𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑿𝑰𝑿

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𝑳𝑶𝑵𝑫𝑹𝑬𝑺, 𝑹𝑬𝑰𝑵𝑶 𝑼𝑵𝑰𝑫𝑶

𝑱𝑶𝑺𝑬𝑷𝑯

Hace diez minutos el sonido de mi alarma me despertó, estoy observando el techo de mi habitación, molesto, me gusta levantarme temprano para aprovechar el día pero esta vez quería seguir durmiendo hasta tarde.

El motivo es fácil de comprender, no siempre tengo la oportunidad de soñar con ella, cuando pasa trato de aprovechar el momento ya que esa es la única manera en que puedo sentirla, es la única oportunidad que me da la vida de tenerla cerca.

Ha pasado tiempo desde aquella última vez que la ví, pero aún así la sigo recordando a la perfección, cada detalle continúa grabado en lo más profundo de mi ser.

Al salir de prisión lo primero que hice fue ir por ella, la busqué en su departamento, en los domicilios de sus amigos y en cada rincón de la ciudad, pero no tuve éxito.

Se fue sin dejar rastro y ahí entendí que no debía seguirla, el ángel agitó sus enormes alas y emprendió el vuelo, dejando solo las memorias que construimos juntos.

En más de una ocasión he tomado mi teléfono con la intención de escuchar su voz, entro en debate y mi cerebro termina ganándole al corazón, son muchas las ganas de saber de ella pero mi amor es más grande y no quiero arruinar su paz, no otra vez.

Dejé la ciudad de New York pues los negocios de mi padre y la relación con Maeve eran lo único que me mantenían ahí, regresé a Londres y tengo un roomie que se llama Owen.

Todos los días desayunamos hotcakes con mermelada de frutos rojos y los fines de semana vemos películas, si no fuera por él ya me hubiera ahogado en mi depresión.

Conseguí un abogado que me está ayudando con la adopción, si todo sale bien pronto será mi hijo ante la ley, sólo queda esperar a que Jhon sea arrestado, ha sabido esconderse y librarse de pagar por sus delitos, por ahora las únicas que están en prisión son Helen y la doctora Higgins.

Salgo de la habitación para ir a despertar al pequeño niño pero estoy sorprendido al verlo sentado en la mesa picando algunas frutillas.

—Buenos días, tío Joseph —sonrío.

—Buenos días, Owen, ¿a qué se debe ese buen humor por la mañana? —me acerco a la alacena y tomo un vaso, luego voy al refrigerador y me sirvo un poco de jugo.

—No sé de que hablas, siempre me levanto de buen humor —no quita la mirada de las frutillas.

—¿Qué quieres ahora Owen? —entrecierro los ojos y en su pequeño rostro se comienza a formar una sonrisa traviesa.

—Bien, te diste cuenta —se levanta de la silla y se recarga en la pared. —Quiero pedirte algo pero promete que dirás que sí —

—No puedo hacerlo, primero tengo que saber de qué se trata —

—No quiero pasar la navidad aquí, somos demasiado divertidos para esto, ni siquiera tenemos un pino de navidad —

Mi mirada está clavada en el piso, lo que Owen dice no es tan descabellado.

—¿Qué tienes en mente entonces? —pregunto y espero que su respuesta no sea algo surreal, como el día que me pidió conseguirle un unicornio azul.

—Escuché de un lugar, es cerca de Vancouver

—¿Canadá? —levanta sus hombros. —¿Quién te habló de esa ciudad? —lo miro con el ceño fruncido.

—La televisión... es un lugar increíble y en esta temporada hay muchas luces de colores —

—Bien, haremos esto, por la tarde buscaré en internet información de ese lugar y cuando te recoja del colegio lo hablamos, ¿te parece? —

—Me parece.

𓆩𓆪

Antes de entrar a mi oficina saludo a Marianne, nuestra secretaria, la cuál lleva más de una década trabajando con nosotros y espero seguir viéndola aquí por más tiempo.

—¿Marianne, papá está ocupado? —

—Hace rato llegó el señor David —

—¿Bosley? —

—Sí, también el joven Mark —no puedo evitar sonreír.

—Voy a entrar.

Abro la puerta y las tres miradas se posan en mí, Mark se levanta y se acerca de prisa.

—Tanto tiempo, ¿cómo estás? —seguimos abrazados.

—Bien, todo ha estado bien.

—Tengo que contarte un par de cosas pero preferiría hablarlo en privado —

—Ahora regresamos, iremos por un café.

Nuestros padres asienten y continúan en lo suyo, salimos y nos dirigimos a mi oficina.

—¿Quieres algo de tomar? —

—Un whisky, por favor —

Tomo dos vasos, les agrego un par de hielos y luego el alcohol, le entrego lo que me pidió y me siento en mi cómoda silla.

—Ahora sí, dime ese par de cosas importantes —

—La primera es que la familia Bosley tendrá un nuevo integrante —abro mis ojos, la noticia realmente me ha tomado por sorpresa.

—¿Alex está embarazada? —asiente y luego bebe de su vaso.

—Estaba igual de sorprendido, es más, aún sigo sin creerlo —

—Me da mucho gusto, enserio —

—La otra noticia es sobre Jhon —baja la mirada, sabe que es duro para mí hablar de ese tema.

—¿Lo encontraron? —niega. —¿Entonces? —

—La semana pasada acompañé a mi padre a Moscú, estoy cien por ciento seguro de que lo ví, por eso la policía no ha podido encontrarlo —

—No sé que decir, quiero que pague por lo que hizo pero al menos estamos seguros, prefiero tenerlo lejos —

—Bueno pues sólo era eso —bebe la última gota de alcohol.

—¿Alex... se ha puesto en contacto con Maeve? —me mira y niega lentamente, tomo el vaso y termino con el liquido que había en él.

—¿Por qué no la llamas? —

—Porque ambos decidimos comenzar de cero —

—Mañana regreso a casa y no sé cuando vuelva a verte, ¿quieres comenzar de cero?, hoy te espero aquí, a las diez.

𓆩𓆪

—Vas a pasar la noche en casa de tu abuela —tengo la mirada fija al frente.

—Está bien —cruza los brazos. —¿Pudiste investigar sobre un buen lugar para vacacionar? —una pequeña risa se me escapa.

—Lo hice y creo que encontré el lugar perfecto, apenas salgas de vacaciones nos iremos a Canadá —sus ojitos están llenos de emoción.

En la noche iré con Mark a ese lugar e intentaré disfrutar lo más que pueda, hoy estoy más que dispuesto a empezar de cero, quiero dejar en el pasado a Maeve y recordarla únicamente como mi mejor lección de vida.

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