Desde que entraron al bosque Darcy supo que las cosas no saldrían bien en la mansión. Fueron dos horas de árboles enormes cuyas copas parecían volverse más densas conforme avanzaban en la carretera, dos horas en las que la oscuridad comenzó a tragarse su sonrisa, dejando a su paso un dejo de aprensión y miedo. Su corazón latía con fuerza cuando llegaron al pie de la montaña, el estómago se le revolvió, haciéndola sentir enferma, mientras las manos se le enfriaban, estaban heladas al tacto y las tenía entumidas.
—¿Estás bien? —Maxine le miró, preocupada por la forma en que cambió su semblante a lo largo del camino.
—Perfectamente —Darcy le dedico una sonrisa lánguida, no podía verse a sí misma, pero estaba segura que no engañaba a nadie con aquella mentira.
—Estas pálida —La expresión de sorpresa en el rostro de Ángela dejo claro que ni siquiera la más crédula del grupo iba a comprar su fachada de fuerte—. ¿Quieres que regresemos a la ciudad? Todavía podemos dar vuelta si quieres —agregó, con amabilidad, pero Darcy sabía que después de todo el rato que llevaban dentro de aquella camioneta, no había manera de que pudieran regresar sin echar a perder el viaje.
—Estoy bien —insistió, enderezándose en su asiento. El modelo era obviamente pensado para un viaje familiar, porque tenía espacio para ocho personas y una cajuela amplia, era prácticamente una combi.
—No se precipiten —desde el sitio del conductor, el primo de Ángela, quien se presentó como Darvit Hill, le echó un vistazo a través del retrovisor. Ese era otro de los famosos chicos adoptados de los Woolf y parecía una persona bastante relajada en comparación con sus primos, al menos entró en confianza enseguida. A Darcy no le caía del todo bien—. No podemos volver ahora, sería una pérdida de tiempo, ya casi llegamos a la mansión, pero una vez que estemos allá, si te sigues sintiendo mal puedes volver conmigo, hay gente a quien no le sienta bien la altura —comentó con simpleza.
Darcy estaba segura de que no era cosa de la altura ni nada parecido.
—Solo estoy un poco mareada, estaré mejor cuando lleguemos y pueda caminar un poco —intentó sonreír, pero no le salió muy bien, se estaba sintiendo un poco peor conforme avanzaban.
—¿Quieres una pastilla para el mareo? —la voz de Neo llamo su atención desde la parte de atrás del asiento. Ella se giró encontrándose con su mirada serena, mentiría si no dijera que el ofrecimiento la enterneció, pero estaba segura de que si lo mencionaba el chico no volvería a ser bueno con ella nunca más.
—Eso sería fabuloso —respondió, con cierta esperanza en sus palabras. Sabía que la medicina a veces aliviaba los síntomas, aunque cuando se trataba de aquel mal en particular era más probable que la "enfermedad" no desapareciera.
Neo se inclinó con mucho esfuerzo, Aaron estaba durmiendo sobre su hombro y por supuesto, intentaba no molestarlo. A su lado Max comenzó a buscar en su mochila, ambos extendieron las manos hacia ella al mismo tiempo, Neo le ofreció la pastilla y Max una botella de agua. Darcy les agradeció, aunque su mirada se detuvo algunos segundos más en Maxine antes de tomarse la medicina y rogar porque hiciera efecto.
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El talento de Miss Darcy (Libro 1 y 2) (GL)
Paranormal(LGBT+) Darcy puede ver fantasmas y hay uno que la acompaña siempre. Annabeth Williams, su abuela, la persigue desde que era una niña y sus apariciones aumentan desde que conoce a Maxine Reed, la alumana más inteligente de la escuela y una pobretona...