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—Alteza, creo que habéis tomado demasiado, si me permitís decirlo —dijo Rhaenys viendo como Quimera se servía su cuarta copa.
—¿Vos creéis? —Rió Quimera.

Ambas mujeres habían pasado horas charlando y riendo, la reina no recordaba la última vez que se había sentido tan entendida y acompañada. Y Rhaenys tampoco. Quimera se interesaba por ella de verdad. Como nadie lo había hecho hacía ya muchos años.

—Creo que tenéis razón —reflexiono Quimera dejando la copa en la mesa del pequeño salón en el que se encontraban.

Rhaenys abrió un pequeño saco de tela que llevaba en el pantalón de montar para buscar un papiro y Quimera pudo ver algo que llamó su atención.

—Esa rosa —dijo la reina mientras Rhaenys cerraba el saquito. Era una pequeña rosa disecada lo que la reina vio. —Os la di yo —afirmó.
—Fuisteis la primera que me dio una rosa en toda mi vida. Fue un amuleto de la mujer más poderosa de los siete reinos.
—En tal caso esa seríais vos, yo no tengo dragón —sonrió Quimera. —No sabía que la conservabais. Me alegro de que lo hagáis. Gracias.
—Me ha acompañado en mis más largos viajes y me ha devuelto sana a casa. Las gracias debo daroslas yo...
—Creo que eso se debe bastante más a vuestra destreza y habilidad —sonrió Quimera. —Pero me alegro de que os haya dado suerte.
—No me la da la rosa, sois vos. Salvasteis al amante de mi hijo, curasteis a mi hijo de infitinas heridas de batalla y ahora habéis salvado a mi hija.
—Debía hacerlo.
—No era tu deber. Pero lo has tomado y... Soy afortunada de que lo hayáis hecho.
—Parad. Me vais a ruborizar.
—Debería hacerlo, no es correcto.
—Solo hablamos.
—Sabéis que no —dijo Rhaenys. —Sabéis que no es simple diálogo lo que hacemos.
—¿Qué es entonces?
—¿De verdad me haréis nombrarlo? Veo como me miráis, os miro del mismo modo. Desde el casamiento de Laenor, desde antes, quizá. Vuestro amigo, Daemon se dio cuenta hace años. Habló conmigo una tarde que viajó a Marcaderiva con Laena. Me dijo que sabía cómo os miraba y que vos lo hacíais igual. Y que diéramos rienda suelta. Creí que era una amenaza pero no lo fue, lo decía en serio. Me dijo que nadie os conoce más que él.
—¿Y vos qué queréis?
—Mis deseos son irrelevantes altera.
—Yo no lo creo. Daemon está en lo cierto. Siempre haber llamado mi atención. Pero no esperé que fuera mutuo.
—Por favor... —se quejó Rhaenys. —Durante los torneos de la boda de Rhaenyra y Laenor solo os miré a vos. E igual en los de Laena y Daemon.
—Y yo a vos —dijo Quimera. —Pero creí que no os caía en gracia. Por mi familia.
—No aprecio a los Hightower pero vos sois diferente y lo habéis demostrado.
—Me alegra que penséis así. ¿Qué haremos ahora que las cartas están sobre la mesa?
—¿Qué queréis hacer vos?
—Besaros —sentenció Quimera sin un solo tapujo.
—Hacezlo pues, me complacería —dijo Rhaenys.

Quimera se acercó sonriente y tomó la cara de Rhaenys con delicadeza, a diferencia de sus encuentros con Daemon. Ese beso fue suave pero repleto de deseo. Aunque no tardó en ser profundizado por ambas, no albergaba la violencia y rapidez que los besos con Daemon en un pasado habían tenido.

Rhaenys tiró de quimera para pegarla más a su cuerpo pero entonces comenzaron a escuchar barullo y gritos que las hicieron separarse de inmediato.

—Ha venido del salón del trono —dijo Quimera.

Ambas echaron a correr en esa dirección encontrando en él a varias versionas. Entre ellas a un maestre cosiendo al cara de Aemond.

—¡¿Qué significa esto?! —exclamó Quimera entrando a toda prisa.
—Baela, Rhaena, ¿qué ha pasado? —dijo Rhaenys al ver a sus nietas y avanzando rápidamente hasta ellas.

Entonces Rhaenyra entró también a la sala.
—Jace, Luke —llamó la heredera.

Quimera avanzó hasta el marco de la puerta en el que se encontraba Daemon.

—¿Qué ha pasado?
—Luke le ha sacado un ojo a Aemond porque este los llamó bastardos y dijo a Rhaena y Baela que su madre iba a morir.

Quimera rodó los ojos y avanzó hasta su esposo.
—¡¿Alguien piensa hablar?! —dijo Quimera haciendo silencio en la sala.
—¿Qué quieres oír hermana? Han mutilado a tu hijo? La culpa es de ellos. —dijo Alicent.
—Ha sido un lamentable accidente —dijo Rhaenyra.
—¿Accidente? —dijo Alicent. —El príncipe Lucerys llevó una daga, fue una emboscada para matar al príncipe.
—Han sido mis hijos los atacados. Se han visto obligados a defenderse —dijo Rhaenyra. —Se vertieron graves insultos contra ellos.
—¿Qué insultos? —preguntó Quimera.
—Se puso en duda la legitimidad de su nacimiento —dijo Rhaenyra.
—¿De dónde has escuchado eso Aemond? Esto es alta traición. Dime de dónde provienen tales calumnias —dijo Quimera. Aemond levantó la mano y señaló a Aegon. —¿Y Aegon? —Aegon se quedó en silencio.
—¡Poned fin a estas luchas! ¡Es agotador! —exclamó el rey. —¡Somos familia!
—El rey tiene razón. Disculpaos de buena fé unos con otros —dijo Quimera. —Vuestros padres, abuelos, y reyes os lo ordenan —declaró.
—La buena fe no le devolverá el ojo —dijo Alicent.
—¡¿Y qué quieres que haga?! —exclamó Viserys.
—La deuda debe saldarse —dijo Alicent. —Como familiar del herido. Exijo un ojo de su hijo. —declaró.
—¿Has perdido el juicio? —preguntó Viserys.
—Es tu hijo Quimera... Tu sangre —dijo Alicent con la voz cortada.
—Esto se termina aquí. Ya. —declaró la reina dando la espalda a Alicent y andando hasta la salida.

Entonces Alicent quitó la daga que Viserys llevaba y andó a pasó rápido hasta Lucerys.

Quimera al darse cuenta tomó al niño en brazos y Daemon corrió hasta colocarse delante de ella para protegerla, pero entonces Rhaenyra detuvo a Alicent tomando sus manos mientras Alicent la apuntaba con su daga.

Ambas comenzaron a discutir mientras Quimera tomaba a Lucerys en sus brazos apretándolo contra ella.

La tensión se cortó cuando Rhaenyra empujó a Alicent y está cortó y brazo y se echó hacia detrás. Creando un silencio sepulcral en la sala mientras a Alicent se le caía la daga y la sangre de Rhaenyra goteaba en el suelo.

—Llevaos a los niños de aquí y llamad a los maestres para que atiendan a la heredera. No quiero más numeritos. O empezaré a cortar cabezas —ordenó la reina. Esta sin soltar a Lucerys abandonó la sala.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora