Fin.

924 75 2
                                    

—Rhaenys... —gimió Quimera mientras la princesa se encontraba entre sus piernas. —Por favor... por favor... —rogó notando como la lengua de la princesa chocaba contra su clítoris y los dedos de la misma acompañaban penetrándola rápidamente.

Las uñas de Quimera se clavaron en la cama mientras Rhaenys le sacaba el tercer orgasmo de la noche.

Con un gemido Quimera llegó al éxtasis de nuevo vaciándose en la boca de la princesa. Esta, posteriormente, besó a Quimera con deseo. La Hightower tiró de las caderas de Rhaenys y colocó su muslo entre las piernas de la princesa para instalar a moverse. Rhaenys, sin dejar de besar a Quimera, comenzó a frotarse en el muslo de la misma, consiguiendo el que fue uno de los muchos orgasmos que había recibido.

La princesa se acostó al lado de Quimera, agotada y con sus ojos tintileantes de amor.

Quimera se giró a ella y acarició su rostro.

—Te quiero —dijo la Hightower.
—Te quiero más, Quimera —dijo Rhaenys antes de tomar su cara y besarla.

La puerta de los aposentos de Quimera se abrió con fuerza. Entonces ambas vieron a Daemon.

—Disculpad —dijo él viendo que acababa de interrumpir y girándose de espaldas a las mujeres para no mirarlas en una situación tan comprometedora.

Quimera y Rhaenys se habían tapado hasta los pechos con la manta y Quimera preguntó:
—¿Ha pasado algo, Daemon?
—Helaena no había huído —dijo él. —Intentó atacar con su dragón y...
—Oh, por los dioses —dijo Quimera levantándose y poniéndose un camisón, además de pasar a Rhaenys el suyo. Cuando estuvieron vestidas indicaron a Daemon que podía girarse.

—Tu hermano también trató de atacar. Había convencido a parte de los capas blancas de Cole.
—¿Y Alicent?
—Se escondía con los capas blancas. No lo supe hasta que... Los quemamos.
—A si que los tres than muerto —dijo Quimera sentada al borde de la cama.
—Sí...
—¿Les disteis opción de huir?
—Te lo juro —aseguró Daemon. —Solo actuamos al ser atacados. Sé que te fiarás más de la palabra de Laena.
—Te creo. ¿Y Jaehaera?
—Estaba con Alicent.
—Hemos tomado el castillo y alertado al pueblo.
—Deberíamos quitar el bloqueo si es que no se ha hecho ya —dijo Quimera.
—Me ocupé de ello en cuanto volviste —dijo Rhaenys.
—Gracias —sonrió Quimera. —¿Entonces?
—Coronaremos a Rhaenyra en pozo dragón y cobraremos la lealtad de se juró. Hablaremos pro la mañana.
—Sí. —sonrió Quimera viendo como Daemon se marchaba.

La Hightower se quedó pensativa un momento. A Quimera le habría encantado odiar a sus hermanos después de todo. Pero ahora que Daemon volvió a Rocadragón con la noticia de la muerte de Gwayne y Alicent, Quimera se dio cuenta de que los extrañaría más de lo que creía posible.

—Los añoras... —dijo Rhaenys colocándose a su lado y acariciando su espalda.
—Eso creo. Y es complicado... Porque me han repudiado todos estos años.
—Sí, pero tú no eres como ellos —dijo Rhaenys tirando levemente de Quimera y haciendo así que esta se acostara sobre su pecho.

La Hightower abrazó a Rhaenys como si tuviera miedo de que en algún momento esta desapareciera.

—No te vayas de mi lado, por favor... —pidió Quimera.
—Eso nunca —dijo Rhaenys acariciando el pelo de esta. La princesa dejó un beso en la cabeza de Quimera y la abrazó con fuerza.

La noche estaba entrada y ambas durmieron rápidamente, conocedoras del ajetreo del día siguiente.

Por la mañana, tras arreglarse, juntas se dirigieron al comedor de Rocadragón, sorprendidas pues todos los miembros de la familia se encontraban en él. Y eso no pasaba desde que había iniciado la guerra.

Quimera pudo ver a Harwin. A quien no había podido ver antes pues este se encontraba con las tropas de Rocadragón.

—Harwin —dijo ella. Y avanzó hasta él para abrazarlo con fuerza.
—Me gusta vuestro nuevo pelo —bromeó él.
—No tuve elección, creedme —rió Quimera.
—Habéis sido muy valiente. Nadie habría hecho lo que vos hicisteis —dijo él. Entonces Quimera se giró a Rhaenys durante un momento para seguidamente volver a mirar a Harwin.
—Hay personas por las que merece la pena serlo.

Tras saludar al resto, Quimera se sentó entre Rhaenys y Daemon, frente a Rhaenyra.
—Quimera, quiero agradecerte delante de todos lo que has hecho —dijo Rhaenyra.
—Nyra, no tienes nada que agradecer. Créeme.
—Partiremos hoy a La Capital —avisó la reina a Targaryen. —Me gustaría que vinieras y formaras parte del consejo —dijo a Quimera. —Y Rhaenys... Quiero pedirte que seas mi mano...
—Es un honor alteza —dijo Rhaenys. Y a continuación miró a Quimera. —Lo sopesaré y os daré una respuesta antes de que caiga la noche.
—Gracias —dijo Rhaenyra.

Días después, legítima heredera había ocupado el trono de hierro como lo había dictado Viserys en vida. Rhaenys había decidido aceptar su puesto como mano de la reina y Quimera aceptó el puesto como estratega en el consejo para permanecer cerca de Rhaenys.

Quimera salió al balcón de sus aposentos cuando tras unos minutos notó unas manos en su cintura.

—Rhaenys —dijo girándose y colocando las manos al rededor de su cuello.
—Meleys está fuerte, y Laena quiere visitar a su hermano en Pentos. Sé que le gustaría verte también —dijo Rhaenys antes de besar a Quimera.
—Me parece una idea magnífica —dijo Quimera besando de nuevo a Rhaenys.

Entre risas, ambas subieron a Meleys observando cómo Laena ya surcaba los cielos en Vhagar. Juntas volaron a Essos para encontrarse con el hombre que había decidido hacer su vida lejos de la corona.

Otra sombra las acompañó en el cielo, entonces Quimera sonrió a Daemon quien la saludo desde Caraxes.

La reina apoyó su cabeza en la espalda de Rhaenys y abrazó la cintura de esta, sintiendo por fin La Paz que había anhelado toda su vida. Y recibiendo el amor de la familia con la que había soñado siempre.

No podía evitar añorar a los que ya no estaban. Pero disfrutaba de los que sí lo hacían.

—Rhaenys... —musitó sin soltarla mientras esta indicaba a Meleys hacia dónde ir.
—Dime, cariño.
—Me alegro de haberte encontrado.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora