Emilie Rochefort, la envidiada estudiante de gran belleza, intelecto, fuerte carácter, de muchos talentos y familia rica, todos dirían que lo tienen todo, que su vida está resuelta y es fácil solo por ser bonita y adinerada.
Pero esto no es así, aun...
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Se escuchaba el tic tac de la manecilla del reloj que marcaba los segundos, siendo este ruido acompañado de la lluvia que intervenían al silencio entre Jin y Lili. El azabache se sentía ansioso, quería aprovechar la oportunidad que tenía para arreglar las cosas con su amiga de la infancia, el problema es que no sabe cómo, ella está sentada en el sofá observando su teléfono desde hace una hora. Una hora en la que Jin se excuso diciendo que limpiará la cocina después de cenar y no ha tomado el valor para salir.
Cualquier enemigo del Kazama se reiria en sus narices, parecía ser que una joven atractiva lo volvía muy indefenso que se escondía en la cocina y evitaba salir por no saber cómo iniciar una conversación.
Toma un energizante que guardaba en la nevera y le da un sorbo, considero la posible idea de que Emilie no quiera verlo y lo mejor sería entretenerse con otra cosa, así que iría a entrenar para despejar la mente de todo el trabajo que lo sofocaba diariamente.
— ¿Cuando piensas salir? — La rubia entro a la cocina y le miro aburrida — Parece que ya terminaste de limpiar.
Jin dejo la bebida energizante sobre la mesa del comedor y la observó inquieto, ella estaba tranquila apoyada del marco de la puerta y su expresión se notaba fastidiada de la situación.
— ¿En qué momento tomaste mi ropa? — La rubia traía puesto un poleron azul y un pantalón deportiva negro de Jin, por fortuna solo se tenían tres centímetros de diferencia entonces la ropa no le quedaba tan grande, de hecho se veía bien.
— Hace una hora — Sonrió burlona — parece ser que no pensabas salir de la cocina.
— ¿Me estabas esperando? — Le miro con ilusión.
—... No.
Se dió vuelta agitando su larga cabellera rubia y volvió al sofá en donde había estado la gran parte de su estadía en casa del Kazama. Jin suspiro y pensó en el estado de su habitación, no recordaba haber ordenado en días siempre llegaba a dormir y a la mañana se iba sin siquiera ordenar la cama. Que vergüenza, seguramente Lili pensaría que era alguien sin pulcritud.
— Puedo mostrarte tu habitación — Dijo Jin yendo en dirección a Lili que apagó la pantalla de su celular para darle su atención.
— No pienso dormir en tu cuarto de huéspedes, está sucio y feo — Exclamó con arrogancia haciendo una mueca de desagrado.
Jin rodó los ojos a veces la rubia pudia ser muy odiosa y delicada lo cual se tornaba muy insoportable.
— ¿Y en dónde piensan dormir la reina? — Se cruzo de brazos y arqueo la ceja.
Ella sonríe satisfecha por lo que escuchaban sus oídos, se pone de pie y guarda su celular en el bolsillo del poleron azul y va hasta las escaleras para subir al segundo piso siendo seguida por el confundido de Jin.
