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Quimera llegó a Rocadragón tras pasar varios días fuera debido al viaje. La sangre que la cubría se había secado y su aspecto era aterrador.

Era de día debido al largo trayecto. Y sonrió al ver a Meleys viva, aunque aún se hallaba algo débil sobre la colina.

Pudo reconocer al instante la silueta que se cernía sobre ella. Daemon montaba a Caraxes en su desesperada búsqueda por el encontrar a Quimera. Y el dragón la pudo reconocer desde los cielos.

Daemon hizo que la criatura descendiera y quedara paralela a la embarcación. El príncipe sonrió al verla y avanzó con rapidez hasta Rocadragón.

Quimera bajó del barco cuando Daemon ya la esperaba en la orilla. Este corrió hasta ella y la abrazó con fuerza.

—Estas empapada en sangre —dijo.
—No es mía —sonrió Quimera.
—¿Qué te ha pasado?
—¿Rhaenys? —preguntó preocupada.
—Quimera... —escuchó un suspiro de sorpresa ahogado con incredulidad desde el interior de unas escaleras ocultas en las rocas de la playa que llevaban directamente a la fortaleza.

La Hightower miró por encima del hombro de Daemon y vio a Rhaenys mirándola completamente sorprendida.

Quimera, sin dudar, comenzó a correr a toda velocidad, y Rhaenys, aunque más débil pues se encontraba recuperándose, también se apresuró a llegar a la Hightower.

La reina viuda abrazó a Rhaenys con todas sus fuerzas al llegar hasta ella mientras unas incontrolables lágrimas rodaban por sus mejillas.

Durante un segundo ambas se soltaron y se miraron a los ojos para confirmar a sí mismas que lo que vivían era real y no una simple ilusión. Tras a penas un segundo. Volvieron a abrazarse.

—¿Dónde has estado? ¿Te encuentras bien? —preguntó Rhaenys.
—Estoy bien, lo estoy ahora que te veo... Por los dioses —dijo abrazándola de nuevo.
—Estaba preocupada.
—Menos mal que has despertado. —dijo antes de darle un beso. —Creí que te había perdido, Rhaenys —dijo Quimera al separarse de sus labios, uniendo su frente con la de la princesa y colocando las manos en el cuello de esta. —Creí que...
—Te quiero, Quimera. —dijo Rhaenys. —¿Esa es la corona del usurpador?
—Debo hablar con Rhaenyra.
—Convocaré un consejo —dijo Daemon subiendo.
—Te acompaño —dijo Rhaenys.

La reina viuda dio un último beso a Rhaenys y ambas subieron a la fortaleza. Daemon había sido rápido y la mayoría de miembros se encontraban en el lugar. Rhaenys entró y a su lado Quimera. Atrayendo las miradas de todos.

La sorpresa al verla fue inminente. Rhaenys andó a su lado hasta quedar al otro lado de la mesa, frente a Rhaenyra. Entonces Quimera lanzó la corona la mesa seguida por el Zafiro del ojo de Aemond.

—Aemond Targaryen ha muerto, el rey usurpador Aegon Targaryen ha muerto, Otto Hightower ha muerto y Criston Cole ha muerto. Los he matado —declaró. —Helaena ha huido con su hija. O al menos eso le recomendé. Alicent y Gwayne Hightower siguen en la fortaleza junto a Larys Strong y otros miembros del consejo. No hay jinetes de dragón. Daemon tomará la fortaleza cuanto antes y esta guerra habrá acabado.
—¿Habéis asesinado a esos cuatro vos sola? —preguntó Lord Staunton.
—¿No os da mi aspecto una pista? —preguntó Quimera. —Está guerra ha terminado —declaró.

Rhaenyra miraba completamente sorprendida al igual que Laena, Jace o Baela.

Quimera del retiró para asearse sin permitir que nadie dijera una palabra, seguida por Rhaenys. La reina viuda se desnudó y entró a una bañera humeante mientras Rhaenys se sentó a su lado por fuera y acarició su mano.

—Mientras caía al mar con Meleys os vi... Pude verte sobre Caraxes. Maldije porque estuvieras ahí. No quería que nos vieras, creí que moriría. Creí que Vermithor os atacaría.
—Estaba muy herido, le dimos un buen golpe.
—Daemon ha estado hablándome. Me dijo que te lanzaste de Caraxes para desatarme y sacarme del agua. Y que lo amenazaste con saltar del dragón y darte a la muerte si no me ayudaba en batalla.
—No te habría dejado ahí. No le importaba morir, solo quería salvarte, que estuvieras a salvo, o irme contigo.

Ambas se miraban con ternura aunque preocupación por la otra.

Cuando la Hightower se vistió, se sentó junto a Rhaenys en el sofá de la estancia. Acurrucándose con  la Targaryen y apretando la mano de esta. Ninguna necesito decir una sola palabra, se entendían perfectamente.

Unos golpes en la puerta de los aposentos de Quimera, hicieron a esta ponerse en pie.

—Adelante —dijo esta.
—Quimera... —dijo Rhaenyra entrando.
—¿Qué?
—Gracias —dijo Rhaenyra. —Has actuado bien.
—Lo sé. Gracias a ti. Es tu deber ahora reclamar el trono. Eso no puedo hacerlo yo.
—Si tienes alguna petición para tus hermanos...
—Permíteles huir a Antigua si así lo desean... Si no... Ellos mismos estarán dictando su sentencia.
—¿Helaena está en Pentos?
—Eso espero. No lo sé a ciencia cierta.
—Daemon quiere partir ya.
—Que lo haga, no obtendrá resistencia alguna.
—Quería consultarte antes.
—Que vaya...
—Han llegado varios cuervos. Te llaman la reina sangrienta. Han expuesto los cadáveres.
—No tienen vergüenza alguna —dijo Quimera.
—Quimera nos has salvado la vida a todos.
—No, hay algunos a los que no pude salvar. Solo hice lo que tenía que hacer.

Rhaenyra asintió notando que Quimera necesitaba estar sola y abandonó el lugar.

—Rhaenyra tiene razón, te debemos la vida. Sobre todo yo —dijo Rhaenys cuando Quimera volvió a acurrucarse a su lado.
—No me debes nada, Rhaenys. Una vida sin ti no es concebible para mí. ¿Te importa que vaya a ver a Meleys? Sé que mejora pero...
—Le encantara verte. Te acompaño.
—Gracias —sonrió Quimera.

Ambas andaron hasta una de las colinas donde se encontraba la dragona descansando tranquilamente. Cuando ambas llegaron a ella, esta extendió su cabeza y rozó levemente a Quimera como si le agradeciera lo que hizo tanto por ella como por su jineta. Quimera acarició las fauces de la dragona y Rhaenys contempló enternecida la escena.

Ambas entonces vieron partir a Caraxes con Daemon a lomos del mismo. Seguido de este, Vhagar con Laena.

—La guerra ha acabado —musitó Quimera abrazando el brazo de Rhaenys y colocando su cabeza en el hombro de esta. —Daemon tomará la fortaleza y todos seremos libres...
—¿Qué quieres que hagamos cuando suceda?
—Rhaenyra me ofreció acompañarla en su consejo. Planea nombrarte su mano oficialmente cuando sea reina. Rhaenys. Quiero estar contigo no me importa si es aquí, en La Capital o en Essos. Te seguiría incluso al muro, Rhaenys.
—¿Y harías Vito de castidad? —rió Rhaenys.
—Por ti, cariño, me convertiría en septa. Pero eso te perjudicaría tanto como a mí —dijo Quimera acariciando el cuello de Rhaenys y besándola profundamente.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora