Capítulo 5

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Valentina se adentró al edificio, caminando sin un destino en mente, pero sabiendo que tenia que llegar a clase, su día no había empezado bien, la pastilla había hecho efecto en cuanto piso la entrada de su casa, cayendo al suelo sin precaución por el gran mareo que el dio, lo que le costó una fuerte herida en su rodilla y que su dedo meñique terminara con una tablilla, la cual se había colocado ella misma en su casa, después de las cachetadas y gritos que su padre le propino cuando le vio sus pupilas dilatadas.

Había estado pensando en lo que Guzmán le había dicho, quizá si debería de alejarse de Ander, el chico tenia una carrera en el Tenis, una qué podría echar a perder si le llegaban a encontrar un estro de droga en su cuerpo, quizá no había arruinado su vida, pero sabia que, eventualmente lo haría, razón por la que cuando paso a su lado en la entrada del lugar, ni siquiera se detuvo un segundo a su lado.

Dándole una mirada a Guzmán, esta siguió su camino. — Vale... — La voz de Ander la llamó, sin embargo, esta no hizo caso, doblando una esquina, dirigiendose a su casillero, esperando no encontrarse con el ruloso, al menos, no hasta que las clases comenzarán.

— Vale...

— Valentina para ti. — Esta dijo, metiendo un libro que llevaba en su mano, con cuidado de no tocar su meñique lastimado, mirando a Guzmán a su lado. — ¿Qué quieres? Dijiste que me querías alejada de tu amigo ¿no? Bien, pero tú mantente alejado de mi.

— Lo siento. — Este soltó de repente. — Yo... Se que no debí meterme en tu vida, pero... Estaba afectando a Ander y... Realmente no...

— Guzmán. — La chica interrumpió. — Ander tiene dieciséis años, creo que es muy consciente de lo que un porro de marihuana puede hacerle a su cuerpo y su futuro... — Esta explico, mirándolo con cansancio. — No se como funciona su amistad, pero lo que se, es que tú no pareces su amigo, pareces su padre y no sabes... No sabes, lo sofocante qué es tener a tu padre presente no solo en tu hogar, pero en la escuela y en tu diario vivir también. — Inclinando la cabeza, la chica hizo una mueca. — Deja a tu amigo respirar, no todos piensan como tu hermana, no a todos les sucederá lo que le sucedió a tu hermana.

— Solo quiero cuidarlos, mi hermana, yo... No pude cuidarla, la drogaron, se aprovecharon de ella...

— Y lo entiendo, pero... ¿alguna vez te pusiste a pensar en que quizá fue ella la que dejo que todo pasará? — La chica dijo, negando. — No conozco a tu hermana pero lo poco que vi anoche me hace creer que nadie la obligó a acostarse con alguien, mucho menos a drogarse, si tú no hubieras llegado, incluso pudo haber sucedido de nuevo... Así que, deja de vivir en algo que no puedes controlar Guzmán.

...

Vale se sentó junto a un enorme ventanal en ese cuarto lleno de piscinas, notando a Lucrecia a su lado, esta no le presto mucha atención, fijando sus ojos en la pareja que tenia enfrente, a unos metros de distancia. — Quiero hacerte una pregunta.

— Dudo en responder.

— ¿Qué se traen tú y tu novio con Nadia? — Esta miro a Lucrecia, con duda en sus ojos. — Porque no creo que tú permitas que Guzmán se acerque tanto a ella sin un propósito ¿no?

— ¿A qué te refieres?

La chica elevó las cejas, mirándola casi con sorpresa, fingida claro, volviendo sus ojos a la pareja. — Voy a darte un consejo, si lo tomas, muy bien, si no, bueno, buena suerte. — Esta dijo, señalando a la pareja. — Antes de hacer un movimiento, conoce a la persona con la que estas tratando, en este caso... Debes conocer muy bien a tu novio.

— ¿A que viene todo esto?

— A que como veo la situación, Gusgus va a terminar saliendo con la Palestina. — Esta sonrió con inocencia, levantándose con un suspiro al escuchar el silbido qué las llamaba para comenzar a saltar en las piscinas.

𝐋𝐈𝐄 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora