𝑺 𝑬 𝑹 𝑬 𝑵 𝑫 𝑰 𝑷 𝑰 𝑨

𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑿𝑿𝑰𝑰𝑰

𝑴𝑨𝑬𝑽𝑬

Mi pequeña mochila ya está equipada con todo lo necesario para el par de días que tomaremos de vacaciones.

—Creo que al fin terminé —le aviso a Damián, quien está en mi cocina tomando un poco de agua.

—¿Segura?, puedes revisar por tercera vez, no tengo problema —dice con sarcasmo mientras una sonrisa traviesa aparece en su rostro.

—Completamente segura —esbozo una sonrisa genuina.

—Vámonos entonces, una aventura nos espera —deja el vaso de vidrio sobre la barra. —Déjame ayudarte —toma mi maleta y enseguida ambos salimos del departamento.

Al siguiente día en que Alina nos entregó nuestros nuevos horarios Damián y yo comenzamos a elaborar un plan para pasar tiempo juntos, pues luego de las fiestas decembrinas su horario no va a coincidir con el mío por mucho tiempo.

Y después de buscar por varios días al fin encontramos una buena opción, las imágenes que encontramos nos agradaron bastante e incrementaron nuestras expectativas considerablemente, además de eso Damián se encargó de reservar dos habitaciones en uno de los hoteles cercanos.

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Luego de media hora hemos llegado al paradisíaco lugar y según mi teléfono faltan cinco minutos para las diez, el sol apenas puede percibirse entre la gruesa capa de nubes grisáceas, pero las luces navideñas rescatan la apariencia del sitio.

—Vamos al hotel, tenemos que hacer el registro que corresponde —Damián saca de su auto nuestro equipaje y a la par nos adentramos al lugar.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarlos? —pregunta una mujer mayor desde la recepción.

—Buenas tardes, hace unos días hice una reservación —

—¿Nombre? —la mujer muestra seriedad.

—Damián Ward —entrecierra los ojos mientras busca en su ordenador.

—¿Una habitación? —frunzo el ceño, esto no es lo que esperaba.

—No, la reservación incluía dos habitaciones —Damián me mira, puedo percibir que está igual de confundido que yo.

—Sí... creo que hubo un error —la mujer hace una mueca, sé que algo no está bien y para no quedarme con la duda decido acercarme.

—¿Un error? —pregunto intentando mantener la calma.

—Lo siento señor Ward, pero en estos momentos es imposible darle dos habitaciones, como usted sabe... estamos a días de que sea noche buena y ya no hay cupo —Damián toca su frente con evidente molestia, la mujer sólo nos mira apenada. —¿Aún van a querer la habitación? —

—Damián... está bien, no dejemos que esto arruine nuestros planes, sin problema podemos acomodarnos en la habitación y créeme que no tengo el más mínimo problema para dormir en el piso —le sonrío.

—Hágale caso a la señorita —dice la anciana, Damián la mira con desaprobación mientras que yo reprimo mis ganas de soltar una carcajada.

—Déme las llaves, y para la próxima tenga más cuidado, señorita —aprieto mis labios rogándole que sea suficiente para no reír ante el comentario de Damián, nos entrega las llaves y nos vamos de ahí.