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Darcy, Tiffany y Ángela estaban de camino al comedor cuando Max se dio cuenta que su teléfono estaba sin carga y decidió volver a la cabaña

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Darcy, Tiffany y Ángela estaban de camino al comedor cuando Max se dio cuenta que su teléfono estaba sin carga y decidió volver a la cabaña. Fue algo que surgió en el momento así que les dijo que pidieran por ella y caminó de regreso a su habitación, donde dejó el celular conectado esperando que se cargara lo suficiente para que pudiera seguir utilizándolo al volver. Cuando salió a camino para alcanzar a las chicas se dio cuenta que el frío había empeorado y había bastante niebla.

Era un ambiente extraño, porque las formas frente a ella seguían siendo visibles, pero le daban al lugar una apariencia melancólica. Sin embargo, ella todavía podía escuchar a lo lejos las risas de algunas chicas que estaban en sus respectivas habitaciones.

Mientras andaba reconoció delante de ella la figura respingada tranquila de alguien que la estaba esperando. Max sonrió, era Darcy, con su cabello rubio atado en una coleta y un abrigo café envolviendo su cuerpo. La chica se encontraba recargada de una de las cabañas, al costado del camino. Max se dirigió hacia ella sin pensar demasiado, sin embargo, cuando estuvieron frente a frente se detuvo.

La sonrisa que ostentaba, amable, demasiado. Estaba acostumbrada a que las muecas de Darcy casi siempre estuvieran acompañadas de cierta inmadurez, un gesto ligeramente infantil e indómito, incluso cuando parecía avergonzada. Pero la persona frente a ella era serena, poseía una elegancia mucho más pulida y la miraba con una expresión tan tierna que hizo que Max se sintiera pequeña.

—¿Darcy? —preguntó. Por supuesto, tenía que ser ella ¿De quién más podría tratarse? La chica pareció realmente satisfecha al escuchar su voz y le dio alcance, estirando la mano. Maxine se congeló en su sitio mientras Darcy le acomodaba el cabello detrás de la oreja, el gesto hizo que se encogiera, muy poco acostumbrada al contactó físico y sorprendida por la frialdad del toque.

Ambas se miraron y entonces se dio cuenta de algo inquietante. Darcy tenía los ojos azules, de un tono claro que se volvía casi transparente con la luz del sol, pero la chica frente a ella los tenía verdes, tan intensos y tan amables. Max miró el abrigo café ¿Estaba vestida así hace unos minutos? De repente se dio cuenta que cuando se despidió de la chica esta usaba una camisa blanca con un suéter de punto encima.

Una incomodidad extraña la invadió ante este conocimiento, pero no supo exactamente qué pensar de la situación teniendo en cuenta que no había una explicación lógica ante aquellas anomalías.

Ambas se observaron y Max se dio cuenta de que ella no había pronunciado una sola palabra desde que se encontraron. Estaba a punto de llamarla una vez más cuando alguien la jaló del brazo. El movimiento repentino le hizo soltar un grito ahogado, su estómago se tensó y abrió los ojos sorprendida, cuando su rostro se encontró de frente con Darcy, la Darcy de siempre, la de ojos azules y expresión salvaje.

—¿Max? —ambas se miraron durante un segundo y luego ella pareció darse cuenta de que su agarre estaba siendo más fuerte de lo usual, así que la soltó, viéndose ligeramente avergonzada—. ¿Has puesto a cargar tu celular? —le preguntó con cierta torpeza.

El talento de Miss Darcy (Libro 1 y 2) (GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora