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—¿Segura que puedes montar en Vhagar? —preguntó Quimera a Laena.
—He descansado. Estoy bien. Las niñas y yo nos iremos a Marcaderiva. Daemon me ha dicho que se queda y que vendrá de vez en cuando ahora que es parte del consejo. Y mi madre me ha dicho que vendrá en unos días.
—Ten cuidado. No hagas sobre esfuerzos.
—Descuida. Laenor me ha dicho que vendrá a pasar unos días en cuanto terminen su traslado a Rocadragón.
—Genial —sonrió Quimera. —Cuídate, Laena.
—Te agradezco lo que hiciste por mí.
—Era lo que debía hacer.

Laena abrazó a Quimera antes de abandonar la fortaleza. La noche estaba apunto de caer y la reina observó como la hija de la princesa Rhaenys y las nietas de la misma abandonaban el lugar para marchar a Marcaderiva.

—¿Has pensado la propuesta de esta mañana? —preguntó Rhaenys a Quimera apareciendo tras ella.
—Rhaenys, me has asustado —sonrió Quimera girándose para quedar frente a frente con ella.

Rhaenys entonces tomó la cintura de esta y la acercó a ella.
—¿Tan horrible soy? —bromeó la princesa.

Quimera acarició el rostro de Rhaenys mirando los ojos y los labios de esta. La reina se dispuso a besarla pero antes de poder hacerlo unos pasos las hicieron separarse.

—¡Quimera! —exclamó Lucerys corriendo hasta ella y saltando a sus brazos.
—Pero si es mi príncipe favorito —dijo Quimera abrazándolo y dando vueltas sobre sí misma, haciendo reír a Lucerys.
—Mamá ha dicho que nos vamos a vivir a Rocadragón ¿has estado?
—No propiamente, pero la princesa Rhaenys sí —sonrió Quimera.
—Así es —dijo Rhaenys a su nieto. —Os encantará, mi príncipe —aseguró con una sonrisa.
—¿Vendrás a visitarme? —preguntó Lucerys a Quimera.
—Claro que sí.
—¿Nos vamos por mi culpa? —preguntó con tristeza.
—¿Qué?
—¿Es por lo que pasó anoche? —preguntó el pequeño de nuevo, esta vez mientras sus ojos se aguaban.
—Cariño, claro que no. Lo de anoche fue un terrible accidente.
—Solo estaba defendiendo a Jace... Aemond tenía una piedra y quería darle en la cabeza... Jace no podía levantarse —dijo comenzando a llorar. Entonces Quimera lo abrazó y él escondió la cabeza en el hombro de ella.
—Aemond os provocó. Es mayor, debería dar ejemplo. Lo que anoche no estuvo bien, pero fue un accidente.
—¿Me prometes que no estás enfadada?
—Te lo prometo, Luke —sonrió Quimera. —Y prometo que iré a veros a menudo.

El pequeño asintió y Quimera lo dejó en el suelo. Era tarde y debía ir a cenar con sus padres para posteriormente ir a dormir.

Cuando Rhaenys y Quimera quedaron a solas de nuevo, la reina no pudo evitar mirar a los labios de la princesa.

—Se me ha olvidado dónde estábamos —dijo Rhaenys.

La reina tiró de ella y abrió un pasadizo que Daemon le había enseñado hacía ya tiempo. Tras entrar al lugar, pegó a la princesa a la pared y la besó profundamente. Rhaenys, rápidamente tomó el control, cogió a Quimera por la cintura y la alzó haciendo que envolviera sus piernas en la cintura de la princesa, sin dejar de besarla.

—Deberíamos trasladarnos a un lugar más cómodo —sugirió Rhaenys.
—Opino lo mismo —dijo Quimera dándole un último beso y bajando de su cintura.

Ambas se trasladaron hasta los aposentos de Quimera pues estos eran los más cercanos.

La mañana llegó y Quimera despertó sobre el pecho de Rhaenys.

La reina miró a la princesa, quien aún dormía plácidamente.

—Quimera, necesito que hablemos —dijo la inconfundible voz de Viserys al otro lado de la puerta. Los ojos de Quimera se abrieron como platos y Rhaenys si quiera pareció percatarse en la profundidad de su sueño. —Quimera... —repitió Viserys. —¿Estás despierta?

En ese momento la princesa Rhaenys se despertó y automáticamente la reina colocó una mano en su boca y llevó su dedo índice a sus labios para que no hiciera ruido.

—¿Quimera? —preguntó de nuevo Viserys acompañado de unos golpes en la puerta. Tras uno segundos se escuchó como el rey se marchaba quejándose.

Fue entonces cuando la reina se retiró del pecho de Rhaenys y se dejó caer de espaldas en la cama tomando un suspiro de alivio.

—Buenos días para ti también —dijo Rhaenys con una leve risa. Quimera la miró sonriente, la princesa no pudo evitar percatarse del brillo que se te lejana en los ojos de la reina.
—Buenos días —murmuró Quimera antes de dar un beso a Rhaenys.
—¿Has pensado mi propuesta?
—No he pensado en otra cosa, para ser exactas...
—¿Y bien?
—Creo que podría ser viable. Aunque no me emociona la idea de montar en dragón.
—¿Temes a las alturas?
—Temo que me coma —declaró Quimera.
—Eso no va a pasar —aseguró Rhaenys.
—Júralo.
—Te lo juro —dijo Rhaenys tomando la cara de Quimera y dejando un beso en sus labios.
—Me encantaría quedarme aquí pero temo que tengo que ir a ver qué quiere Viserys antes de que vuelva.
—Claro —sonrió Rhaenys.

Quimera salió de sus aposentos tras prepararse y se dirigió a la sala de la maqueta de Viserys, donde lo encontró.

—Viserys —dijo Quimera.
—Te estaba buscando.
—Eso me han dicho —mintió Quimera. —¿Qué sucede?
—No encontramos a Aemond
—¿Qué? —preguntó Quimera.
—Nadie lo ha visto, creí que podrías estar con él.
—Sabes bien que Otto se ha encargado de que esos niños no me quieran.
—Quimera...
—Es cierto Viserys, y lo sabes. Te mintió cuando te dijo que vio a tu hija escabulléndose por la calle de la seda, obligó a mi hermana a que te sedujera y caíste en su trampa... Te aconsejó casarte conmigo para manipularte a través de mí. Y al no conseguirlo hizo que dieras hijos a Alicent para manipularte a través de ellos. Haría lo que fuera por el poder.
—Tengo suerte de tenerte y estar seguro de que no lo permitirás...
—Voy a ausentarme unos días.
—¿Unos días? ¿A dónde irás?
—De viaje, a Essos. Extraño sus tierras.
—¿Sola?
—Aún no lo sé, Daemon me deja uno de los barcos que heredó Laena —mintió de nuevo Quimera.
—Debes tener cuidado.
—Lo tendré, será poco tiempo.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora