QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)

21

—Fingiremos estar con ellos —pidió la reina. —Mi padre os encomendará ir a matar a Rhaenyra. Aceptaréis y cuando estéis en Rocadragón, pediréis ayuda. Fingiremos estar con ellos, para sobrevivir. No puedo hacerlo sola.
—Mi reina —dijo Harrold arrodillándose. —Mi lealtad está con vos.
—Bien. Buscad a Daemon Targaryen.
—No puedo dejaros sola.
—No tenemos elección.

Ambos volvieron a andar hasta el consejo, en él seguían discutiendo.

—Tenéis razón —dijo Quimera entrando. —Una reina mujer pondría el reino patas arriba. Daré un comunicado en el que se sepa que Viserys cambió de parecer.
—Sabía que no eras una necia, hija mía. Sin embargo hay un tema más...
—Os conozco padre. Sé que queréis acabar con Rhaenyra. Ella jamás se arrodillará ante Aegon.
—Lord Westerling. Que sea rápido y limpio —declaró Otto.
—Mi reina —dijo este.
—Hacedlo.
—Como ordenéis, mi reina —dijo Harrold.
—Por la mañana tomaremos las lealtades —dijo Quimera.
—Bien hecho, hija mía —dijo Otto.
—Necesito descansar.

Quimera de marchó encontrándose a Lord Caswell en el camino.

—Alteza —dijo este.
—Sé que sabéis lo que ha pasado. Y sé que sois leal a Rhaenyra —murmuró Quimera. —Venid —dijo indicándole que entrara a sus aposentos. —Harrold Westerling se encuentra de camino a apartar a Rhaenyra. Por la mañana se os tomará lealtad, debéis hincar la rodilla ante Aegon al igual que deben hacerlo los que estén a favor de Rhaenyra. No quiero que corra sangre inocente. Sé que conocéis a quienes no traicionarían a la reina. Decidles que mientan, que finjan para salvar su vida.
—Sois una reina noble. Cuidaos.
—Lo haré. Quizá mañana por la tarde... Quizá... Espero que lleguen pronto. En dos dias coronaran a Aegon. Escuchadme cuando lo hagan ya estarán avisados. Habrá un barco esperando a los leales de Rhaenyra al final de los pasadizos de la fortaleza. Los conozco bien. Confío en vos para que os llevéis a los leales.
—Contad conmigo.
—Hacedlo por la noche, no deben veros. Llegaréis a Rocadragón y entregaréis esto a Rhaenyra —dijo Quimera dándole un colgante y una carta. —Por si llegará a pasarme algo.
—No digáis eso, mi reina.
—No mireis atrás ni mireis por mí. Estaré bien. Salvad vuestra vida y las de los nobles inocentes

Quimera se despidió de él y se quedó en sus aposentos de un lado a otro.
Al día siguiente prácticamente no fue tomada en cuenta. Tras dar el comunicado de los deseos del difunto rey Otto se encargó de que no fuera visible para el pueblo. Se quedó con Helaena mientras esta tejía o andando por la fortaleza deseando que Harrold hubiera llegado a Rocadragón y hubiera avisado a Daemon.

—Mi reina —dijo Ser Erryk al ver a la reina preparándose para la coronación que se celebraría esa tarde.
—Ser Erryk. Necesito la lealtad que habéis jurado.
—Mi reina mi lealtad está con vos, solo con vos.
—Un barco se llevará a los nobles que mantienen la lealtad a Rhaenyra. Van a Rocadragón. No quiero que mueran inocentes. Necesito que vayáis con ellos cuando nos marchemos a la coronación.
—Mi reina, dejaros sola aquí es un suicidio.
—Mi muerte no será en vano si ellos viven. Llevaréis a Rhaenyra la corona real de su padre y yo... Yo destaparé a Aegon. No es mi hijo y el reino sabrá que es un usurpador.
—Si hacéis eso delante de todos... Os matarán.
—No me importa, Ser Erryk. Juradme que llevaréis a esa gente sana y salva.
—Os lo juro mi reina.
—Gracias.

En Rocadragón, las noticias habían llegado hacía poco tiempo. Rhaenyra se encontraba completamente descolocada y Luke, tras escuchar, subió a Arrax y voló a Marcaderiva. En la sala de guerra de la misma se encontraban Daemon y Rhaenys discutiendo.

—¡No debimos dejarla sola! —exclamó Rhaneys. —¡Eres su protector!
—¡¿Por qué no te quedaste tú?!
—Voy a volar a La Capital. Dos dias sin un cuervo no es común en ella —dijo Rhaenys.
—¡Abuela, Daemon! —exclamó Luke entrando. —El Lord Comandante... Harrold... ha llegado Rocadragón. El abuelo ha muerto y quieren coronar a Aegon. La abuela Quimera lo ha mandando para que alguien vaya ayudarla. La coronación de Aegon es esta tarde sobre pozo dragón.
—Lo sabía, sabía que algo no iba bien —dijo Rhaenys atándose el pelo.
—¿Qué planeas hacer? —preguntó Daemon.
—Ir a por ella.
—Voy contigo —dijo. —Podríamos encontrarnos a Vermithor. Luke, vuelve a Rocadragón y avisa a tu madre.
—Vermithor no me da miedo —dijo Rhaenys.
—Con Quimera a tus espaldas en Meleys una batalla sería inconcebible. Nos vamos —dijo Daemon.
—Meleys es más rápida y dos dragones llamarían la atención. Te quedarás en la costa de La Capital e iré hasta pozo dragón. Nos escoltarás al volver.

Daemon asintió pues no había tiempo para discutir. Ambos se marcharon rápidamente y subieron a sus respectivos dragones.

Quimera se encontraba en el carruaje real mientras este avanzaba a pozo dragón.
La reina miraba por los huecos de este pensando en por qué nadie había ido a por ella. En si Ser Harrold habría logrado llegar y en que era más que probable que fuera asesinada esa misma noche. Las emociones se hundían en ella e intentaba a toda costa que no fueran notables. Su hermana y Aegon se encontraban en el mismo carruaje, ambos sonrientes al creer que la reina finalmente había decidido unirse al bando correcto.

Alicent sonreía a su hermana por apoyarlos en la coronación de su hijo y en los planes del padre de ambas. Quimera en cambio no sabía si quería en qué más pensar. Sabía que estaba rodease de traidores. Estaba sola. Sola ante unos cuantos que no dudarían en rebañar su cabeza como hacía días Daemon había rebanado la de Vaemond. Entonces ese hombre Velaryon vino a su mente. Y por primera vez, sintió lástima por el modo en que había sido asesinado creyendo que ella podría ser la siguiente en abandonar la vida de la misma manera.

Las puertas de pozo dragón se abrieron y bajaron del carruaje para adentrarse al lugar y esperar a Aegon en lo alto del interior de este.