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Tras una eterna travesía sola y oculta en un barco. La reina llegó a La Capital, y tras tantos años viviendo en la fortaleza sabía perfectamente cómo adentrarse en ella sin ser vista.

En Rocadragón, Mysaria había jurado cubrirla para que no se descubriera su paradero.

En desembarco del rey había anochecido, llovía levemente, como de costumbre y corría una suave brisa por los pasillos del lugar. 
La reina conocía los pasadizos a la perfección y sabía que serían de utilidad.

—¿Daemon? —preguntó Rhaenys abriendo los ojos con dificultad.
—Gracias a los dioses —dijo Daemon.
—No esperaba que... que tú estuvieras aquí... Esperaba a...
—Llevas días inconsciente, desde la batalla.
—¿Y Quimera? ¿Y Meleys?
—Meleys mejora y Quimera se niega a tener contacto. Estoy preocupado por ella y me alegra que hayas despertado. Se ha recluido en sus aposentos.
—Búscala, Daemon. Necesito verla.

Rhaenys estaba completamente confundida. Conocía a Quimera y sabía que estaría a su lado tomando su mano. Una inquietud recorrió la espalda de la princesa.

Quimera recorría los pasadizos con astucia hasta que llegó al lugar que quería.

—Querido sobrino —dijo entrando a la habitación a través del pasadizo mientras este se encontraba plácidamente durmiendo. Tanto que ni si quiera la escucho. Quimera llegó a la cama arrastrando a hermana oscura y se colocó a horcajadas sobre Aemond. Entonces este abrió el ojo.

—¿Me matarás así? ¿En mi descanso? Entrarán y pondrán tu cabeza en una pica.
—Al menos moriré habiendo vengado a quienes quiero —declaró y sin preámbulos atravesó el abdomen de Aemond con la espada. Este no tuvo si quiera tiempo de reacción. La Hightower se había salpicado con la sangre, pero ni le importaba. No le importaba que un centenar de guardias entraran y la mataran. A Quimera ya no le importaba vivir o morir. Quería venganza. Y la obtuvo volviendo a apuñalar a Aemond hasta que acabó con él.
Su pelo, su cuerpo, su ropa y todo su ser estaban cubiertos de ese caliente líquido rojo. Antes de marcharse, sacó el zafiro que Aemond lucía en el hueco del ojo que le faltaba.

La Hightower se adentró de nuevo en el pasadizo desapareciendo de la estancia, dejando el cadáver de Aemond como advertencia. Corrió a través de la oscuridad hasta su siguiente objetivo. El usurpador.

La reina entró a los aposentos de este, cubierta de sangre con Hermana Oscura en mano. Y vio a Helaena mirarla como sis sus ojos fueran a salir de sus órbitas. Quimera se llevó el dedo a la boca en señal de silencio y le hizo un gesto para que cogiera la niña. Entonces se acercó a ella.

—Toma a tu hija. Y corre. Sube con ella a tu dragón y márchate. En Pentos estarás a salvo. No digas nada a nadie. Dale esto a Rhaena y os aceptará a tu hija y a ti —dijo Quimera dándole una nota. —Solo así viviréis —susurró.

Helaena. Aterrorizada. Abrazó a la pequeña y corrió fuera del lugar. Lo hizo torpemente y una bandeja cayó al suelo despertando a Aegon.

—¿Helaena? —preguntó. —Pero se tragó un grito ahogado al ver a Quimera tapándole la boca. Posteriormente y sin posibilidad de tregua o perdón. Esta cortó la garganta de usurpador sin titubear, permitiendo que este se desangrara en la cama.

El pasadizo fue de nuevo la vía de escape de la reina, no sin antes tomar la corona del usurpador. Quedaba alguien más. Quedaban dos personas. Su padre y Criston Cole.

Salió de uno de los pasadizos en un pasillo aparentemente vacío cuando vio a su padre mirarla paralizado.

—Hija... —dijo este. —¿A quién? —pregunto viendo como se encontraba bañada en sangre.
—Tus nietos.
—Hija... Te imploro... —antes de que pudiera decir nada más, Quimera atravesó a Otto con la espada. Un grito aterrorizado la hizo girarse y se encontró tras ella a Alicent seguida por Cole.

La reina viuda desapareció en el pasadizo antes de que Cole viera por dónde se había marchado y corrió hacia otro pasillo para pillar al guardia por sorpresa.

Tras salir en otro lugar, se encontró a Criston de frente y supuso que Alicent le contó de los pasadizos que conocía.

Entraron en una lucha en la que las espadas chocaron. Quimera logró arrebatar al guardia la suya y la tiró por ese mismo balcón. Sabría que le costaría matarlo y cuando intentó correr otro de sus capas blancas tiró de ella por su largo pelo. Por lo que con un giro de espada, la reina cortó su melena y con el impulso clavó la espada al guardia. Mientras tanto Criston Cole se había marchado en busca de su espada.

Quimera corrió a través de la oscuridad hasta encontrarlo. Este estaba en guardia. Mirando hacia todos lados. La reina viuda, se encontraba mirándolo desde un pasillo. Sabía que esto era vida o muerte. Si Cole la cogía no lo contaría. Pero no le importaba. No tenía miedo. Cuando Cole le dio inconscientemente la espalda, esta saltó clavando a Hermana Oscura en la nuca de Cole atravesándolo por completo.
Quimera cayó al suelo junto al cuero inerte y observó el lugar.

Se levantó magullada y pudo ver como había rastros de sangre casi por todas partes. Sus ropas casi chorreaban. Pero no era suya. La reina entonces, decidió entrar por última vez a ese oscuro pasadizo para abandonar la fortaleza por donde había llegado.
Pero de nada serviría sin una prueba tangible. Por lo que robó una capa mientras el castillo entraba en completa locura. Los miembros del consejo gritaban a medida que encontraban cadáveres. Guardias corrían en busca de la invasora y está buscó y recogió la corona del usurpador que en algún momento se le había caído.

Entonces marchó. Tomó apresurada el barco que la esperaba gracias a Mysaria y se dirigió a Rocadragón.

El trayecto fue largo, pero esta vez la tripulación conocía que la reina se encontraría ahí. Por lo que en lugar de ir oculta, pudo ir en la proa mientras la brisa marina azotaba su rostro.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora