Emilie Rochefort, la envidiada estudiante de gran belleza, intelecto, fuerte carácter, de muchos talentos y familia rica, todos dirían que lo tienen todo, que su vida está resuelta y es fácil solo por ser bonita y adinerada.
Pero esto no es así, aun...
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La mansión Rochefort había estado muy callada desde el aparentemente secuestro de Lili. Con rapidez Sebastián tuvo que volver a Mónaco a mirar el estado de su jefe el señor Rochefort, este último seguía igual de enfermo lamentablemente.
El ya mayor Sebastián era responsable de casi todas las cosas en la casa, había trabajo para la familia Rochefort desde hace tantos años siendo un leal empleado que se a esforzado diariamente por satisfacer las necesidades de los Rochefort y que todo sea impecable en la mansión, no era tan grandioso como Alfred de Batman Durante los días de ausencia de Lili el mayordomo Sebastián tuvo que mantener el orden en la mansión y siempre atento a si recibía alguna llamada o información de ella, creyendo que seguía con Jin Kazama. Un poco irresponsable de parte de Lili olvidar llamar a su preocupado mayordomo que se encarga de atenderla desde que es joven.
Pero como Sebastián no sabía de esto no podía mantener la calma, no a menos de que la vea en buen estado.
Al cuarto día desde el supuesto secuestro de Emilie recibió una llamada al teléfono local de la mansión, una de las mucamas que limpiaba por ahí fue a contestar rápidamente saludando cordialmente.
— ¡Sebastián es la señora Lili, quiere hablar con usted! — Grito la mucama de pecas que sostenía el teléfono. Ni paso mucho y llegó Sebastián corriendo para tomar el teléfono y atender la llamada.
— ¿Señorita Lili, como está, dónde está, que a sucedido? — invadió a la rubia de preguntas, ella solo sonríe del otro lado de la llamada.
— Una pregunta a la vez Sebastián — ríe con suavidad. Estaba en la habitación de un hotel, sentada en el sofá junto a la ventana. — Estoy bien, no me hicieron nada, pero no pude comunicarme antes por qué no tenía teléfono. Mi nuevo colega de trabajo me ha obsequiado uno.
Explico con tranquilidad, tranquilidad que logro transmitirle a Sebastián que hace unos segundos moría de preocupación, pero ahora le volvía el alma al cuerpo.
— ¿Qué fue lo que te dijo... El señor Kamaza? — Susurró lo último para que nadie le escuchará solo la rubia al teléfono.
— Hablamos de negocios, no te preocupes, estoy en perfecto estado, volveré mañana, ya pude reservar el vuelo.
— Que alivio. Tendremos todo preparado para su regreso, su padre ya está un poco más estable gracias a los doctores que envío señorita Lili — su voz tenía un tono alegre, realmente estaba aliviado después de tanto estrés.
— ¿Qué doctores? — Tan pronto como pregunto recordó lo que Jin le habia dicho días antes — Oh si los doctores, casi lo olvido. Me saca un peso de encima que lo cuiden bien, bueno me tengo que ir, chao Sebastián, mándale saludos a mi padre por mi.
La rubia colgó la llamada luego de despedirse y apagó la pantalla del celular soltando un suspiro pesado, su anterior teléfono se había destruido por completo en su enfrentamiento contra Nina Williams, le tenía remordimiento a la guapa asesina.
