QUIMERA HIGHTOWER (Rhaenys Targaryen)

23

—¿Estás segura Nyra? —declaró Quimera.
—Son mensajeros. Estarán a salvo. Luke ira a bastión de tormentas y Jace a invernalia —dijo Rhaenyra. —Volverán pronto —dijo Rhaenyra.
—Lo harán —dijo Quimera tomando la mano de la ahora coronada reina en Rocadragón. —¿Cual es el plan?
—La flota de Corlys bloqueará el Gaznate, la triarquía cayó u el mar angosto es nuestro. Laena y Vaghar lo patrullarán.
—Bien.
—No gobernaré sobre cenizas y huesos. Por ahora necesitamos saber si contamos con Invernalia, el nido de Águilas y bastión de tormentas. Jace irá al nido y al norte, Luke ira al sur, a bastión.

Quimera sonrió orgullosa de la decisión de Rhaenyra de no declarar una guerra de primeras.
—Me has educado bien —añadió Rhaenyra.
—Nyra. Estoy orgullosa de ti. De la mujer en la que te has convertido.
—Y yo agradecida de tenerte. La mejor estratega de los siete reinos... Y la mejor madrastra que podía haber pedido —sonrió Rhaenyra y Quimera la abrazó.
—¿Cuándo parten los niños?
—Al atardecer.

Quimera asintió y volvió dentro. Ahí se encontró a Lucerys.

—Quimera... —dijo este.
—¿Qué pasa Luke?
—¿Me ves capaz?
—Eres un príncipe valiente. Te veo capaz de cualquier cosa.
—Tengo miedo.
—No vayas si no quieres. Tenemos más jinetes. Yo misma podría ir en barco si me lo pides. O Laena o Daemon...
—No... Puedo hacerlo.
—De eso estoy segura —sonrió Quimera. —Puedes hacer lo que sea, me lo has demostrado todos estos años...
—¿Podemos volar con la abuela Rhaenys antes de que me vaya? Como antes...
—Pregúntale a Rhaenys, a ver qué dice —dijo Quimera con una amplia sonrisa.
—Yo digo que sí —sonrió Rhaenys desde la puerta.
—Cuando Arrax crezca tienes que volar conmigo —pidió Luke.
—Te lo prometo —sonrió Quimera.

Quimera subió a Meleys junto a Rhaenys y Luke a Arrax.

Los dos dragones ascendieron rápidamente y jugaron durante un rato en el cielo, volaron uno al lado del otro e incluso se sumergieron en el mar.
Tras un rato, los tres descendieron de los dragones.

—Estas empapado, tu madre va a matarme —dijo Quimera escurriendo su pelo al bajar de Meleys.
—Al menos no tendrás que desenredarte la melena —dijo Rhaenys riendo e intentando desenredar su pelo.
—Déjame a mí —dijo Quimera colocándose tras ella y desenredando sus trenzas.
—Espero que algún día, Rhaena y yo nos queramos como vosotras —dijo el joven sorprendiendo a Quimera y a Rhaenys.
—Luke... —dijo Quimera.
—Tranquilas. No diré nada —sonrió el joven. —Sé que debe ser un secreto. Pero estoy feliz por vosotras.

Quimera miró a Luke y andó hasta él para abrazarlo con fuerza.
—Eres un príncipe muy listo —sonrió Quimera. —Gracias por no decir nada.
—No tienes nada que agradecerme, te quiero mucho abuela —dijo Luke a Quimera haciendo que esta lo abrazara con más fuerza.

La reina Quimera amaba a todos los niños que alguna vez corretearon por la fortaleza, sin importar el apellido de estos. Incluso, durante un tiempo, amó a los hijos de su hermana Alicent. Aún lo hacía aunque estos la despreciaran. Pero el niño que había robado el corazón de la ahora reina viuda desde su nacimiento fue Lucerys Velaryon. Segundo hijo de Rhaenyra Targaryen. Quimera amaba a ese niño como a ningún otro. Como a nadie más. Y para Lucerys, su "abuela" Quimera, era también su persona favorita.

—Toma —dijo Lucerys dando a Quimera un medallón. —Así no me echarás de menos —bromeó el joven.
—Ten —dijo Quimera entregándole el colgante que anteriormente había entregado a Lord Caswell y que ahora había recuperado. —Para que tampoco me eches de menos.
—Eso es imposible —dijo Lucerys.
—También lo es para mí —sonrió Quimera. —Pero estarás aquí pronto. Anda date un baño, tu madre va a matarme si llegas tarde.

Luke asintió y se marchó dejando a solas a Rhaenys y Quimera.

—¿Te preocupa? —preguntó Rhaenys.
—No sabes cuánto... —dijo Quimera.
—¿Tienes un mal presentimiento?
—Serán los nervios. Siempre va a ser mi niño... Aunque crece de prisa.
—¿Quieres que lo escolte con Meleys?
—No, mostraría debilidad. Va como mensajero, no tiene porqué pasar nada. Lo peor sería que el señor de bastión le dijera que no. Y tampoco sería tan grave.
—¿Nos damos un baño y los despedimos antes de que partan? —preguntó Rhaenys acariciando la cintura de Quimera. Esta se giró, la besó y asintió.

Tras darse un baño, cambiarse y cepillarse el pelo, las dos se encontraban despidiendo a Jace y Luke con cariño. Estos partieron y ambas volvieron al interior de Rocadragón.
—¿No te extraña Corlys en Marcaderiva?
—Sabe que lo nuestro está muerto —declaró Rhaenys. —Le gusta la soledad.
—Me alegro. Me gusta tenerte conmigo —dijo Quimera besándola en el salón en el que se encontraban a solas.

La noche pasó con inquietud. Quimera casi no pegó ojo y Rhaenys la tranquilizó durante el sueño. La mañana llegó con la misma inquietud que la noche y el día transcurrió con consejos y reuniones. Había muchas cosas que pulir y había que confirmar la recepción y contesta de los cuervos que habían sido enviados anteriormente.

Quimera casi no tuvo tiempo para pensar, pues se encontraba trazando rutas y creando estrategias con el consejo de Rhaenyra. No había conclusiones claras hasta que los aliados estuvieran asegurados. Se esperaban noticias de los príncipes y cuervos por llegar para poder trazar un plan que beneficiara a Rhaenyra contra los verdes.

Quimera se preguntó qué estaría haciendo su hermana. El quererla era inevitable pero lo mas importante para ella era el amor que se procesaba con a quienes era leal. Sabía que Alicent estaba sometida a la voluntad de Otto y que esta jamas cambiaria su parecer. No deseaba hacerle daño pero soñaba con que algún día se diera cuenta de los errores que estaba cometiendo al aceptar de ese modo las órdenes de su padre. Por otro lado, conocía a Otto mejor que a nadie. No se detendría hasta que el poder fuera suyo, haría lo que fuera incluso si eso incluyera sacrificar a sus hijas y a sus nietos. Por eso debía ser cautelosa. No deseaba más enfrentamientos pero sabía que sería inevitables.