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—Así pues declaro al príncipe Lucerys de la casa Velaryon como heredero al trono de Marcaderiva.
—¿Osáis decirme quién merece portar el apellido Velaryon? —dijo Vaemond. —No pienso permitirlo.
—¿Permitirlo? —preguntó Quimera.
—Eso no es un auténtico Velaryon y menos sobrino mío —dijo Vaemond.
—O detendré ahí. Lucerys es el legítimo heredero y vos un segundogénito de Marcaderiva.
—No decidiréis el futuro de mi casa. Que me condenen los dioses, pero no dejaré que se extinga por culpa de este...
—Decidlo —pidió Daemon.
—Sus hijos son bastardos. Y ella es una zorra —declaró Vaemond.

Quimera entonces miró a Daemon y asintió con la cabeza. Este llegó a Vaemond y rebanó la cabeza de este sin miramientos.

—Espero que se haya quedado a gusto —declaró Daemon.
—¿Alguien más tiene objeciones? —preguntó Quimera. —Bien. Eso me temía.

Los presentes comenzaron a abandonar el salón del trono y la reina trasladó lo ocurrido a Viserys.

El día pasó rápido y se había dispuesto una cena para esa misma noche.

—Quimera, gracias —dijo Luke.
—Luke, no tienes nada que agradecer. Es tu derecho.
—Pero me has defendido.
—Siempre voy a hacerlo. Eres mi pequeño —dijo Quimera acariciando su rostro. —Nadie va a cuestionarte mientras yo esté aquí.
—¿El abuelo va a morir?
—No lo creo —dijo Quimera. —Es fuerte.
—No quiero que muera.
—Yo tampoco —dijo con sinceridad.
—Quimera —dijo Laena apareciendo.
—Laena —dijo Quimera abrazándola. —Perdóname, no he tenido momento para darte la bienvenida.
—Descuida, las niñas y yo llegamos tarde anoche.
—¿Cómo estás?
—Bien. De no ser por ti no estaría aquí hoy.
—Fue hace muchos años, Laena. Me alegro de que estés aquí.
—Y yo.
—¿Y las niñas?
—Preparándose para la cena.
—Las veré allí. Se parecen a ti. Las has criado bien.
—Mi madre me ha ayudado, no habría podido sin ella.

Tras una leve charla, Quimera se marchó con Lucerys. Ambos pasearon durante un rato hasta que la tarde pasó también y tuvieron que acudir a la cena que había indicado Viserys.

Nada más llegar, Viserys indicó un brindis por Lucerys, futuro señor de las mareas. Quimera no pudo evitar percatarse de que Rhaenys no había llegado. Pero la princesa no tardó en hacerlo y Quimera sonrió ampliamente al verla.

Esta se sentó al lado de la reina mientras Viserys hablaba de cómo debían olvidar sus diferencias y seguir unidos por la familia.

Posteriormente pidió que tocaran algo de música.
Jace y Helaena bailaron, todos comieron y Rhaenys y Quimera rieron junto a Daemon, quien se encontraba al otro lado de Rhaenys.

La reina pudo ver en los ojos de su esposo una felicidad que añoraba al ver a toda la familia unida. Pero tras un rato este comenzó a sentirse peor y pidió a los guardias que se lo llevaran, los demás continuaron la cena sin él. Pero no fue lo mismo. Aemond no dudó en comenzar una provocación.

—Por favor brindemos por estos tres quebrantahuesos.
—Repítelo si te atreves —dijo Jace.
—¿Por qué? ¿No sois fuertes como un Strong?

Lo siguente fue Jace dando un puñetazo a Aemond y Luke peleando con Aegon.

Quimera y Dameon se levantaron rápidamente, los guardias habían separado a los príncipes pero cuando estaban a punto de volver a enzarzarse, Daemon se metió entre ellos.

—¡Alto! —dijo él. Aemond y Aegon lo miraron y se marcharon y Luke y Jace andaron hasta su madre.

—A vuestros aposentos, los dos. Ya —declaró Rhaenyra.
—Lo siento mucho, Nyra —dijo cuando Quiemra quedaron a solas los adultos.
—Creo que es mejor que nos vayamos —dijo. —Por los niños.
—Avísame si necesitas cualquier cosa. Y lo siento.
—No tienes nada que sentir. No es culpa tuya.
—Aún así. Daemon, por favor, ve con Rhaenys, Laena y las niñas. Las cosas están suficientemente caldeadas aquí.
—No voy a irme así —dijo Rhaenys.
—Es lo mejor. Mandaremos el cadáver de Vaemond en un barco. Aquí no estaréis cómodos.
—¿Estarás bien?
—Tranquila —sonrió Quimera a Rhaenys. —Te avisaré cuando los ánimos se calmen. Me quedaré con Viserys.

Cuando todos abandonaron la fortaleza, Quimera se dirigió a los aposentos de Viserys. Este tomó su mano y dijo alguna que otra cosa sin mayor sentido. Ya no era un aviso, era una realidad, el rey se iba y todo podría volverse en contra de cualquiera en cualquier momento. La reina acompañó a su esposo durante largas horas en las que no pudo dormir debido al dolor. Viserys agradeció a esta por haber cuidado de él durante tantos años, por defender a su hija y a sus nietos y por ser una consorte digna y amada por el pueblo. Y así, Viserys Targaryen se despojó de su último aliento de la mano de la que durante tantos años fue su esposa.

Nunca de amaron de manera marital. Pero Quimera había llegado a querer a Viserys y él a Quimera. El corazón de la reina siempre fue de los que la rodeaban. Estaba rebosante de amor.

Quimera lloró de la mano de Viserys durante unos minutos. Intentó hacerlo en silencio hasta que pudo recomponerse y avisar a las hermanas silenciosas y al resto de la corte. No sin antes enviar un cuervo a Rocadragón y otro a Marcaderiva.

Un consejo fue dispuesto encabezado por la reina. La mano no tardó en hacerse un hueco en el mismo.

En este los miembros asumieron haber conspirado para sentar a Aegon en el trono. Todos menos Lord Lyman.

—¡Esto es alta traición! —exclamó la reina.
—Tenéis razón —dijo Lord Lyman. —Es un ultraje en el que no participaré. Viserys nombró a Rhaenyra. La sucesión debe respetarse —dijo el anciano comenzando a alterarse. —¡No pienso formar Marte de esto!
—¡Sentaos! —dijo Criston Cole empujándolo hacia abajo, haciendo que se golpeara la cabeza con un saliente de la mesa y muriera en el acto.

Entonces la reina se levantó de golpe llevándose las manos a la boca.
Entonces Harrold apuntó a Criston.
—Soltad la espada, Ser Criston. Ha esto hemos llegado.
—La puerta no se abrirá hasta que se zanje este asunto —dijo Otto.
—No hay nada que zanjar. La heredera es Rhaenyra —dijo Quimera.
—Aegon será el nuevo rey —dijo Otto.
—Debo pensar y descansar. Hablaremos de esto por la mañana —dijo Quimera. —Ser Harrold, acompañadme a mis aposentos.

La reina salió del consejo y encontró cómo varios guardias leales a los Hightower cerraban el castillo. También pudo ver como los cuervos que había mandado estaban pinchados en flechas.

—Lord comandante Westerling. Van a matarnos si nos oponemos —dijo Quimera a este con absoluta preocupación.

QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora