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Está volvió a girarse a Daemon para continuar charlando con él mientras ambos subían a la mesa del banquete, Quimera charló levemente con su esposo, y posteriormente se giró de nuevo a Daemon. Quien decía cosas sin demasiado sentido para hacerla reír y que se deshiciera del mal presentimiento que la había acechado.

Mientras ambos reían levemente, varios gritos se apoderaron del ambiente del lugar y se formó un corro de personas en el centro en el cual era casi imposible ver qué sucedía. El rey, la mano, los Velaryon y Quimera y Daemon, quienes continuaban en la mesa en ese momento. Se levantaron de golpe.

Entre los gritos, Quimera distinguió la voz de Joffrey, a quien Laenor le había presentado en uno de sus viajes a La Capital, pues la reina Quimera era una de sus mayores confidentes.

—Por los dioses ¿qué ocurre? —preguntó Viserys.

Quimera distinguió a Rhaenyra gritar por Laenor y vislumbró al joven tratando de frenar lo que estuviera pasando pero la multitud coartaba la vista. La reina entonces, sin ningún tipo de temor. Bajó las escaleras que separaban la mesa de la pista y corrió abriéndose pasó con golpes secos entre los presentes. Daemon, creyendo que Quimera había perdido la cabeza, corrió tras ella.

Esta consiguió escabullirte entre la multitud mientras Daemon rápidamente tras ella golpeaba a todos para poder pasar. La reina logró avanzar y llegar al eje central del problema encontrando a Laenor tirado a un lado en el suelo y a Criston Cole proporcionado una paliza a Joffrey.

Quimera trató en vano de mover a Criston, quien estaba enzarzado y tomó sin titubear un gran y pesado candelabro de plata de una de las mesas con el que golpeó en la cabeza con fuerza a Criston. Haciendo que este cayera inconsciente y con agilidad lo empujó a un lado. Las miradas estaban posadas sobre la reina sobre todo la de la esposa de Corlys Velaryon. A quien había asombrado el modo de actuar de Quimera.

Debido a su rapidez, Joffrey solo había recibido un par de moretones y una daga clavada en la pierna aunque debido al golpe se hallaba inconsciente en el suelo.

La reina se arrancó la manga del vestido y la ató con fuerza en la pierna de Joffrey para do la hemorragia mientras Laenor corría hasta su lado.

—¡Está vivo! ¡Llamad a los maestres! —exclamó Quimera. —¡Es una orden! —dijo cuando el silencio sepulcró la sala.
—¡¿A qué esperáis?! ¡Es una orden de la Reina! —gritó Viserys desde la mesa. Quimera lo miró a través de la multitud y sonrió agradeciendo con la mirada.

Los guardias llevaron a Joffrey con rapidez a los maestres y Quimera tiró de Laenor sacándolo de la sala bajo la atenta mirada de los presentes, especialmente de la de Daemon. Quien decidió no intervenir en ese momento.

La reina se llevó a Laenor hasta un pasillo que no estaba transitado y allí esté la abrazó comenzando a llorar desconsolado.

—Está bien, se pondrá bien. Quizá le ha roto la nariz, pero nada más.
—Gracias —lloró Laenor aferrándose a Quimera.
—¡Laenor! —exclamó Rhaenys quien sin que ninguno se diera cuenta, los había seguido. —¿Te encuentras bien?
—Sí, perdona madre yo...
—No te disculpes —dijo Quimera casi por inercia. —Quiero decir... No has hecho nada, Laenor, tu madre lo sabe.
—Así es —dijo Rhaenys. —Solo quiero asegurarme de que estás bien. Gracias —dijo Rhaenys a Quimera.
—Era lo que debía hacer. Voy a disponer unos aposentos para el herido. Nadie puede entrar sin mi permiso y el guardia que enviaré me es leal. Cualquiera que el herido quiera que lo acompañe durante la noche, no será visto. —Insinuó Quimera.
—Es muy noble por vuestra parte, alteza. —dijo Laenor.
—Podéis decir en voz alta lo que los tres sabemos —se quejó Rhaenys haciendo alusión a la frase que Quimera le dijo en Marcaderiva.
—Gracias Quimera —dijo Laenor. —No tengo como agradecer que le salvaras la vida.
—Tranquilo...
—Alteza —dijo un maestre bajando. —El chico al que salvasteis ha despertado. Estamos curándole pero apunta favorable.
—Gracias maestre. En seguida voy.

Laenor volvió a emocionarse y a abrazar a Quimera. Esta le devolvió el abrazo siendo observada por Rhaenys.

—Sube y cuando los maestres terminen di que por orden de la reina debes quedarte a solas por el herido para interrogar qué ha pasado —dijo Quimera a Laenor. Este asintió y subió a toda prisa.

Rhaenys se giró hacia Quimera y la miró durante un momento.
—Gracias. No sabía que lo sabíais.
—Yo tampoco estaba segura de si lo sabíais vos —sonrió Quimera a Rhaenys.
—Mi hijo me lo contó, al igual que me contó su acuerdo con Rhaenyra. Pero he visto que confía en vos también.
—Estrechamos lazos cuando luchaba en los peldaños. Los brebajes y tónicos de antigua curan muy bien las heridas y magulladuras y recordaba unos cuantos.
—No sabéis cuánto os lo agradezco.
—No tenéis nada que agradecer. Cualquiera habría...
—No, sabéis que no. Los buitres carroñeros estaban disfrutando con la escena. Fuisteis la única que actuó. Y he de decir que me sorprendisteis. No me esperaba que fuerais tan decidida.
—En la corte, aprendes a sobrevivir.
—Lo sé... Pero me esperaba cualquier cosa antes que ver cómo le dabais con un candelabro en la cabeza —dijo Rhaenys sin poder evitar reír, haciendo reír también a Quimera y haciendo que así, ambas, se deshicieran parcialmente de la tensión que habían sufrido hacia unos minutos.
—Sinceramente cogí lo primero que vi. Agradezco que haya sido un candelabro y no un pavo asado —rió Quimera haciendo reír también a Rhaenys de nuevo.

Tras unos minutos en los que ambas miraban a la otra y reían, unos pasos interrumpieron.
—Quimera —dijo Daemon viéndola desde la distancia.
—Daemon. ¿Laena y Rhaenyra? —pregunto Quimera.
—Están bien, ambas. Princesa Rhaenys —saludó Daemon.
—Príncipe Daemon —sonrió Rhaneys. —Creo que será mejor que vuelva al salón.

Rhaenys dio un último vistazo a Quimera y abandonó la estancia. Entonces esta quedo a solas con Daemon. Quien cuando se aseguró de que nadie los veía. La pegó a la pared y la besó profundamente.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora