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Tiffany se había dado cuenta que las cosas en el grupo se estaban poniendo raras, pero decidió guardarse sus pensamientos para que el ambiente no decayera aún más. Le preocupaba que el rostro de Darcy estaba demasiado pálido y su postura tensa, aunque parecía mucho más tranquila que la tarde anterior. Los hermanos se miraban de vez en cuando, parecían estar compartiendo miles de secretos silenciosos, estaba segura de que ocurría algo raro entre ellos y con más seguridad podía decir que se trataba de la razón por la que estaban en medio de aquellas vacaciones extrañas. Desde que llegaron no pudo dejar de pensar que aquella casona escondía más de un secreto oscuro y eso que ella era la que no creía en cosas sobrenaturales.

Preocupada echó un vistazo a Aron, por regla general él era el más asustadizo del grupo, constantemente viendo sombras donde no las había y tejiendo pesadillas en su cabeza. Tiffany nunca tomaba mucho en cuenta los horrores que el muchacho imaginaba más que para intentar calmarlo cuando perdía la cabeza, pero eso estaba cambiando, la última vez, durante el campamento, él sabía que algo estaba pasando y nadie lo escuchó, entonces todo se salió de control.

—Tómame una fotografía —La sonrisa de Aron estaba dirigida a Neo, quien desde esa mañana parecía de pésimo humor.

En su estado más primitivo, Neo era un tipo tranquilo, callado, desde que se había acostumbrado a tenerlos rondando cerca se habituó a ellos con sorprendente buena disposición, pero su llegada a la casa lo estaba transformando en una bomba de tiempo. Supuso que tenía que ver con el asunto de la manutención, aquel viaje parecía decir "despídete del dinero del abuelo" aunque también sentía que había algo más.

—¿Puedes tomarte una selfie y dejar de molestar? —espetó, llamando la atención de todos ante el tono por encima de lo normal y su postura agresiva. Ángela fue la más sorprendida por aquella contestación.

Después del almuerzo decidieron visitar los huertos, estaban dando vueltas entre las filas de árboles cargados de mandarinas, cada uno manteniendo una distancia segura entre ellos, pero explorando por su cuenta, así que estaban todos lo suficientemente cerca como para escuchar aquel intercambio.

Ángela llevaba una canasta donde guardaba algunas mandarinas, su mano tembló ante el repentino intercambio, algunas se le cayeron al suelo. Darcy estaba dando vueltas cerca, más que nada observando la vegetación como si fuera un paisaje de otro mundo, analizando quien sabe que cosa mientras trataba de fingir que estaba bien, ante la discusión levantó la vista, asomándose entre las ramas de los árboles. Max llevaba una vieja cámara al cuello, estaba tomando fotos de todo y su reacción fue más sutil.

Tiffany apretó los puños, dispuesta a intervenir por su amigo, quien se había quedado pasmado, sorprendido por aquella respuesta, cuando Max caminó hacia ellos y como si nada hubiese pasado, intervino.

—Deja que te tome yo la foto, conseguí esta cámara digital especialmente para las vacaciones —dijo, mostrando el aparato, era un modelo económico, pero bonito, tenía un diseño vintage que a Tiffany le encantó desde que la vio.

El talento de Miss Darcy (Libro 1 y 2) (GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora