina lo había hecho.

Una gran sombra surcó el cielo y la reina no pudo evitar que llamara su atención.

—Es Meleys —aclaró Rhaenys.
—Es preciosa —dijo Quimera viendo a la majestuosa a dragona de escamas escarlata. —Son criaturas fascinantes. Y vos también. No sois como los viejos buitres del consejo dicen que sois.
—¿Qué dicen?
—Sandeces sin sentido. Son unos carroñeros por naturaleza y si los dejáis se comerían vuestros huesos.
—Puedo imaginarlo.
—Imagino que no os hará gracia la posición de Rhaenyra.
—Temo por ella. El nacimiento de Aegon cuestionará la sucesión y los hombres podrían levantarse en espadas contra ella y contra mi hijo.
—A mí también me preocupa. Eso es justo lo que Otto quería...
—Creí que era vuestro padre.
—Lo es, pero no soy necia, está dispuesto a hacer cualquier cosa para sentar a cualquiera de su estirpe en el trono, es Viserys el único que no lo ve. No le ha importado intentar usarme a mí y a mi hermana y ahora intentará usar a mis sobrinos.
—Deberíais hablar con el rey.
—Creedme princesa, no podría contar la cantidad de veces que lo he hecho e intentado pero la conversación jamás da frutos. Lo máximo que he conseguido es que aparte a Otto de los asuntos de esta semana.
—¿A quién rinde lealtad antigua? ¿A vos o a vuestro padre?
—A estas alturas ya no lo sé. A ambos porque nos ven como unión, pero si nos enfrentáramos... Temo que se decanten por él. Por su autoridad y edad... Los buitres de antigua me ven como a una chiquilla con suerte por haberme casado con el rey.
—Los hombres siempre menospreciarán el trabajo de las mujeres aún siendo ellos incapaces de llevarlo a cabo...
—Así es... Los hombres del reino necesitan una renovación y... Temo que será complicado.
—¿Planeáis algo alteza?
—Viserys está enfermo. Sé que vos misma os percatasteis cuando estuvimos en Marcaderiva. Temo que algo le pase y una guerra explote. Temo por mi hermana, por vuestros hijos, por Rhaenyra...
—Temo lo mismo. Solo nos queda esperar.
—Así es...
—¿Dónde estará vuestra lealtad si algo así ocurre?
—Mi lealtad siempre estará con mi hermana. No os mentiré. Si algo así sucede la atraeré conmigo al bando de la legítima reina. Pero el bienestar de mi hermana es prioritario, como para vos el de vuestros hijos.
—Cuestionable pero comprensible. Os entiendo alteza.
—Gracias. Pocos de por aquí lo harían.

Ambas andaron mientras Rhaenys observaba los majestuosos jardines por los que la reina disfrutaba pasear. Los colores y olores de las flores construían un ambiente pacífico y cómodo que chocaba con la irritabilidad y peligrosidad de la corte. Era como un remanso de paz tras los muros de la fortaleza roja.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora