POLO
Me alegro de haber salido estas vacaciones porque me están haciendo olvidar casi todos los problemas que tengo en la cabeza.
Estar con mi hermana es muy tranquilizador, y aunque con mis padres no me lleve igual de bien, también me está afectando positivamente. Mi casa es un auténtico lugar de desconexión después de todo lo que pasado los últimos meses. Parecen muchas cosas, pero solo se resumen en dos palabras.
Muertes y Andrea.
Las dos me están quitando la energía por igual al pensar tanto en ellas. Cuando pienso en las muertes, se me revuelve el estómago, y cuando pienso en Andrea, se me nubla la mente. Está lejos y la siento mas cerca que nunca. Siempre está muy presente.
– ¡Diane! - me encojo del susto cuando mi hermana entra a mi habitación como un huracán - ¿Qué modales son esos?
– No hace falta modales entre nosotros. Baja, la comida está lista y mamá y papá nos están esperando. Ya sabes – me advierte – si te dicen algo desagradable, haz oídos sordos. Para una vez que nos juntamos todos, no quiero peleas.
– A tus órdenes – me burlo.
Me aguanta la mirada pero sonríe de lado.
Estos últimos días los he pasado en la casa de mi hermana. A mis padres los he ido a visitar en algunas ocasiones. Me han tratado bien, pero es cierto que si pasamos más tiempo juntos del necesario, se pueden desatar algunos encontronazos.
Yo nunca he sido de aceptar órdenes y a ellos les encantan imponerlas. De ahí mi ingreso en el internado. No podían lidiar conmigo cuando empecé a ser un adolescente, allá por los doce años. No puse pegas; yo tampoco quería unos padres sumamente estrictos. Era mejor estar separados y solo vernos en días puntuales y breves momentos.
– Polo – se acerca mi padre algo serio cuando termino de bajar las escaleras - ¿Le estás dando mucho coñazo a tu hermana? Porque si es así, vas a preparar tus maletas y volver a nuestra casa. A tú casa – remarca.
– No estoy dando ningún coñazo – lo miro serio.
– Papá, no empecemos – se queja Diane – Polo se está comportando correctamente. Ya no es ningún niño como antes. Sabe lo que hace.
– Ha tenido un mal día – me susurra mi madre mientras me da un pequeño abrazo – No se lo tengas en cuenta. Puedes venir a casa cuando quieras.
– Lo sé. Y siempre tiene malos días – mascullo.
Mi padre cambia algo más la cara y se acerca para palmearme el hombro a modo de saludo. Nos sentamos en la mesa y empezamos a degustar la comida que ha hecho mi hermana con mi ayuda.
La comida del internado no está mala como tal, pero nada se compara con la comida casera de unos padres o hermana. Está deliciosa.
– ¿Se ha resuelto el misterio del director? - me pregunta mi padre.
Mi hermana me mira de reojo y le devuelvo la mirada. Mis padres solo saben de la muerte del director. Nada de los demás asesinatos. Sin embargo, a Diane si se lo he contado. Con ella tengo mucha confianza y estos días me había visto desanimado. Se lo conté para no explotar, porque la última muerte todavía ronda por mi cabeza.
– Se ha quedado en que fue un accidente – le respondo.
– Deberían investigar. Os están poniendo en peligro a todos – dice mi madre.
– Vamos a confiar en su palabra – me mira mi padre – Pero si nos volvemos a enterar de que hay otra muerte de esa manera, te sacaremos del internado. Tu seguridad va antes que nada.
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A PESAR DE TODO [TERMINADA]
RomanceAndrea solo tiene una cosa clara, y es que no quiere vivir bajo el mismo techo que su padre por nada del mundo. No soporta su carácter, sus desplantes ni sus abusos. Como última medida, solo le queda pasar los dos últimos años en un internado, lejo...