Emilie Rochefort, la envidiada estudiante de gran belleza, intelecto, fuerte carácter, de muchos talentos y familia rica, todos dirían que lo tienen todo, que su vida está resuelta y es fácil solo por ser bonita y adinerada.
Pero esto no es así, aun...
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— Te noto extraña ¿Pasa algo? — Le cuestionó Alisa que últimamente estaba libre de trabajo en el área médica así que la ayudaba con sus tareas.
— Jin lleva tres días allá en Italia... Con Xiaoyu — Hizo un puchero infantil.
— ¿Estás celosa? — Sonrió dejando un par de libros en el estante.
— Por supuesto que si, dice que aún tiene que convencer a los Arqueros de Sirio de hablar con las autoridades, pero mientras pasa el tiempo con ella — Apoya la frente de la madera gruñendo de mal humor.
— Sabes, ya no soy un robot y no puedo estudiar tus síntomas, pero he notado que últimamente has tenido muchos cambios de humor.
Alisa como siempre analizando todo con muchos detalles, más de los que esperaba.
— ¿Tu crees? Es que son muchas cosas en las que pensar — Suspiro y levantó el rostro —. Necesito unas vacaciones.
— Muy cierto. Pronto tendré las mías — Se acarició el vientre con una sonrisa risueña.
— Es cierto ¿Cómo vas con lo del bebé? — Curiosa siguió con la mirada las acciones de Alisa que se sentaba a leer el papeleo.
— Pues no tengo mucho que decir, no llevo mucho de enterarme y tampoco se cual es su género, así que Lars y yo estamos llevando las cosas con calma. Lee dice que nos obsequiara las cosas de cuando Tim era un bebé en caso de que resulte ser niño.
— Me alegro mucho por ustedes — Tomo su bolígrafo y reviso la tinta.
— ¿Tu no has pensado en tener más hijos? — La monegasca negó agitando la cabeza sin voltear a verla — ¿Por qué?
La oficina de Lili es grande, de grandes ventanas por las que ve la ciudad, las paredes son blancas con un gran retrato del señor Rochefort, hay múltiples plantas en sus respectivas macetas brindando un agradable aroma que en su forma robótica no podría oler.
— Más hijos, es igual a más trabajo. Es mejor con uno solo, así puedes brindarle toda tu atención a uno sin problemas de favoritismo o lo que sea. No lo sé, Jin y yo también somos hijos únicos, bueno, yo lo fui durante unos años hasta que descubrí a Eliza.
Recordó su niñez con melancolía, papá salía a trabajar y ella permanecía sola en la gran mansión bajo el cuidado de las niñeras, Sebastian era un mayordomo agradable pero lastimosamente no estaba a cargo de sus cuidados. Debido a esto pasaba el tiempo con las desagradables niñeras que le castigaban cruelmente cuando no se comportaba como una señorita. Los días en los que no visitaba a la familia Kazama eran un completa tortura, se paseaba por todos lados, no tenía nadie con quién conversar, la mansión se le hacía tan grande que era sofocante. Pero todo cambio cuando Eliza vivió un tiempo a su lado, eran ellas dos, conociéndose, cuidándose mutuamente, diciendo chistes malos y disfrutando de la compañía.
