XXII. Conversación

665 141 53
                                    

Después de una pena asoladora, lo que Banri sintió no fue agotamiento, sino una ira atronadora. Sus ojos celestes brillaron como dos llamas azules ardientes y casi le ladró al shinobi que rompiera esa habitación, que se deshiciera de ese hierro maldito incluso si eso significaba romper toda la casa.

Sakumo, por supuesto, se animó y casi sonrió con salvajismo.

El hombre sin alma y roto que había estado observando durante ese tiempo se había vuelto una pequeña bestia con tal de proteger a sus crías y Sakumo se sentía muy satisfecho con la actuación de Banri, por lo que, después de preguntarle a Jin si no le importaba, el albino procedió a desarmar el maldito lugar mientras cortaba con su Tanto aquel metal engañoso.

—¡Llévatelo! ¡Aleja esa cosa maldita de mi casa y mi hija! —gruñó Banri cuando el albino le preguntó qué es lo que haría con el hierro.

—Supongo que será una bonita donación a T&I, seguramente Inorio estará muy satisfecho ya que lo que tanto pedía caerá en sus manos —tarareó Sakumo metiendo el hierro en un pergamino de almacenamiento.

A pesar de que le dio un vistazo general al lugar el primer día, había más hierro del que esperó y seguramente el Yamanaka que actualmente se encarga de T&I estará muy agradecido con esta generosa "donación" desinteresada de hierro absorbente al chakra.

—¿Qué es lo que vas a hacer ahora? —preguntó Sakumo mirando al azabache mientras Jin cocinaba con su abuela.

Divorcio —sentenció dura y crudamente el hombre, sus ojos despiadados y fríos estaban carentes de cualquier emoción cálida.

Mm... bastante decisivo —tarareó ligeramente el Hatake pensativamente.

—No puedo estar con alguien que maltrata a sus propios hijos —la mirada de Banri se volvió cruel—. Los hijos no son propiedad de los padres, no nos deben nada. Nosotros somos quienes los trajimos gritando y llorando en contra de su voluntad a este mundo. Los padres son quienes deben de hacerse cargo de sus hijos y cuidarlos, no lastimarlos. Somos los padres quienes le deben a sus hijos, no al revés.

—Cierto —asintió Sakumo de acuerdo con el razonamiento del azabache.

—Y jamás perdonaré a cualquiera que le toque un solo dedo a mi pequeña, no hay excepción —continuó sombríamente el azabache.

—Es comprensible, aun así, ¿No sientes nada por la bru... eerrgg tu esposa? —Sakumo arqueó una ceja cuestionándolo.

—Jin es más importante que mis sentimientos personales —desdeñó el hombre cruzándose de brazos pensando en las complicaciones que conllevaría el divorcio con su actual esposa.

—Veo...

—Y no solo eso, una vez que toque a mi hija, nadie puede obtener mi perdón —Banri hizo una mueca—. Ni siquiera mi esposa. Ella perdió todo el respeto y amor que le tenía cuando decidió alzar su mano sobre mi hija y marcar su piel —el hombre gruñó con rabia apenas contenida—. Mi hija no es un objeto de nadie y no creció solo para ser "la esposa de", ni una jodida máquina de crías o una puta. Jin nació para ser feliz.

—... —Sakumo sonrió ligeramente, sentía que este sujeto le estaba cayendo especialmente bien.

—Ella es libre de hacer lo que quiera y mi deber como padre es ayudarla, no imponerme —Banri suavizó su mirada al ver a su hija reír con su abuela y juguetear un poco con la crema, haciendo que tenga una bonita mancha blanca en la punta de su nariz—. Lo que sea que ella decida, estaré ahí para ella.

—Ese es un buen pensamiento —asintió de acuerdo Sakumo.

—Sakumo-san, ¿Podrías decirme que cosas podría necesitar Jin para su carrera como shinobi? —preguntó Banri volteándose para mirar al albino el cual se sorprendió ligeramente—. Hace dos años le compré tres maletines con agujas senbons ya que vi que estaba entrenando con ellas y esas cosas.

So Simp [Yandere! Uchiha Obito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora