ANDREA
Me siento en el descansillo que hay en el jardín, sobre un banco de piedra. Observo a los niños más pequeños jugar y correr de un lado a otro, comer a trompicones el desayuno de media mañana y sonreír y disfrutar.
¿Cuando he perdido yo esa felicidad? O más bien... ¿Alguna vez la he llegado a tener?
Mi cabeza se va directamente a él. Con él si he sido feliz, más de lo que hubiera imaginado nunca. He sido feliz paseando con él de la mano. También he sido feliz cuando nos escondíamos de la gente para poder besarnos y mimarnos a nuestro antojo. Era muy feliz cuando planeábamos nuestro futuro, entre las sábanas, su cuerpo y el mío enredados...
Fui feliz tomando la decisión de alejarnos pensando que en un tiempo íbamos a volver a ser él y yo. Pero cada vez me siento más lejos de pensar eso.El tiempo pasa y las cosas cambian. Estoy enamorada de él, lo quiero como antes o incluso más, pero siento que eso ya no es suficiente. Siento que necesito hacer algo para no apagar ese sentimiento en mi. Es que no quiero que se esfume. No puedo dejar que se esfume.
Y estaría dispuesta a hacer cualquier cosa de no ser porque sellamos un pacto. No podemos buscarnos, no podemos encontrarnos. No podemos si queremos tener un futuro juntos, como tantas veces hemos soñado. Tengo que aguantar. No queda nada para poder salir de aquí y estar juntos como tanto queremos.
Los Pyros pasan por delante de mi en dirección al interior y se me esfuman todos los pensamientos cuando veo la mirada de reojo que me echa Polo. Trago saliva nerviosa y le saludo discretamente con un inclinamiento de cabeza. Vuelve la atención a sus amigos y yo me permito respirar algo más tranquila.
– Es una mierda, ¿verdad?
Me giro directamente hacia atrás. Becca, mi profesora de Lengua, me sonríe y señala el hueco libre a mi lado. Asiento dándole permiso para que se ponga a mi lado.
– No sé a que te refieres – admito mirándola.
– A que pertenezcáis a bandos diferentes – señala a los Pyros de lejos.
– No es ninguna mierda – imito su expresión – Así lo hemos decidido. En todas las clases hay grupos, ¿no? No te puedes llevar igual de bien con todos.
– Claro que no – su mirada se pierde en la lejanía – Pero no debe ser fácil cuando hay sentimientos de por medio.
– Mi hermano y yo tenemos claro que los grupos no se van a interponer entre nosotros. Nos tenemos cuando nos necesitamos.
– Me alegro, pero no hablo de Rodrigo – me mira tiernamente – Sino de Polo.
Alzo las cejas con sorpresa intentando disimular a toda costa el subidón de los latidos de mi corazón. Que me nombre a Polo en este momento no me viene nada bien.
– No sé de qué hablas – me río nerviosa.
Intento levantarme pero me lo impide.
– Si algún día quieres hablar, puedes hacerlo conmigo – me acaricia la mano – Sé que me ves mayor y como tu profesora, pero... a veces vosotros no sabéis ayudaros como creéis. Seguro que a tu amigos no les hace gracia que estés enamorada de un contrincante.
– ¿Enamorada? - suelto una carcajada presa del pánico – Becca, hayas visto lo que hayas visto, lo has interpretado mal.
– Las miradas hablan, Andrea. Y me he fijado en como lo miras.
– Yo estoy enamorada, Becca – trago duro – De una persona que no tiene nada que ver con Polo.
– Quizá tenga más que ver de lo que piensas.
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A PESAR DE TODO [TERMINADA]
RomanceAndrea solo tiene una cosa clara, y es que no quiere vivir bajo el mismo techo que su padre por nada del mundo. No soporta su carácter, sus desplantes ni sus abusos. Como última medida, solo le queda pasar los dos últimos años en un internado, lejo...