𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑿

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𝑴𝑨𝑬𝑽𝑬

No puedo creer que Joseph insista tanto en querer aparentar que se encuentra bien, sus manos temblaban y estaba sudando frío, su piel es blanca pero cuando salió de los sanitarios parecía una hoja de papel.

Cuando eres madre aprendes muchas cosas y entre todos esos aprendizajes hay uno en particular, sé para que sirven algunos medicamentos pero también sé que hay personas que son alérgicas a algunos de ellos y olvidé por completo preguntarle a Joseph si era su caso, lo haría por teléfono pero salí tan rápido que lo dejé en casa y la intención es mejorar, no empeorar su estado así que tomaré el siguiente retorno.

Bajo del auto e introduzco la llave en la cerradura, subo las escaleras pero entre más cerca estoy de llegar al segundo piso más claro es el sonido de cosas estrellándose dentro del baño, parece que Joseph está hablando por teléfono, más bien discutiendo.

—¡No me importan tus pretextos! ¡sólo quiero saber la verdad! —mi mano está apoyada en la puerta, algo dentro de mí dice que siga escuchando. —¡¿Lo hiciste?! —su voz es temblorosa. —¡¿Y qué quieres que haga?! ¡¿Quieres que te agradezca por haber matado a una persona inocente?! —mi corazón empieza a latir tan fuerte que puedo escucharlo. —¡Si, yo también lo hice y no sabes cuánto me arrepiento, no hay día que no desee poder regresar el tiempo y no haberle arrebatado la vida a alguien! —un zumbido se hace presente, siento mis piernas débiles y mis manos están temblando, no puedo creer lo que acabo de escuchar.

Tomo la perilla de la puerta y sin pensarlo la giro, Joseph está tan metido en su charla que ni siquiera se da cuenta que estoy detrás de él.

—¡Hubiera preferido ir a la cárcel que cargar con esta mierda, no sé cómo puedes vivir así de tranquilo, yo no he podido hacerlo! —

—Joseph —susurro, mis mejillas están completamente mojadas, baja el móvil, no dice nada ni se mueve.
—¿De qué hablas? — comienza a girar, lo hace despacio, sus ojos conectan con los míos pero ya no tienen ese brillo o al menos ya no soy capaz de percibirlo, es como si tuviera frente a mí a un completo desconocido.
—¿Qué estás diciendo? —tiene los labios apretados y niega. —¡Habla, repite lo que dijiste hace unos minutos! —

—Ángel, escúchame —deja caer el móvil y da un paso hacía mí.

—¡Detente! —doy dos pasos hacía atrás. —¡Sabía que escondías algo pero no creí que fuera esto, si alguna vez llegaste a sentir algo por mí, aléjate! —una lágrima tras otra se deslizan por su rostro.

Doy media vuelta y entro a la que solía ser nuestra habitación, tomo una maleta y empiezo a meter algunas de mis cosas sin ningún orden, busco mi teléfono para comprar un boleto de avión.

—¿Qué haces, ángel? — pregunta al entrar a la habitación pero lo ignoro por completo. —Maeve por favor responde —levanto mi mirada.

—Voy a irme —cierro la maleta, me pongo una sudadera y camino hacía la puerta.

—Sólo déjame explicarte —

—No necesito que me expliques nada, sólo quiero hacerte una pregunta, ¿lo que escuché es cierto? —frente a él estoy yo y mis esperanzas, quiero que me diga que no es cierto y que todo esto es solo un malentendido.

—Sí —mi corazón vuelve a romperse y mi vida otra vez no tiene sentido, miro sus ojos por última vez, observo cada detalle que hay en ellos tratando de que queden plasmados en mí memoria para siempre, tomo la maleta y comienzo a bajar las escaleras, Joseph no dice nada, sólo me mira.

𝑱𝑶𝑺𝑬𝑷𝑯

Son las siete de la mañana, el sol se asoma por el este como todos los días, me encuentro en el sofá, mi cabeza duele porque desde aquel día no he dormido ni comido bien, llevo una semana esperando que Maeve regrese pero no lo hace.

Sé que la decepcioné, no hizo falta que me lo dijera con palabras porque sus ojos lo hicieron, me duele haberla lastimado y ser el protagonista de tanta inestabilidad en su vida pero tarde o temprano iba a enterarse, de eso estoy seguro menos de haberla perdido para siempre.

He ido a su departamento todos los días y a todas horas pero no la encuentro, llamé a Alex pero no sabe nada, ahora me encuentro frente a la puerta de la única persona que puede saber algo, Braden Clark.

—¿Quién eres? —es lo primero que dice al abrir la puerta luego de hacerme esperar por largos minutos.

—Soy Joseph, amigo de Maeve —o mejor dicho el idiota qué no ha hecho otra cosa más que lastimar su corazón.

—No te había visto antes y Maeve nunca me habló de ti —frunzo el ceño, eso me dolió un poco.

—Tenemos poco de conocernos, he ido a su departamento pero no está y necesito hablar con ella, es urgente —entrecierra los ojos, parece que Maeve si le ha hablado de mí y también parece que me está mintiendo.

—Lamento no poder ayudarte, pero si la veo le diré que viniste a buscarla —responde, llevo dos dedos al tabique de mi nariz y suelto un suspiro.

—Podrías decirle que, lamento lo que sucedió y que... la amo —la expresión del rubio cambia por completo.

—Si eso es todo puedes irte —giro completamente quedando frente a frente de mi gran amor.

—Ángel... —susurro y me acerco pero los mismos pasos que doy hacía adelante ella los da hacia atrás, dejándome claro que no me quiere cerca.

—¿Qué haces aquí? —pregunta, volteo a ver a Braden, entiende que necesitamos estar solos, da la vuelta y se va por un estrecho pasillo.

—Estaba preocupado, necesitaba saber algo de ti —

—Estoy bien, ahora puedes irte —mi corazón se rompe, nadie lo creería porque no hizo ningún ruido pero se siente, causando un eco que sólo resuena en mi interior.

—No quiero perderte, no así —insisto.

—¿Sabes que es lo más difícil de todo esto? —niego con la cabeza. —Que parezco la mala de esta historia al no querer escucharte o alejarte de mí, pero es tan complicado intentar ignorar mis sentimientos hacia ti, tener que fingir que nada de lo que tuvimos importó, darle vuelta a la página cuando lo que quería era marcarla como la mejor parte de toda mi historia, nuestra historia —sus ojos se humedecen al mismo tiempo que los míos. —No sé porque lo hiciste pero sea cuál sea la razón no deja de ser inhumano —

—Sé que fue inhumano pero lo hice por amor —agacha la cabeza y sonríe.

—¡Mataste a alguien! ¿acaso pensaste en su familia? —mis lágrimas se liberan.
—La persona que mató a Isaiah tampoco pensó en mí, no midió el daño que ocasionó con su decisión y no sólo mató a una persona, también se llevó las ganas y los sueños de otra, desde que Braden me dijo que la muerte de Isaiah fue inducida lo único que deseo es que esa persona pase por el mismo sufrimiento que yo, que desee desaparecer de este mundo a cada segundo de su vida igual que yo, tú puedes vivir con eso Joseph, pero yo no, si algún día me amaste haz lo correcto y déjame seguir con mi vida —suspiro profundamente y doy media vuelta para salir del departamento.

Cada palabra que Maeve dijo está llena de verdad, no pensé en nada y mucho menos imaginé que me enamoraría de la misma mujer a quién le arruiné la vida, ella tiene razón, tengo que hacer lo correcto y eso no sólo es salir de su vida.

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𝑺 𝑬 𝑹 𝑬 𝑵 𝑫 𝑰 𝑷 𝑰 𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora