𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑿𝑰

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𝑱𝑶𝑺𝑬𝑷𝑯

Muchas veces el hacer lo correcto no te asegura la felicidad pero tal vez tranquilidad sí, y estoy seguro de que todo este sentimiento de desasosiego no cesará hasta pagar por mis errores.

—Buenas tardes, ¿de casualidad se encuentra el doctor Braden? —

—Buenas tardes, ¿tiene cita? —niego apretando los labios. —Quisiera poder ayudarlo pero el doctor sólo atiende a pacientes con cita —me mira un tanto afligida.

—Entiendo, ¿podría entregarle esto? —pongo en su escritorio una pequeña caja, parece pensar su respuesta.

—Sí, ¿quiere dejarle algún recado? —me entrega un post-it y un bolígrafo.


Haz lo correcto.
J.Q

—Listo, muchas gracias —le acerco la caja con el post-it, la mujer jala de ella pero algo dentro de mí sigue siendo cobarde, recuerdo su mirada y sus palabras, no puedo hacer nada, más que lo correcto.

—Yo se lo entrego —dice al guardar la caja y después me sonríe amablemente.

Salgo del hospital y me acerco a la camioneta, Sebastian abre mi puerta y luego sube.

—¿Por qué tardaste tanto tío? —dice Owen al quitarse sus auriculares, le gusta ver películas en la pantalla de la camioneta.

—Porque no encontré a la persona que estaba buscando, pero ya estoy aquí y es lo importante —Sebastian nos hace avanzar.

—¿A dónde vamos? —pregunta.

—A volar la cometa —sus ojos se abren grandes y sonríe, quiero grabarme esa expresión porque no sé cuándo la vuelva a ver.

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Luego de varios minutos oficialmente Owen ya sabe volar un cometa, hay mucho viento y eso fue de gran ayuda, nos acostamos en el césped mientras observamos el cielo.

—Owen prométeme una cosa —mis brazos están atrapados debajo de mi cabeza.

—Depende —responde.

—Promete que pase lo que pase no dejaras de ser lo que eres, no dejaras de sonreír ni mucho menos de alegrarles el día a todos —recargo mi cabeza hacía un lado.

—Lo prometo tío —dice restándole importancia a mis palabras, no lo entiende pero me estoy despidiendo, no se da cuenta pero me estoy cayendo a pedazos, sonrío y regreso mi mirada al cielo.

𝑴𝑨𝑬𝑽𝑬

Ha pasado una semana desde que ví por última vez a Joseph, una semana que se ha hecho larga, las horas pasan lento, tan lento que los días se vuelven tediosos, he tenido que hacerme a la idea de que el Joseph del cual me enamoré no existe.

Sé que le pedí dejarme seguir con mi vida pero aún así espero que toque a mi puerta o que en mi teléfono suene el timbre personalizado que escogí para él.

𝑺 𝑬 𝑹 𝑬 𝑵 𝑫 𝑰 𝑷 𝑰 𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora