2

1.2K 79 4
                                    

—Estoy embarazada —dijo Quimera a Daemon con gran apuro.
—¿Qué?
—Debe de ser de mi noche de bodas. Es la primera vez que no tomé el té después de follar contigo...
—¿Cómo puedes saberlo? Hace menos de dos semanas que...
—Lo sé... Simplemente lo sé...
—Pero...
—No tomé el té de la luna, pensé que Viserys quería que nos acostáramos pero no me ha tocado. Y espero que lo haga pronto porque si no... Pondrán mi cabeza en una pica.
—Creía que erais amigos.
—Nos llevamos muy bien. Pero sigue dolido por la muerte de Aemma. Y no creo que le agrade la idea de que me folle a su hermano...
—Sedúcelo...
—Es mi amigo. No puedo... No puedo seducir a quien no deseo.
—¿Tenemos alguna otra opción? Una interrupción podría ponerte en peligro... Y si se supiera, el rey haría más preguntas.
—Sí... Tengo que hacerlo... Debe creer que este niño es suyo.
—No creí que te apeteciera tener hijos.
—No me apetece. Pero no te go elección. Fue culpa mía, me confié, debí tomar el té...
—Nadie pondrá tu cabeza en una pica. No lo permitiré. Tú y el bebé estaréis a salvo. Ocúpate de seducir a mi hermano. No te costará. Eres irresistible —dijo besándola.
—Que adulador... —rió Quimera mientras Daemon besaba su cuello.
—Son sincero...
—Siempre lo eres cuando quieres algo.
—Solo te quiero a ti.
—No te pongas romántico, Daemon. —dijo Quimera antes de besarlo.
—No me pongo romántico, solo cachondo.
—Eso lo estás siempre —rio Quimera.

Esa misma noche la reina entró a los aposentos de su marido.
—Viserys... —dijo Quimera.
—Quimera. Iba a buscarte.
—¿Ah sí? —preguntó ella sentándose frente a él en la cama. —Parezco no gustaros esposo mío...
—¿Qué? No digas bobadas. Eres la mujer más bella de palacio y de La Capital.
—Ni si quiera me has tocado...

Viserys tomó a Quimera de la cintura y la besó profundamente.
—¿Quieres que te reclame? —preguntó él y Quimera sonrió falsamente.

Esa noche Viserys folló a la reina y quedó dormido tras venir en éxtasis. Ella rodó los ojos y tras asegurarse de que Viserys estaba profundamente dormido, se marchó.

—Que rápido ha sido —se burló Daemon desde la cama de la reina cuando esta entró a sus propios aposentos.
—Eres muy gracioso —dijo Quimera irónica.
—¿Te ha hecho venir?
—¿Tú qué crees? —preguntó sentándose a su lado y ladeando la cabeza.
—Bueno, es mi turno entonces —Dijo daemon tomando a Quimera por la cintura.

Cuando Quimera despertó, estaba sobre el pecho de Daemon. Esta se dispuso a levantarse cuando notó cómo la mano del hermano de su esposo pasaba por su cintura y la mantenía pegada a él.

—Tengo que ir a desayunar con tu hermano —musitó Quimera.
—Quédate un poco más —susurró Daemon sin abrir los ojos. Apretando más el cuerpo de quimera contra el suyo. El príncipe bajó la mano y apretó la nalga de gineta haciendo a esta soltar un suspiro que ahogó en el pecho el hombre de pelo plateado.

—Quimera —escucharon ambos desde fuera.
—Es mi padre —musitó Quimera.
—Ese imbécil... —se quejó Daemon.
—¡Quimera! —exclamó aporreando la puerta.
—¿Qué necesitas padre? —preguntó Quimera en voz alta con hastío.
—Abre la puerta.
—Me estoy cambiando padre ¿ha muerto alguien? De cualquier otro modo no entendería tu insistencia... —dijo vistiéndose mientras veía a Daemon vestirse también.
—¡He dicho que abras la puerta!

La reina abrió la puerta cuando terminó de arreglarse y Daemon se marchó por el pasadizo.

—¿Te has encamado con el rey?
—¿Debo contarte lo que haga o no con mi esposo?
—Quimera...
—Deberíamos ir a desayunar. No querrás hacer esperar a tu rey —dijo Quimera saliendo de su habitación y cerrando su puerta.

Entonces su padre tomó su brazo y lo apretó con fuerza.
—¿Debo recordarte a quien sirves?
—Sirvo a mi rey, a mi esposo. Debo bajar.
—No me desafíes, Quimera.
—No me subestimes tampoco, padre. Soy tu reina.
—Eres mi hija. Debes obedecer.
—Si querías una marioneta escogiste mal. —sentenció la reina.

Quimera se marchó con la atenta mirada de Otto sobre su espalda.

La ahora reina llegó al desayuno encontrándose en este a Daemon en la entrada. 

—Buenos días alteza —dijo este con un tono algo pícaro.

Quimera rodó los ojos y se adentró en el comedor.

—Buenos días, esposo mío.

—Buenos días, mi reina. ¿Qué planes tienes para hoy? Tengo reunión con el consejo pero podríamos pasear a caballo al atardecer.

—Claro. Cuenta con ello. —sonrió Quimera.

El desayuno se llevó a cabo con Viserys contando a su esposa cómo avanzaba su maqueta.

Posteriormente Quimera salió del lugar siendo tomada por Daemon de la cintura y tirando de ella al interior de un pasadizo. Al hacerlo la pegó a la pared y comenzó a besarla profundamente.

—¿No puedes estar ni cinco minutos sin tocarme? —pregunto quimera provocativamente sin poder evitar reír.

—Puedo, pero no quiero. —dijo Daemon subiéndola a su cintura sin dejar de besarla.

El príncipe amontonó el vestido de la reina en su cintura y se apresuró a sacar su polla de sus pantalones para dejar caer sutilmente a Quimera sobre esta. Arrebatándole un gemido ahogado en sus labios.

—¿Qué harás hoy? —preguntó embistiendo a Quimera entre gemidos ahogados.

—Al atardecer... montaré a... a caballo con tu hermano... —dijo sin poder contener los gemidos que escapaban de sus labios.

—Bien. —dijo Daemon.

—¿Pretendes follarme todo el día? —preguntó Quimera antes de meter su lengua en la boca del príncipe.

—¿Tienes algún problema con ello?

—Ninguno. —gimió Quimera.

Tras el éxtasis para ambos, andaron sin poder separar la boca del otro a través de los pasadizos hasta los aposentos de la reina consorte.

El camino fue rápido, conocían bien la manera de llegar rápidamente a través de esos pasadizos rara vez frecuentaos por alguien que no fuera ellos.

—¿Has consumado ya matrimonio con tu esposa? —preguntó está entrando a su habitación y bajando el pantalón de Daemon para arrodillarse ante él. Daemon no pudo más que gemir ante el tacto de los dedos de Quimera en su polla. —La reina ha hecho una pregunta. —dijo muy cerca de la polla de Daemon.
—Sabes que no tocaría a esa mujer ni en mil vidas, ahora deja de bromear —pidió Daemon con su cabeza hacia atrás.

Quimera metió la polla de Daemok en su viva y comenzó a chupar hábilmente hasta que este se corrió para ella.

Tras ello se desnudó rápidamente seguida por el príncipe canalla para ambos caer en la cama. Donde pasaron el resto de la mañana. Con Alicent montando a dragón con Rhaenyra y Viserys ocupado con su maqueta, nadie iba a molestarlos.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora