La casa parecía viva, una sensación extraña le invadió al entrar, como si las paredes respirasen o se encontrase parada sobre un enorme corazón latiente.
Los seis se detuvieron en el lobbie, esperando a que algo pasara, admirando la construcción que parecía suspendida en el tiempo. Las paredes estaban tapizadas con un patrón vino y caqui que parecía muy bien conservado, los ventanales estaban cerrados, había gruesas cortinas de terciopelo que impedían el paso de la luz y para su sorpresa no pudieron ver ni una mota de polvo flotando en el ambiente.
—¿Crees que eso sea seguro? —Preguntó Tiffany, levantando la vista hacia el enorme candelabro de velas que colgaba sobre su cabeza. El resto también echó un vistazo, sorprendidos por la elegancia y falta de modernidad de aquel diseño.
—Tenga por seguro, señorita, que es mucho más seguro que cualquier otro candelabro moderno que haya visto —Una voz profunda de varón hizo que todos se sobresaltaran, al tiempo que una ráfaga de viento pareció escoger ese instante para soplar sobre ellos y mandar un escalofrió sobre sus cuerpos.
La primera en verlo fue Darcy, quien se giró hacia el costado encontrándose con una figura alta y firme, parada en la penumbra de uno de los pasillos laterales. El hombre parecía mayor, pero no demasiado, su rostro severo tenía muchas arrugas y su cabello estaba cano, pero todavía tenía la apariencia de un hombre sano, bien conservado. Estaba casi segura que ese era el Mr. Black del que les hablaron en la camioneta, ella trató de sonreírle, pero su instinto la detuvo, tenía esa extraña incertidumbre de cuando no estaba segura de si lo que estaba viendo era real o no, por suerte su mirada atrajo la atención del resto.
—¡Oh! Hola, no lo habíamos visto —Tiffany sonrió, ligeramente, retrocediendo un paso ante la presencia del hombre. Aquello decía mucho de la situación, pues ella solía ser el frente amigable del grupo, la que nunca parecía incomoda y solía sortear todas las situaciones sociales cuando el resto no sabía qué hacer.
—Lo sé —El hombre sonrió de forma ligera, algunas arrugas se marcaron en la comisura de sus labios, dándole la apariencia de un papel arrugado—. Ese es parte de mi trabajo —comentó sin hacer mucho escandalo al respecto. A paso lento caminó hasta quedar a una distancia prudente del grupo, su cabello blanco estaba perfectamente peinado, su traje negro no tenía ni una pelusa arruinando la pulcritud de su apariencia. Darcy lo observó sorprendida.
—Hola —Ángela dio un paso al frente, intentando dar la cara por su presencia en aquella casa. Técnicamente los hermanos Hill eran los invitados de honor y la chica estaba segura de que Neo no tomaría la iniciativa, así que intentó cumplir una función conciliadora con aquel hombre.
Balbuceó, no tenía idea de cómo tratar a una persona que técnicamente era la servidumbre, su primer pensamiento fue que Mr. Black parecía pertenecer a aquella casa mucho más que el resto.
—Señorita Hill, se me informó de su llegada desde hace un par de semanas —el hombre señaló las lujosas escaleras que los guiarían al segundo piso, dividiéndose en dos pasillos cuyos destinos eran inciertos—. Las damas a la derecha y los caballeros a la izquierda, son las reglas, pueden escoger la habitación que gusten, todas han sido equipadas para su uso —el hombre retrocedió unos pasos como una señal de respeto para sus invitados. Ángela carraspeó, el gesto la hizo sentir incomoda.
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El talento de Miss Darcy (Libro 1 y 2) (GL)
Paranormal(LGBT+) Darcy puede ver fantasmas y hay uno que la acompaña siempre. Annabeth Williams, su abuela, la persigue desde que era una niña y sus apariciones aumentan desde que conoce a Maxine Reed, la alumana más inteligente de la escuela y una pobretona...