𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑳𝑰𝑽

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𝑴𝑨𝑬𝑽𝑬

El área de urgencias de un hospital es el mejor lugar para reflexionar; en ocasiones creemos que nuestros problemas son mayúsculos e irremediables, pero nada se compara con saber que alguien importante en tu vida está luchando para no morir.

Han pasado catorce días desde aquella noche, los padres de Joseph viajaron desde Londres apenas les avisé y sólo se mueven de aquí para ir a ducharse o a comer algo.

Mi mirada está puesta en la puerta de terapia intensiva, doctores y enfermeras entran y salen del lugar, hace media hora Joseph tuvo otro paro cardio-respiratorio, el número cuatro en solo dos semanas.

—Linda, deberías ir a descansar, no te hace bien estar todo el día aquí —dice Margot, la madre de Joseph, quién también me regala una sonrisa floja y luego se sienta a mi lado.

—Estoy bien aquí —digo sin mirarla, Margot toma mi mano y la coloca entre las suyas.

—Me da mucho gusto que mi hijo haya coincidido con una mujer como tú, él hablaba mucho de ti y cuando lo hacía sus ojos brillaban más de lo habitual —las palabras que acaban de salir de su boca son lindas pero me hacen sentir como si él ya no estuviera aquí. —Debes ir a casa y ducharte, comer algo, aunque sea ligero, yo estaré aquí y te avisaré cualquier cosa —

De inmediato mi mente viaja a la noche en la que Isaiah dejó de existir en este plano, recuerdo que Braden también me aconsejó ir a casa para comer y ducharme, y al regresar lo único que encontré fue a mí pequeño manteniéndose con vida gracias a un respirador artificial.

Tengo miedo de que vuelva a ocurrir lo mismo, y es que después de aquella noticia no sabemos en qué momento Joseph deje de respirar gracias a la deficiencia cardíaca que le generó aquella bala que recibió en el tórax.

—De verdad estoy bien aquí —miro a Margot y le sonrío muy ligeramente, alcanzo a observar que Braden sale de terapia intensiva, tengo que hablar con él. —Ahora regreso —

Empiezo a seguirle el paso hasta lograr alcanzarlo.

—Braden —toco su hombro, me mira y no duda en abrazarme.

—¿Cómo sigues? —no sé que espera por respuesta así que sólo ladeo mi cabeza.
—Lamento lo que estás pasando, sabes que cuentas conmigo —aprieta los labios.

—Lo sé, es por eso que vengo a pedirte un favor —me mira con el ceño fruncido.

—Vamos a mi consultorio, me cuentas mientras hago algunos registros —asiento con la cabeza y nuevamente comienzo a seguirlo, necesito formular bien mis palabras para conseguir lo que quiero.

—Adelante, toma asiento —entro al lugar y tomo asiento en una de las sillas, Braden rodea su escritorio y se sienta frente a mí.

—Cuéntame —recarga sus codos en la madera y después las junta, yo sólo paso las palmas de mi mano por mis muslos una y otra vez.

—Como sabes... Joseph necesita un trasplante de corazón y —

—Lo sé, y también sé que hay una lista de espera larguísima —

—Estoy consciente de ello, pero Joseph no puede esperar, en cualquier momento va a irse —digo con voz entrecortada.

—Lo siento Maeve, pero aquí no hay privilegios, hay muchas personas esperando por una nueva oportunidad, y sé que es cruel pero... debe esperar —

𝑺 𝑬 𝑹 𝑬 𝑵 𝑫 𝑰 𝑷 𝑰 𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora